X: Encuentros desafortunados

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Pedimos una hamburguesa queso cada uno, una bandeja de papas fritas para compartir y refrescos. Comencé a tragar mi comida, tenía demasiada hambre, no iba a detenerme a masticarla. Sentí el pesó de su mirada.

— ¿Qué miras, nunca habías visto una chica con "apetito"? — bajó la vista, pero sentí como intentaba contener la risa.

—Oing oing— murmuró.

—Qué gracioso, Somerhalder, no es mi problema que tú comas como niñita.

— ¿Comer como niñita yo? Eso lo dices porque no me has visto con hambre pequeño cerdito.

— ¿A quién le dices pequeño cerdito? Increíble, ¿me acabas de conocer y ya me estas insultado? —No pude contener la risa— si tu novia me viese comer así, seguramente se le acabarían los celos— exploté.

—A ti te digo pequeño cerdito, dos; eso mismo me pregunté cuando me dijiste obstáculo en el aeropuerto y tres; Seguramente, ¿Por qué no la llamamos para que venga y te vea? O mejor aún ¿Por qué no te saco una foto con la boca llena de comida y abierta y se la mando? —rió fuertemente.

— No sería mala idea.

— Tal vez le darían más celos— apoyó su cabeza en una mano y dejó de comer.

—Imposible, eso no tiene sentido— pesqué una papa con mi mano y la dejé caer en mi boca— ¿A esto le tendrá celos? — reí— tu sí estas loquito Somerhalder.

— ¿Quién no le tendría celos a una persona que logra ser espontanea con todo el mundo?

Tras esa pregunta hubo unos segundos de silencio, que para mí, fueron minutos.

— ¿Quién no le tendría celos a una persona que no le tiene miedo al ridículo? — me miró seriamente, y soltó una carcajada.

—Espera... ¿me estas ofendiendo o me estas halagando?

— No sé la que te guste más, y al parecer te gustó mas el insulto que el elogio—levantó una ceja, y luego sonrió.

—Me duele el estomago— me quejé.

—Lo sabía— exclamó— no puedes comer tan rápido y que no te pase nada, ese es tu cuerpo recordándote que eres una señorita—rió.

— Si esperabas que comiese unas míseras cuatro hojas de lechuga, te vas olvidando de ser mi amigo, por lo menos tiene que ser un bol gigante y con diferentes verduras si quieres conseguir eso de mí— lo miré ofendida.

— ¿No te estarás tomando en serio lo que estoy diciendo... o si?

— Entre broma y broma la verdad se asoma.

— Creo que con eso respondes varias preguntas— rió mientras meneaba la cabeza.

— ¿Qué preguntas Somerhalder?... siempre haces lo mismo, nunca dices nada, siempre te sacas las preguntas con más preguntas y así.

— ¿Realmente te gustaría saber? — se inclinó y se acerco lentamente.

Estaba cerca, por no decir, muy cerca. Aunque la luz era tenue, podía distinguir perfectamente sus facciones y no podía evitar caer en ese extraño color que tenían sus ojos. Y no podía evitar caer y caer, hasta que caí.

—Creo que viniendo de ti prefiero no saberlo— reí nerviosamente— terminé... eh... ¿pidamos la cuenta?

—Siempre haces lo mismo, nunca dices nada, siempre te sacas las preguntas cambiando el tema— exclamó marcando las ultimas tres palabras.

— ¿Ese es un nuevo juego?

— Eres increíble, esa podría ser tu mejor habilidad—rió mientras alzaba su mano para pedir la cuenta.

Peachtree/ Árbol de duraznos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora