Carta 24

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Querida Abi:

Iba caminando en tu dirección hasta que te vi. Estabas llorando mientras conversabas con Agustín. Me acerqué rápidamente. Y entonces te escuché. Le decías a ese idiota que estabas embarazada. ¡Si! Embarazada de mí. Pero de pronto le dijiste que era de él, le dijiste que él era el padre. Lloraste más fuerte y él se quedó ahí, petrificado, sin decir nada. Supongo que en su pequeño cerebro no cabía la idea de ser padre. Compartir los músculos y el ser padre es algo muy difícil.

Pero ¡NO! Yo soy el padre de ese hijo ¡YO! Nadie más que yo, solo yo puedo ser el padre de esa niña que estás esperando... a menos que... ¿Te revolcaste con él? ¿Te acostaste con ese imbécil? Tú... tú que me dijiste que solo te derretías en mis brazos, tú que me decías que solo estabas conmigo, que jamás te acostaste con él. ¡ERES UNA PERRA! Sucia mujer, sucia. Me juraste amor eterno para qué ¿Para tenerme ahí como un idiota que te bajaba el sol y la luna mientras te revolcabas con el imbécil de grandes músculos?

TE ODIO ABIGAIL, TE ODIO.

Atte: El imbécil que te amaba.

Eternamente enamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora