Pese a mis esfuerzos, no podía controlar mi respiración.
Retrocedi varios pasos, con la manos temblorosas y balbuceando palabras sin sentido.
Mi espalda chocó contra el tronco de un árbol, y me deslizé con un suspiro hasta sentarme. Me llevé las manos a la cara, y miré fijamente a la chica, esperando equivocarme. Pero nunca, en mi vida, había estado más seguro de algo.
Era ella. La protagonista de mis pesadillas.
Estuve alrededor de diez minutos en blanco. Intentando calmarme, y pensar de forma lógica. ¿Pero qué tenía todo esto de lógico? ¿Qué explicación hay para todo lo qué me pasa? Todo me daba vueltas, estaba estresado y, a la vez, asustado. Sentía que enloquecía por segundos.
Me levanté indeciso, sacudí el polvo de mis pantalones, y me acerqué de nuevo a ella. Todo esto, era simplemente demasiado para mí, para cualquiera. Es por eso que me comporté tal y cómo lo hice.
—¡Despierta! —grité sacudiéndola del hombro.Movió ligeramente la cabeza, y arrugó un poco el rostro, pero se calmó enseguida. Siguió dormida, o desmayada, para mi ya era lo mismo.
—¡Levanta! ¡Vamos! —volví a gritar, de nuevo sin resultados—. Bueno, no quería recurrir a esto, pero...
Puse la palma de la mano en alto, y calculé mentalmente la trayectoria hasta su sonrojada mejilla.Descargué con firmeza la mano, pero no llegó a su destino. Sentí el cálido tacto de su brazo, que frenó mi golpe.
Antes de procesar lo ocurrido, dió un brusco salto y me tumbó con ayuda de su otra mano.
Quedó encima de mí, con las rodillas presionando mis hombros, y agarrándome del cuello con la mano izquierda, dejando libre la derecha para moldear mi cara. Eso supuse.
—No tan deprisa —murmuró al tenerme completamente inmovilizado—. ¿Así tratas a quién acaba de salvar tu culo de estallar en mil pedazos?
Intenté hablar, pero la presión que ejercía en mi cuello me lo impedía.
—No eres muy hablador, ¿verdad? —prosiguió al no obtener respuesta.
Le lancé una mirada sarcástica, y luego dirigí mi atención en su brazo, el responsable de que empezara a ver el cielo morado.
—Ah, claro, se me olvidaba —respondió con una mueca, tomándome el pelo.
Bajó el brazo hasta mi pecho, momento que aproveché para inhalar cómo un obseso. Me estaba mirando con una ceja arqueada, cómo si mi mayor problema ahora fuera darle una explicación.
«En una pesadilla o en la vida real, esta chica sabe cómo sacarme de quicio», pensé.
—Sólo quería despertarte, comprobar... es decir, hablar... No sé que quería, ¿vale?
—¿Que quieres ahora? —preguntó con el ceño fruncido.
—Sólo levantarme, y salir disparado en cualquier dirección antes de que tus amigos psicópatas me encuentren, otra vez.
—¿Crees que son mis amigos? Pensaba que no podías ser más idiota que ir en un coche con el detonador activado, pero me equivocaba —dijo molesta, apartándose de mi.
Se levantó y siguió caminando entre los árboles. Me quedé varios segundos en el suelo, mirándola confundido. Creo que ese fue el instante en el que me dí cuenta de lo injusto que fui.Es decir, arriesga su vida para salvarme, y yo la intento despertar a guantazo limpio de la caída que sufrió por mí. Y luego acusarla de ser una de ellos... en el fondo sabía que eso no era verdad. Esta infernal isla sacaba lo peor de mí.
—Espera —la llamé mientras me levantaba.
En cambio, ella siguió caminando, ni se molestó en darse la vuelta.Me apresuré para alcanzarla, tropezando una y otra vez. Estaba algo nervioso, la situación era demasiado extraña. Me coloqué dalante de ella, por lo que no tuvo más remedio que parar.
—Apártate, antes de que llame a mis compinches y te encerremos de nuevo —se burló imitando mi voz.
—Yo no hablo así —murmuré por lo bajo—, aunque esa no es la cuestión —dije con una mueca, sacudiendo la cabeza—. Mira, lo siento. Sé que no estás con ellos. Gracias por salvarme.
—De nada —contestó inexpresiva, y pasó por mi lado, siguiendo su camino.
—¡Oh, venga! —me quejé levantando los brazos—. Ya me he disculpado.
Al principio pensé que iría a ignorar mi cometario y limitarse a seguir, pero se paró y giró hacia mí.
—Y yo he aceptado tus disculpas, ahora puedes seguir con tu vida —bromeó, con una característica sonrisa. Dicho esto, dió media vuelta y siguió caminando.
Ese comentario me hizo reflexionar, y se podría decir que reflexioné.
—¿Mi vida? —pregunté retóricamente, con una sonrisa psicótica— ¡Sí, encantado seguiría con mi vida! Con la vida que tenía, antes de que... ¡de que una puta pelirroja me drogara y me entregara a estos malditos psicópatas, qué ni siquiera sé qué quieren de mí! ¿Un rescate? ¡Sólo podría pagarles con un riñón! Así que, el día que recupere esa vida, estaré encantado de vivirla. ¡Gracias por el consejo!
Me paré a retomar el aliento, pero aún faltaba algo para sentirme realmente aliviado.
—¡Vamos! ¡Venir a por vuestro riñón, jodidos sociópatas! —gritaba con los brazos en alto, girando en círculos y mirando al cielo—. ¡A qué esperáis! ¡Ven y toma mi riñón, Boris! ¡Pedazo de ghovniuk! ¿Se pronuncia así, no? ¡Yo que sé! —grité hasta el último aliento de mí pulmón.
Probablemente no me quedaba ni una molécula de oxígeno en el cuerpo, pero valió la pena. ¡Madre mía, si la valió!
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Las Crónicas Del Fénix
FantastikBrian es un adolescente normal y corriente, o al menos lo era antes de que comenzaran aquellos cambios. ¿Era siquiera posible lo que le estaba pasando? Ni él mismo lo sabía. Pero lo que trajo consigo su don fueron muchas consecuencias y responsabi...