Érase una vez, en una hermosa y prospera tierra, un hermoso castillo de esmeraldas que resplandecía con luz propia. Ahí, habitaba un joven y apuesto príncipe, quien era conocido por ser temerario, demasiado egoísta a pesar de su corta edad.
Una noche especialmente fría, una mendiga llamó a la puerta del castillo pidiendo asilo. En su rostro podías ver las arrugas y verrugas más grandes del reino. Era desagradable. El príncipe, al ver el aspecto de la mujer, se negó a darle asilo. La mujer le dijo que no se dejara llevar por las apariencias, además, le ofreció una bella rosa como obsequio. El príncipe, burlándose del regalo insulso para él, cerró la puerta del castillo en la cara de la anciana, ordenándoles a sus guardias que la alejaran lo más posible puesto que su sola presencia le daba asco.
El cuerpo de la mendiga se iluminó, dando paso a una bella hechicera. El príncipe suplico el perdón de la mujer, invitándola a pasar, pero era ya demasiado tarde. Habia notado que dentro de él no existía el amor o la bondad, así que lo convirtió en lo que reflejaba su alma. Una espantosa bestia. Además, encantó el castillo y todos los que habitaban ahí.
El príncipe, sintiendo repudio por su aspecto, decidió encerrarse en su castillo, siendo su único contacto con el mundo un espejo mágico.
La rosa era en realidad una rosa encantada, la cual se marchitaría hasta el vigésimo primer cumpleaños del príncipe, si este no encontraba el amor verdadero antes que el último pétalo cayera, el encantamiento seria eterno. Con el paso de los años, el príncipe perdió la esperanza, pues ¿Quién podría amar a una bestia?
—Yo podría amar a una bestia, si eso me convierte en princesa.— Una pequeña pelirroja aseguró apenas el libro fue cerrado, ganándose una mirada curiosa por el pequeño que estaba a su lado. —Yo nunca nunca nunca podría amar a una bestia como él.
—Ahora a dormir pequeños. Mañana será un día largo.
Nora se levantó de su silla, donde habia leído el cuento a sus queridos niños. Le dio un beso a cada uno en la frente, antes de arroparlos y apagar las luces de su cuarto.
Los pequeños niños estaban emocionados aún, en especial la pequeña. —Barry, despierta ¿Crees que la bestia exista?
Con cansancio, el pequeño niño se talló los ojos, para ver a la joven de ojos brillantes. No se la quitaría de encima hasta que respondiera sus preguntas. —Es sólo un cuento Iris. Vamos a dormir.
—Eres muy aburrido.
El silencio se hizo en el cuarto, dejando que la luz de la luna acariciara a los pequeños, cuidando sus sueños.
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De ciencia y encantamientos.
Fiksi PenggemarBarry es un joven humilde que quiere más que vida provincial, Hal es un príncipe encantado con un mal humor notable. Bruce, bueno, Bruce sólo quiere ser dueño de Barry. -Basado en la Bella y la Bestia.-