XII: Baño de caballeros y un peculiar jugo de naranja

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Al llegar a la puerta; la abrí, entré rápidamente, di la vuelta y la cerré. Me quedé un par de minutos mirando fijamente la puerta. Algo me estaba ocurriendo, algo que no podía ser bueno. Ian causaba un nerviosismo en mí, y este me parecía remotamente familiar—no pude evitar chocar mi cabeza con la puerta— esto definitivamente no es bueno— las palabras salieron de mi boca en voz alta. Me dirigí al espejo, estaba algo aturdida por el descubrimiento que había hecho minutos atrás. Tomé mi cabello en una coleta y lavé mi rostro con la intención ridícula de quitar esos pensamientos de mi cabeza, pues mi lema es; mientras más piensas más te atormentas, y definitivamente no quería atormentarme por algo tan problemáticamente imposible. Mientras llevaba a cabo mi plan e intentaba eliminar aquellos pensamientos que no dejaban de llegar a mi mente, sentí una presencia tras de mí, levanté rápidamente mi cabeza y no pude evitar dejar salir un pequeño grito.

— ¿Y tú que diablos haces en el baño de mujeres? —el parecía tranquilo, pero mientras formulaba mi pregunta noté como la expresión de su rostro cambiaba a una totalmente desconcertaba.

— ¿baño de mujeres? —exclamó hasta con un poco de sarcasmo en su tono.

—Si escuchaste bien, baño de mujeres— le recalqué.

—Ah perdón, no sabía que en los baños de mujeres también habían urinarios— indicó con su dedo hacia un costado de la habitación.

—Oh dios mío— tapé mi boca—. El rió fuertemente ante mi expresión —pero el letrero...

—pero los urinarios...—exclamó simulando mi tono de voz—no pude evitar reír ante su graciosa interpretación— el me miró fijamente y sonrió.

Creo que fue la primera vez desde lo poco y nada que lo conozco que ví esa expresión en su rostro— Nick, ¿podrías decirme porqué el baño tiene el letrero de chicas?

—Seguramente viste mal, pero tal vez deberías dar las gracias porque no entraste cuando usaba el urinario, eso te hubiese dejado como una total husmeadora o peor aún como una pervertida—me miró seriamente.

—Por suerte no entré antes—reí, el me siguió.

Sentimos ruidos y la manilla comenzó a girarse torpemente, seguramente sería algún tipo pasado de copas. Reaccioné rápidamente; tal vez era mujer, fuere cual fuere; uno de los dos quedaría mal.

—Nick—susurré— el me miró y entendió inmediatamente, tomó mi mano y me arrastró hacia uno de los pequeños cubículos de baño. Ambos subimos sobre el retrete, y Nick puso pestillo.

—Nunca he entendido porque además de urinarios tienen cubículos con baños, es bastante injusto— le recriminé— el puso su mano en mi boca e hizo un gesto con su otra mano para que me quedara en silencio.

—Piensas que lo único que hacemos en el baño de orinar—susurró— intenté reír, pero nuevamente tapó mi boca.

Escuché como se abría la puerta y como torpes pasos avanzaban al interior de la habitación.

—Liz por favor puedes comportarte— señaló una voz femenina.

—No seas aguafiestas Kris, siempre lo mismo contigo— recriminó otra voz femenina notablemente pasada de copas— mira Kris... hay de esos retretes que están sólo en los baños de hombres, siempre he querido usar uno de esos, ¿déjame usarlo?

Al escuchar eso Nick estuvo apunto de estallar en carcajadas, pero le contuve con mi mano.

—No digas tonterías, y esos no son retretes son urinarios, y claro que no lo usarás.

—siempre he querido orinar de pie— rió fuertemente.

Nick me miró y en cualquier momento uno de los dos sería descubierto.

Peachtree/ Árbol de duraznos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora