capitulo 5

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 Corrí rápidamente al sofá, en donde había tirado mi bolso. Tomé mi billetera rápidamente, corrí a cerrar la puerta con llave, para asegurarme de que lucho  no volviera a entrar a mi casa. Abrí la billetera y busqué entre mis tarjetas, la tarjeta del Doctor. La encontré y sonreí, decía:

Ginecólogo.
Dr. Nicola Porcella.
Tel: 01 (618) 825 19 77
Cel: 618 113 97 21
Dirección: New York, Clínica "Four Seasons".

Tomé mi iPhone. Marqué rápidamente el número de celular, rogando que contestaran luego. Y así fue, a los dos sonidos de marcación, pude escuchar a una voz masculina, extremadamente decir "Con el Doctor Bieber, ¿en qué puedo ayudarla?".

-Doctor Nicola, soy yo, Angie Arizaga, su paciente de hace un rato.
-¡Angie! Qué extraño que me llames, ¿qué ocurre? ¿te di mal las pastillas?
-No doctor, es algo totalmente diferente, necesito su ayuda, por favor.
-Claro, claro, dígame que ocurre.
-Venga a mi casa.
-¿Qué?
-Que venga a mi casa, joder.
-Pero ¿por qué? –me preguntó extrañado.
-Por favor, venga, vivo en Avenida Sete, casa número 203. Por favor, rápido.
-De acuerdo, de acuerdo, voy para allá, tranquila, pero dime que ocurre.
-Doctor solo venga por favor, no tengo tiempo de explicarle –lo dije porque Mario estaba desesperadamente golpeando la puerta- Solo venga, por la calle de atrás, le abriré la puerta de atrás, por favor apúrese.
-Voy saliendo, quédate tranquila –me dijo, supongo que había escuchado los gritos escalofriantes de lucho 
-Gracias. –corté.
-¡Angie por la mierda ábreme! –golpeando desesperadamente la puerta.

Subí a mi habitación corriendo, me cambié por una tenida normal {} no tenía ni ganas de verme linda con los nervios, me quedé sentada en la cama esperando a que Nicola tocara la puerta. No pasaron ni cinco minutos y me llegó un mensaje.

angie, por favor, ábreme, estoy muy preocupado por ti, los gritos de ese chico desde aquí se escuchan mucho más escalofriantes, te quiero.
Doctor de Ginecología, Nicola Porcella.

¿Me había dicho te quiero? ¡Ah Angie concéntrate! Eso importa una mierda ahora. Bajé corriendo las escaleras, tan rápido que resbalé y caí. Me dolía mucho el brazo, a decir verdad, demasiado, era muchísimo el dolor. Como pude me paré, me toqué la cabeza y tenía un poco de sangre, pero no importa. Caminé apenas hasta la puerta, y vi a Nicola ahí, parado, y no recordé más.
Desperté, en una habitación color rosa pálido. Había unos cuantos cuadros en las paredes, muy hermosos, de unos paisajes asombrosos. París, Inglaterra, Canadá. Veía un poco borroso. Miré a un lado y había una ventana, cubierta por una cortina color blanco, muy hermosa. Se podía sentir el ruido de una cálida lluvia que caía azotando el techo. Miré al otro lado, una puerta, también blanca, pero además había una pequeña mesita de noche. Miré la cama, y era una matrimonial.
Me dolía la cabeza, mucho, pero no sabía dónde mierda estaba. Hasta que se abrió la puerta, y lo vi a él, con un pequeño moretón en su mejilla izquierda, aunque aun así se veía hermoso.

-Veo que despertó la bella durmiente –soltó una risita- ¿Cómo te sientes?
-Yo, yo me siento bien. Doctor, ¿qué hago aquí?
-Larga historia...
-Puedo escucharla.
-Debes comer algo.
-No tengo hambre.
-Señorita Arizaga por favor.
-No, hasta que me digas dónde estoy, que pasó, y que hago aquí.
-Estas en mi casa, en la habitación de huéspedes. Pasó que me llamaste para que fuera a tu casa, y cuando fui, abriste y estabas herida. Te desmayaste. Apareció por detrás de mí un tipo, me comenzó a golpear y a decir que yo era tu amante. Me defendí, luego lo até a una silla y llamé a la policía para que se lo llevaran. Luego fuimos al hospital, te curaron, te habías fracturado el brazo, pero ya estás mejor. Te dieron de alta luego de unas horas y te traje a mi casa, ya que lamento decirlo pero tu casa quedó hecha un desastre con la pelea. Eso es todo.
-Pero ya me siento bien así que me puedo ir –me iba a sentar en la cama pero él me lo impidió.
-Una semana de reposo ordenó el Doctor, si te das cuenta tienes yeso en el brazo derecho. Y yo en un pie. Ahora tú me contarás que fue lo que realmente ocurrió.
-Ese chico es mi novio. –iba a seguir hablando pero él me interrumpió.
-¿A ese tipo le vas a entregar tu virginidad? –dijo alterado.
-Doctor Porcella, por favor, cállate y escucha.
-Dime Nicola.
-Nicola, escucha.
-De acuerdo.
-Llegué a la casa y ahí estaba el. Le dije las indicaciones que usted me dijo.
-Tu.
-Que tú me dijiste –rodeé los ojos- Que teníamos que esperar un mes más, él se alteró muchísimo y me trató de Calienta Pollas. Enojado salió, yo cerré la puerta y te llamé a ti, necesitaba un abrazo, era la primera vez que me trataban así. Y bueno, el comenzó a gritar que lo dejara entrar pero no lo haría. Luego me llego tu mensaje, y bajé corriendo las escaleras, y por eso me resbalé. Fui a abrirte y no recuerdo nada más.
-Pensé que te había golpeado.
-Quería hacerlo, supongo –suspiré.
-Pero tranquila, aquí conmigo no te pasará nada.
-Gracias Nicola.
-No es nada Angie. ¿Qué te parece si nos conocemos? Apenas sabemos de ambos.
-De acuerdo –sonreí.

Y así fue, ahora se la mitad de la vida del Doctor Porcella. Sé que tiene 25 años. Es Canadiense. No es casado, no tiene novia, no tiene hijos. Vive solo, se graduó hace 2 años. Me ofreció trabajo. Me defendió de lucho . Me ayudó con mi fractura. Él es Nicola Porcella.  

                                                                 nicola con el pie enseyado

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                                                                 nicola con el pie enseyado

                                                                 nicola con el pie enseyado

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                                                    angie con el yeso

                                                    angie con el yeso

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                   nicola y lucho peliando 

                                                         nicola maro a lucho en una silla 

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                                                         nicola maro a lucho en una silla 


Enamorada de mi ginecólogo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora