Perséfone, la joven y bella Diosa de la primavera, es secuestrada por el temido Dios del inframundo, Hades.
Obra basada en la Mitología Griega. Es una recopilación de relatos y roles en conjunto com @Stheph_46 (Perséfone PoV )
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FRÍA Y DISTANTE, TEMIDA POR TANTOS. LA MIRADA DEL DIOS DE LA MUERTE RECORRÍA EL MUNDO DE LOS VIVOS.
—————— ⊰ Hades ⊱ ——————
En el hogar de la eterna primavera, las altas hierbas de los campos se ondulaban como las aguas de un mar picado y los árboles se estremecían, como si aquella brisa fresca arrastrara consigo un terrible presagio.
Desde el trono de ébano Hades rara vez evocaba su atención fuera de sus dominios. Tenía demasiados labores por supervisar en el perpetuo destino de los mortales, quienes ambiciosos e inconformes, a menudo intentaban idear estratagemas para regresar al mundo terrenal. Sin embargo, en medio de aquella monotonía infernal, el sonido de unos solitarios pies descalzos presionándose sobre la tierna hierba seca había resonado con un apagado clamor en sus oídos, consiguiendo así, despertarlo de su letargo.
Una cascada de cabello cobrizo, delgadas piernas que correteaban con la ligereza de los cervatillos esquivando espinas y arroyos. La curiosidad le había llevado ante una muchacha coronada de flores, de suave rostro ovalado y con los ojos más preciosos que el Dios haya podido ver jamás. En su pureza ambarina la vida refulgía con dulzura, y esa vida era tan gloriosa y floreciente que logró despertar su inusual deseo.
La doncella, ajena a la invisible amenaza que se cernía sobre ella canturreaba alegremente mientras recogía camelias y racimos de jazmines. Anduvo largo rato a través de los prados sin aparentes preocupaciones hasta que el caprichoso Morfeo comenzó a arrastrarle hacia el mundo de los sueños. Desvanecida sobre una alfombra de flores silvestres se entregó al descanso y fue entonces cuando el Dios de las tinieblas decidió acercarse.
Se inclinó sobre aquel juvenil cuerpo que dormía con abandono y deslizó el dorso de su mano fría y pálida sobre las mejillas rebosantes de sangre tibia.
_¿Cuál es tu nombre? - Ordenó con un susurro.
_Perséfone - musitó la niña aún en sueños. Sus labios quedaron entreabiertos y húmedos, tan insinuantes que ni la fruta madura más dulce podía ser tan apetecible.
_ Perséfone... - En un comienzo pensó que la casualidad le había llevado ante una hermosa ninfa de los prados, pero no podía estar más equivocado. Aquella niña era mucho más especial. Se trataba nada más y nada menos que de la hija de Deméter, Diosa de la agricultura, quien conocida por ser justa y severa no estaría muy contenta con el rumbo de los pensamientos de Hades. Este sin embargo, desde el momento en que vio aquellos ojos del color del tiempo, había tomado una decisión irrevocable. A diferencia de sus hermanos, no solía ser caprichoso, existían en el mundo pocas cosas que anhelara con suficiente fuerza como para obrar de tal forma y aquella joven, sin duda se había convertido en una de ellas.
Se alzó en toda su imponente altura haciendo que su sombra se proyectara sobre el cuerpo durmiente. Su figura negra y tenebrosa, contrastaba con el brillo de un mundo tan bello y lleno de vida. El mundo que le rodeaba ahora era el que había alumbrado a Perséfone, y del cual pensaba arrancarla sin miramientos.
"Pero no aún" pensó. Consideraba que al menos podría urdir un pequeño engaño antes de lograr su cometido. Una ofrenda...
Cavilando acerca de ello y luego de entregar una última mirada a la inocente imagen con que había dado se alejó sigilosamente para regresar a sus dominios, mientras la niña, ignorante de que su destino acababa de ser decidido, continuaba durmiendo apacible y feliz sobre la hierba.
Al día siguiente sobre los campos de Nisa, decenas de Narcisos florecerían.