Uno sobre ciencia.

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Habían buscado a Hal por todo el castillo, menos el balcón de la torre más alta. No pensaban que estuviera ahí, de ser sinceros estaban un poco de acuerdo con Guy al pensar que estaban en el cuarto de Barry ocupándose de sus asuntos. No querían molestarlos.

De todas formas, les daba curiosidad saber por qué todavía no eran humanos de nuevo. El baile pareció ser todo un éxito.

Cuando Oliver encontró a la bestia no evitó un sonido de asombro. El príncipe era un desastre, llorando en el suelo, abrazando sus piernas. Cuando Clark llego le recordó el día que se enteró de la muerte de su padre, aquel niño pequeño salía de nuevo a la luz.

—¿Donde esta Barry, Hal?

Clark. Estaba sorprendido, no esperaba que Oliver fuera capaz de una pregunta tan indiscreta como aquella, si bien lo esperaba de Guy... el reloj seguía observando la escena. Era la primera vez que Clark veía a Guy sin palabras.

—Lo deje libre...

—¿Por qué?— El tono del reloj era fuerte, casi como si estuviera molesto.

—¡Porque lo amo!—Otro hipido interrumpió al príncipe, quien se aferró más a sus piernas, tratando de hacerse tan pequeño como pudiese. —Lo amo... él no era completamente feliz aquí... yo, yo quiero que él sea feliz.

Clark y Oliver fueron a intentar reconfortarlo lo mejor que pudieran. Les dolía tanto ver al príncipe tan herido e indefenso.

Mientras tanto, en el camino al bosque Barry buscaba por la mínima señal de Iris. Escuchó el gruñido de los lobos, sin dudarlo se dirigió en esa dirección, ahuyentando a los dos animales que rodeaban un cuerpo acostado en la nieve. Los mechones rojizos le dieron la seguridad que necesitaba, cargó el cuerpo de la mujer y con cuidado lo colocó entre el caballo y su propio cuerpo, tapándole con su abrigo. Tomó las riendas del caballo, empezando a cabalgar tan rápido como podía hacia su casa.

En el camino, parecía que Iris recuperaba poco a poco el sentido, ya fuese por el movimiento o el calor que recibía. —Barry... ¿cómo?

Con un pequeño shusheo y una mano acariciando rápidamente los cabellos de la mujer, intentando mantener su vista fija en el camino cubierto de nieve. No tardaron mucho en regresar a la casa, donde el joven Richard esperaba ansioso por que mostraran los dueños de la casa donde el perro guardián le habia estado haciendo compañía, se llevaban bastante bien.

En cuanto los vió, corrió por Bruce.

Dentro de la pequeña cabaña, Barry cargaba a Iris para dejarla en la cama, donde la dejó con mucho cuidado. La arropó y se aseguró de mantenerla consiente. Cuando el rubio se calmó un poco, la pelirroja habló débilmente. —Barry, ¿Cómo escapaste?

Acariciandolo el cabello con amor, su primo respondió. —No escapé, me liberó.

—Pero esa bestia...

—Sh... Hal no es ninguna bestia, él es amable, tierno, muy hogareño y quizás algo tonto pero...— Los ojos del muchacho brillaban como estrellas del atardecer cuando hablaba del joven príncipe. Su monólogo fue interrumpido por unos fuertes golpes en su puerta principal. Barry indicó a Wally que se mantuviera a un lado de Iris para cuidarla, a lo que el perro obedeció sin chistar. En cuanto abrió la puerta dos guardias de Arkham le pidieron saber dónde estaba Iris, pues debían llevársela; Allen arqueó una ceja, cruzándose de brazos sin intensiones de dejar pasar a los hombres hasta que le dieran una explicación. Era más bajito que ellos, pero no se dejaría intimidar.

De ciencia y encantamientos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora