tengo 22 años y soy virgen . si usted dirán " oh con 22 y no la ha perdido ", pero simplemente he estado esperando al hombre indicado .tengo novio ,su nombre es :lucho, y bueno, creo que es el hombre de mi vida . voy a perder mi virginidad con el...
Bueno Angie, ahora debes dormir, es tarde y creo que este ha sido un día muy largo. Esta semana también tendré que quedarme en la casa, no podré ir a atender ya que tengo mi pie roto como sabes. Así que me quedaré contigo. –Dijo Nicola y besó delicadamente mi frente- Buenas noches preciosa, descansa –al decir eso se paró de la cama y salió, dejándome sola en esa habitación.
Nicola tenía razón, había sido un día demasiado largo a decir verdad. Extraño mi casa y eso que no he estado ni un día aquí. Debo admitir que tengo mucho miedo con lo que puede haber pasado con lucho . Si esta arrestado, puede decírsele que estoy feliz. Pero si está suelto, no me agrada para nada. Si me llega a ver, me dirá que quién mierda era Nicola, empezará a decir que es mi amante, que soy una zorra o cosas así. Incluso puede llegar a golpearme. Realmente nunca me había dado tanto miedo una persona, tampoco había visto cambiar tanto a una persona. Otra cosa, ¿ahora qué hago con este doctorcito? Me tendrá una semana en su casa cuidándome y lo peor es que nos conocimos recién hoy. Pero tendré confianza con él, se ve una buena persona y creo que podrá ayudarme mucho. Tenía mucho sueño, así que me acomodé en la cama para dormir. Cerré los ojos y en cuestión de unos siete minutos ya estaba dormida profundamente.
Al otro día desperté gracias a la voz de Nicola diciéndome delicadamente "Angie, despierta, a desayunar". Abrí los ojos y lo vi a él, no traía puesto nada sobre su abdomen. Solo traía un pantalón de piyama y traía los pies descalzos. Reí ante esa imagen.
-¿Te ríes de mí? –preguntó algo ofendido pero no por eso sin tono divertido. -No, o sea sí, pero no –dijo riendo. -Te ves adorable con el cabello despeinado y riendo –al decir eso rió también- Levántate y bajemos a tomar desayuno, ya terminé de prepararlo. -¿Lo hiciste tú? -¿Quién más? –Rió- vivo solo por si no recuerdas. -Tienes razón. -Siempre –volvió a reír- Vamos.
Me senté en la cama y me estiré. Nicola rió cuando hice eso. Me levanté de la cama y luego me pregunté con qué mierda estaba vestida. Me miré y estaba con un piyama muy lindo. Un short corto y una blusa de satín. Miré a Nicola y él me estaba sonriendo.
-Mientras dormías ayer por la tarde luego de llegar del hospital, fui a comprar un piyama para ti. Hoy iremos por tu ropa a tu departamento, iré yo contigo por tu seguridad. -Muchas gracias, está muy lindo Nicola. -No es nada bonita, ahora a comer –me guiñó el ojo y salió de la habitación.
Lo seguí, bajamos las escaleras juntos, al llegar al comedor la mesa estaba llenísima de comida. Platos con galletas, otros con tostadas con mantequilla y mermelada. Había hotcakes, jugo de naranja, café, té y otros líquidos que ni idea que eran. Me senté en la silla de al frente de la mesa, igual que Nicola, para luego empezar a comer.
-Creo que desde hace mucho que no me daba un desayuno tan completo –sonreí- Gracias. -No es nada Angie. -No sé cómo voy a pagarte todo lo que has hecho por mí Angie. -No, no me pagarás nada Angie. Toma esto como un regalo, hablo en serio. -Pero Nicola... -Nada de peros señorita. -¿Por qué lo haces?
Se quedó callado y sus mejillas se tornaron a un color rosa.
-Tómalo como una disculpa por lo que hicimos ayer por la tarde. –Dijo con calma. -¿Qué cosa tengo que disculparte? –solo recordé que él me ayudó a salvarme de la golpiza de lucho -Cuando ayer en mi consulta médica casi follamos.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.