| 0 | El inicio.

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Sydney siempre ha creído que hay una fuerza sobrenatural que actúa en nuestras vidas. Que esta fuerza-o-lo-que-sea-que-es dicta una parte de nuestro destino, y que es por esa fuerza por la que terminamos en situaciones triviales en las que nunca, dentro de nuestra cordura, pensamos encontrarnos.

Quizá esa fuerza era la que ahora tenía a Sydney con pegajoso barro fresco hasta las rodillas, bajo una lluvia torrencial, completamente empapada, con un techo maltrecho sobre ella, aunque era casi lo mismo que estar completamente indefensa.

Ah, sí. También estaba con la única persona en este mundo con la que no desearía estar. Nunca. Nunca jamás en su vida. Es más, viajar a Marte y morir en el intento le parecía una idea mucho mejor que pasar aunque sea un segundo de su tiempo con Shawn Mendes.

Eran casi las nueve de la noche, y el partido de futbol había terminado desde hacía casi hora y media. De hecho, había sido la lluvia la razón de que el partido terminara, y de que todos se marcharan temprano, pero Sydney no tenia auto y Shawn, bueno, el seguramente se había quedado para molestarla con su presencia.

Sydney se aparto el pelirrojo cabello del rostro, y con una increíble sorpresa, se dio cuenta de que sus dedos estaban manchados de negro. Increíble, su delineador no se había caído del todo, y apostaba que estaba en chorros por su rostro, dándole un aspecto tenebroso. Golpeo el suelo con el pie una vez más, salpicando mas barro a todos lados.

Shawn volteo a verla de reojo. Si, su cabello estaba en mechones gruesos sobre su rostro, y escurría agua, y si, su delineador era un desastre en sus mejillas, pero no se veía tan mal como se escuchaba. No había manera en que Sydney se viera mal algún día.

Excepto la mañana después de que rompieron.

Sin darse cuenta, Shawn se hundió un poco ahí mismo, sentado a su lado, por el simple recuerdo del rostro de Sydney la mañana siguiente a su ruptura. Si él se sentía terrible, ella estaba devastada. Aun no terminaba de entender la razón por la que ella se encontrara tan mal. Ella había sido la que lo engaño con ese argentino de acento curioso que llego al instituto.

Ninguno de los dos se había hablado desde aquel trágico día en que Shawn descubrió a Sydney y ese argentino como-se-llame besándose en la entrada a los vestidores de los jugadores. A Shawn no le gustaba mucho el deporte, pero tenía amigos en el equipo, y si, fue justo en el momento en el que Shawn fue a buscarlos que encontró a su novia rodeando el cuello de ese chico de acento extraño, para atraerlo más a ella y profundizar el beso. Al inicio, Shawn se quedo quieto, como petrificado, pero cuando vio a ese boludo tocarle el trasero a su Sydney, fue el límite.

Nadie entendía muy bien porque Sydney armaba tanto drama, mucho menos Shawn, pero era verdad que ella parecía tener la vida destruida por esa situación.

-¡Deja de mirarme! –Sydney estallo, gritando a Shawn con todas sus fuerzas.

Shawn no se había dado cuenta de que la estaba mirando, pero pego un salto en su lugar en cuanto ella grito. Como recordaba sus gritos, aunque regularmente eran más amables, y le pedían que hiciera algo durante un tiempo más prolongado.

-¡Que dejes de mirarme, Shawn! ¡Maldita sea! ¿Qué problema tienes conmigo?

Shawn abrió los ojos demasiado. ¿Qué acababa de decir? Maldita sea, Sydney siempre ha sido tan histérica.

-¡Yo no tengo problemas contigo, Sydney!

-¡Entonces lárgate!

-¡Lárgate tu! Tú no tienes derecho de estar enojada conmigo después de lo que hiciste.

10 Things I Never Told You | Shawn M. |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora