tengo 22 años y soy virgen . si usted dirán " oh con 22 y no la ha perdido ", pero simplemente he estado esperando al hombre indicado .tengo novio ,su nombre es :lucho, y bueno, creo que es el hombre de mi vida . voy a perder mi virginidad con el...
Sonreí aliviada. Al menos no iba a quedar embarazada por una violación. Nicola se sacó sus guantes. Me iba a parar pero Nicola me lo impidió, como la otra vez. Lo miré a los ojos, él estiro la mano al piso, tomó mis pantalones y mis bragas y me los puso. Me senté en la camilla y él se paró de su silla, se acercó a mí y dio un pequeño beso en mis labios.
-¿Cenamos esta noche Angie? –me sonrió. -Yo... -No creo que quieras cenar sola... recuerda que te irás conmigo a mi casa, ni borracho te dejo ir de nuevo a tu casa. -De acuerdo –reí. -Perfecto. Cerraré mi clínica hasta mañana. Ahora iremos a comprarte algo de ropa, luego a almorzar, en la tarde veremos que hacemos, y luego por la noche iremos a cenar. -¿Comprarme ropa? No Nicola por favor, has hecho mucho por mí, solo vamos a buscar mi ropa a mi departamento, por favor, te lo ruego. -De acuerdo –suspiró- Solo porque tú me lo pides... -Gracias –lo abracé, amaba hacerlo.
Luego del abrazo nos fuimos a mi casa. Por suerte Mario ya no estaba. Había marcas de sangre en el piso por los golpes que me había dado. Subimos a mi habitación y ahí estaba todo. El condón de Mario tirado, su remera con manchas de sangre, la cama desordenada, mis preciosas sábanas blancas también manchadas con sangre, prueba de que me había quitado mi virginidad. Lloré. No podía creer por lo que había pasado. Nicola me abrazó y acarició mi cabello. Me sentía tan segura con él, y no me voy a cansar de repetirlo. Estar en sus brazos era como estar en los brazos de un ángel. Sabía que estando con él no podría pasarme nada malo. A veces pienso que Dios puso a Nicola en mi camino para darme cuenta de la mierda de persona que era Mario. Ordené mi ropa en una maleta mientras Nicola sacaba las sábanas, y ordenaba la cama. Tiró las sábanas a la basura junto con el condón. Estaba cerrando la maleta cuando siento unas manos en mi cintura, me asusté al pensar que era Mario y tirité.
-Tranquila, soy yo, no pueden hacerte daño, ¿entiendes Angie? –me susurró al oído y supe que era él, Nicola. -Entiendo Nicola –sonreí. -¿Necesitas ayuda? –besó mi mejilla por detrás y luego se puso al lado mío. -No gracias, ya terminé de cerrar –reí. -¿Llevas vestidos? -¿Vestidos? -Para hoy en la noche. Será una cena formal Angie. -Creo que llevo uno. Bueno, solo tengo una formal de cuando fui al matrimonio de mi hermano Jose luis, y llevo absolutamente toda mi ropa así que debe estar en la maleta –sonreí. -De acuerdo bonita, ahora nos vamos de aquí –tomó mi maleta con una mano, con la otra mi mano, y salimos de la casa.
Nos fuimos a su casa. Almorzamos nuggets de pollo con arroz. Pasamos riendo toda la tarde, con cada cosa que decíamos. Me divertía mucho con él.
-¿Por qué me elegiste a mí como tu ginecólogo? –preguntó y me acomodó entre sus brazos, estábamos sentados en el sofá. -Porque busqué por internet los ginecólogos más buenos de esta ciudad. Salías tú en casi todas las páginas. Tengo que reconocer que en un principio tenía miedo de que fueras un viejo morboso –reí muchísimo. -Oh señorita Angie que malos pensamientos tiene –rió junto conmigo. -Lo siento Doctor Porcella –le sonreí. -¿No buscaste imágenes? -No, ni me pasó por la mente. -Soy el Doctor de Ginecología más famoso de aquí Angie, no me gusta ser yo. -¿Por qué? -Porque aunque no lo creas, de vez en cuando, me persiguen fotógrafos y esas cosas. -Que mal. -Así es –hizo una mueca y miró el reloj de su muñeca- Ocho de la noche, ve a cambiarte, a las nueve nos vamos –sonrió- ve a la habitación de huéspedes, ahí dejé tu maleta, yo me cambiaré en mi habitación –nos paramos del sofá los dos juntos.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.