Barry

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Era una fresca mañana en una pequeña ciudad. Los árboles cambiaban sus hojas, dejándolas caer. La actividad humana estaba despertando, los comerciantes ofreciendo sus productos. A las afueras una linda cabaña, donde a la entrada duerme plácidamente un hermoso Golden Retriever. De la puerta, rompiendo la paz momentánea, se podía escuchar una conversación alterada. —Iré a la ciudad Iris. ¿No necesitas que te traiga algo?— Y sin esperar respuesta, el joven rubio tomó una pequeña canasta tejida, donde guardo con sumo cuidado unos cuantos libros.

Mientras caminaba al centro, podía ver como la vida silvestre se acercaba a saludar. Lo que más le gustaba de aquel pintoresco lugar era la calma. Habia vivido ahí toda su vida, pero desde la muerte de su madre, no se sentía del todo cómodo ahí.

Le parecía extraño, pues todos eran tan amables con él, y con su prima. Iris era la chica de las noticias, lo más parecido que tendrían jamás a un famoso viviendo donde ellos.

Al ser una ciudad pequeña, la mayoría de los habitantes se conocían, y se saludaban calurosamente en las mañanas como esa, pero no todo es bueno, ya que Barry tenía fama de ser un chico raro, aunque atractivo. Varias de las chicas, y algunos chicos, querían probar suerte para tenerlo entre sus manos, sin importarles en lo mínimo que apenas tuviera dieciocho años.

Entre los mayores "fanáticos" del joven, se encontraba Bruce Wayne. El cazador, el hombre ideal, aquel que todas las madres quieren para sus hijas. Pero Bruce no tenía ojos para nadie más que para Barry.

Barry caminaba tranquilamente hacia la biblioteca, donde fue recibido con gusto por el bibliotecario, un hombre anciano que ya lo conocía y quería, ya que nadie amaba más los libros que el pequeño Barry.

—Buenos días señor.

—¡Barry!

—¿No tiene nada nuevo?

—No desde ayer, ¿acaso ya terminaste el libro?

—No podía soltarlo, la historia es atrapante, los superhéroes, las mutaciones... todo era tan interesante.— Dio un suspiro mientras veía el librero. Nadie hablaba con tanto amor de los libros como Allen. —Me llevaré este.

—¿Pero ya lo leíste dos veces?

—Es mi libro favorito señor, tiene tantos recuerdos...

—Entonces es tuyo, llevatelo, anda— El joven estaba apenado, ¿acaso estaba bien eso? Si bien, le encantaba ese libro... no podía pagarlo.

—Insisto, nadie lo cuidaría mejor que tú.

—Gracias, ¡muchas gracias!

Con una sonrisa, el joven salió del lugar, leyendo sin importarle nada más, ya sea todos los que le veían o los animales que se atravesaban, hasta que su libro fue retirado de sus manos. Cuando volteó enojado, se encontró con un torso fuerte. La sonrisa galante de Bruce quien lanzaba el libro a cualquier lugar.

—Buenos días, Barry.

—Buenos días, Bruce.

—Lees mucho, no es bueno para alguien como tú...— Una mirada indignada del rubio, quien no podía creer lo que escuchaba de tan galante hombre. —Tu trabajo es lucir bien, enfocarte en cosas importantes... como yo.— Aquel egocentrismo le desagradaba tanto. —¿Qué te parece ir a mis oficinas, y ver todos mis premios?

Aquella actitud le parecía insoportable, ¿Por qué aquel hombre tenía tanto interés en él? Podría dejarlo solo e irse con alguna de las muchachas que se le ofrecían diario. —Lo siento Bruce, pero debo ayudar a Iris con su reportaje.

—Oh, la pequeña Iris... ¿Acaso no puede cuidarse sola un momento?

El tono en su voz desagradó más a Barry, quien empezó a buscar su libro, lleno de tierra ahora. —No te burles de mi prima.— Con una mirada que enfriaba a todos, y con tono brusco, se fue rumbo a su casa de nuevo. Bruce estaba con la boca abierta, antes de gritar —¡Ese niño va a ser mío!

Barry estaba furioso, su libro estaba algo maltratado por culpa de Wayne, ¿Cómo un hombre así podía ser tan famoso? No lo entendía, si bien tenía encanto... Sus pensamientos fueron cortados por ver a su prima en la puerta, con una mochila a su hombro.

—Barry, que bueno que llegas, no quería dejar a Wally solo.

La mirada en el rubio expresaba todas sus dudas, ¿A dónde iría su prima? Se veía ilusionada... —Este reportaje será lo que cambie nuestras vidas! Lo llevaré al concurso que hay en la ciudad vecina...

Sin aguantar más tiempo, el joven abrazó a la pelirroja, estaba tan feliz por ella. Al fin podrían aspirar a más que aquel pueblo, al fin podría tener un trabajo estable en lo que le gusta; la ciencia. —Cuídate, Iris. Cuida a Bart en la ciudad...

Con una sonrisa, la mujer emprendió camino montada sobre su caballo, un joven potro, lo único que quedaba en aquella cabaña como recuerdo de su vida anterior. —Vamos adentro, Wally.

El perro obediente entró a la casa junto al rubio. Se sentaron en el piso, Barry adoraba leerle al joven animal. Era su mejor amigo, casi como un hijo. —¿Crees que soy raro, Wally?

El perro pareció reír, mientras miraba la cara de su dueño. —Perro tonto, no sabes... te leeré un poco. Érase una vez, en una hermosa y prospera tierra...

Pasó mucho rato leyéndole al canino, quien estaba ya dormido cuando tocaron la puerta. Y al abrirla, grande fue la sorpresa de Barry al ver a Bruce ahí. —Oh, Bruce que sorpresa...

—¡Barry! Estoy aquí para...— El hombre hizo una pausa para verse al espejo. Estaba vistiendo un traje blanco, muy elegante. —Hacer realidad todos tus sueños.

—¿Y qué sabes tú de mis...?

—Imagina, yo llegando a mi casa, donde mi hermoso esposo me espera con la cena hecha, para consentirme por el trabajo duro que he hecho.— El hombre tenia al rubio atrapado entre sus brazos, lo acorralaba contra una pared, cuando el perro le mordió, gruñéndole. —Sin perros.

Barry aprovechó esa oportunidad para huir. Acercándose a la puerta. —Es una lástima, Bruce.

—Oh, ¿sabes quien va a ser mi esposo? Tú

—Bruce, es un honor, pero...— Abrió la puerta, dejando que Wally lo empujara con sus patas. —No te merezco, Gracias.

Al cerrar la puerta, Barry se fue a sentar donde antes, más que indignado. —¿Puedes creer eso, Wally? ¡Me pidió que fuese su esposo! ¿Quién se cree que es ese patán mujeriego?

El perro ladró para afirmar, no confiaba en ese hombre para cuidar de su amo.

—Yo quiero aventuras, ¡quiero vivir! No quiero esta vida provincial.— Mientras hablaba, caminaba a la ventana, para ver el día tan bello que habia, hasta que Bart se acercó corriendo a la cabaña, lo cual preocupó a Barry, logrando que saliera de la cabaña para recibirlo. —¿Le pasó algo a Iris?

El caballo estaba asustado, llevando al rubio por donde vino. Barry lo montó sin dudar, debía encontrar a su prima.

De ciencia y encantamientos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora