16: Alguien Más.

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Canción: Somebody Else - The 1975

Harry

Mis ojos se abrieron a mitad del sueño. Un sueño nada especial y recurrente las últimas noches; Mi vida pasada donde todo parecía rozar la perfección. La ventana estaba abierta, el frío se colaba y movía las cortinas de la pequeña habitación. Tal vez eso fue lo que me despertó.

Me quedé sobre la cama, aún sin taparme con las sábanas y el cobertor. Mi cabeza, enterrada en la almohada, que olía a jabón y aromatizante de lavanda. Mi mano recorrió de estar bajo de la almohada y pasó entre la tela del cobertor. Un camino triste sin destino, las huellas de mis dedos no encontraron ningún calor ajeno al otro lado de la cama. La sensación era tan ansiada que fue un poco difícil recordar la última vez que mis dedos habían tocado un cuerpo a mi lado. Toque mi cama, paseando mi mano, sin mucho sentido. El frío comenzaba a calar mis huesos. Pero tenía el abrigo sobre mi y las botas seguían puestas. Pero nada era suficiente.

Me levanté. Me senté sobre el colchón y dejé que un bostezo saliera de mi boca mientras me estiraba un poco. Alcancé mi teléfono sobre la mesita auxiliar y al tocar el botón de inicio, noté que eran las dos de la mañana. Casi inmediatamente, la pantalla se puso en negro y era por falta de batería. Chasquee la lengua.

Me puse de pie, prendí la luz y metí el abrigo en el armario. Me quité las botas, me anudé el cabello en un moño alto en la cabeza. Saqué mi ropa de las maletas y la doble y guarde. Conecté el cargador al celular y cerré la ventana silenciosamente. Supuse que iba a quedarme un tiempo más, Louis podría estar de acuerdo.

Louis...

De repente, recordé la pelea que habíamos tenido antes de venirme a tirar a llorar y dormirme. Y un peso se instaló sobre mi pecho cuando recordé también que ya no había vuelta atrás. Nuestras vidas, o al menos la mía, estaban condenadas a seguir así, sin arreglo y con la inconformidad constante. Pero la gente aprende a vivir con el dolor, ¿no es así?

Apagué la luz de la habitación antes de salir. Necesitaba usar el baño y de paso meter la ropa a la lavadora. Decidí usar las escaleras y usar el baño de abajo. Caminé en mis calcetines, entre la oscuridad del pasillo hasta el cuarto de lavado. Las luces seguían encendidas, la ropa de Auren estaba toda doblada y limpia. Me tomé mi tiempo para sacar la última carga de la secadora mientras tiraba la mía toda de una vez en la lavadora, no me importó que todo estuviera revuelto. Doble las camisetas de colores de Auren y las dejé junto a las demás.

Fue tétrico regresar a la cocina, todas las luces del árbol y guirnaldas estaban apagadas, pero hice mi camino sin problemas. Tome otra de las galletas de la cena e hice mi camino de regreso a mi habitación temporal, pero cuando menos me di cuenta, estaba yendo en la dirección equivocada, a la habitación de Louis. Negué con la cabeza y me di la vuelta, pero una corriente de aire me pegó en la espalda.

Extrañado, me giré sobre mis talones; la puerta del balón estaba abierta de par en el par, me abracé sobre mi cuerpo, y de la misma manera silenciosa con la que me estaba moviendo, crucé el pasillo en busca de cerrar la puerta. El pasillo se sumía en oscuridad lo cual no me importó ya que sentía empatía por el corredor. Pero justo antes de llegar, vi la habitación de Louis, abierta también, con las luces apagadas y la cama intacta.

Supe que estaba en el balcón, como aquella vez hacía una semana.

Lo confirmé cuando me asomé y lo vi recargado contra el barandal, usando su propio abrigo. Un rastro de humo se liberaba desde su brazo, un cigarrillo. Estaba abrazándose a sí mismo, mirando al jardín. Me quedé mirándolo, debatiéndome entre salir o quedarme aquí parado. Pero antes de que pudiera dar un paso afuera, sus hombros empezaron a moverse de arriba a abajo, como lo hacen cuando lloras. Lo sabía, sabía que algo estaba pasando con él. Sabía que algo estaba sintiendo y no entendía porque se aferraba a cerrarse ante mí y construir sus muros. ¿Qué iba a proteger? Si yo aprendí a amar a este hombre con todo y sus defectos; conocía cada parte de él y me enamoré de cada pequeño fragmento. ¿Iba a proteger sus secretos? Si todos me los contó en besos y caricias. Mostró su lado buenos y el malo, me relató sus sueños y me prometió cumplirlos junto a mí. Solía tomarme de la mano, acariciando el dorso de mi mano con el dedo, y el calor de nuestros cuerpos derretía la inseguridad y los malos momentos. Nos construía y reparaba incluso cuando las heridas parecían no tener cura.

Pretending.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora