| 8 | Compañía.

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8. Nunca me dejaste sola.

Subí al transporte público para ir a uno de esos museos a los que mi clase de Historia me había mandado. Shawn también estaba en mi clase, pero por motivos completamente desconocidos había dejado de asistir, por lo que me tuve que quedar con Sharon y Julian.

Tenía que estar en la apertura de una exposición en el museo, la cual comenzaba a medio día, pero sumada con la hora y media de trayecto desde donde vivíamos hasta la localización del museo hacían obligatorio levantarse temprano para completar el tedioso viaje. Shawn se había ofrecido en llevarme en el auto de su padre (el que recientemente había podido usar luego de obtener su permiso de conducir), pero me negué, por la simple razón de dejarlo descansar.

Me senté en los asientos de en medio del autobús, y saque mis audífonos para comenzar a escuchar música.

La primera media hora transcurrió normal, hasta que en una de las paradas, que no ubicaba bien, subió un hombre de mediana edad y se sentó junto a mí.

La mitad del bus iba vacío, pero decidí no quejarme, tal vez a él sólo le apetecía viajar en este lugar y listo. Pero entonces el movimiento del hombre a mi lado llamo mi atención. Lo vi por la esquina del ojo y me di cuenta que se había sentado de manera en que me podía ver fijamente.

Quince minutos después de tener al hombre mirando cada uno de mis movimientos, decidí mensajear a Shawn.

El hombre a mi lado no dejaba de verme, y de dar miradas esporádicas a mi celular. Me estaba intimidando.

Llame a Shawn, y el comenzó a hacerme la plática como si fuésemos realmente novios y no el punto medio en el que estábamos

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Llame a Shawn, y el comenzó a hacerme la plática como si fuésemos realmente novios y no el punto medio en el que estábamos. Me gusto llamarle bebé y mi amor como tantas veces había pensado hacerlo, y reírme viendo a la ventana, casi incluso olvide que el hombre al lado mío me estaba acosando.

Cuatro estaciones más delante de donde le había pensado a mensajear, Shawn me encontró. En el momento de pedirle permiso al hombre que estaba a mi lado para poder bajar, el se me quedo viendo de una forma muy extraña antes de ofrecerme una sonrisa lasciva y dejarme pasar.

Casi baje corriendo para encontrarme con Shawn, que me esperaba afuera del Mazda azul de su papá.

Sus brazos abiertos me recibieron, dándome un fuerte abrazo. Llevaba jeans y una camisa azul arrugada, junto con sus Ray Ban oscuros y el cabello ligeramente desordenado. Olía a su cama, y a su loción.

-Cuando te diga que me llames, hazlo, no importa la hora, no quiero que te pase nada.

Entramos en su auto, y llegamos a una calle del museo media hora antes. Estacionamos el auto en la planta más baja del estacionamiento del centro de la ciudad, donde había tantos autos como personas, es decir, casi ninguno.

-Lamento hacerte venir tan temprano –murmure.

Shawn me miro un par de segundos, antes de sonreírme y quitarse los lentes, revelando sus ojos aún adormilados.

-Tal vez quería pasar el día contigo.

Pusimos un poco de música de Codplay, cuando comenzó a besarme.

Si, no éramos novios, pero estábamos cerca de serlo, algo me decía que en San Valentín tal vez, solo tal vez, podría pasar algo nuevo entre nosotros. Pero eso no impedía que nos besáramos, y ¡maldición! ¡Qué bien besa!

Nos besamos, y mientras su lengua intentaba entrar a mi boca, empujo su asiento hacía atrás. Solté el cinturón de seguridad que me rodeaba y me moví para sentarme a horcajadas sobre sus piernas.

Ahí, en la oscuridad del último nivel de estacionamiento, nos besamos. Yo sobre él, con los dedos bien hundidos en su cabello, dándole pequeños jalones cada tanto tiempo, el resto del tiempo pasaba mis manos por el inicio de su ancha espalda y la parte blanca del pecho a la que los cuatro primeros botones abiertos de su camisa me daban acceso. Él, debajo de mí, pasando sus manos de mi cintura a mis piernas, perdiendo sus dedos debajo de la falda de mi vestido, sin resultar demasiado incomodo o rápido.

Diez minutos antes de que empezara la presentación salimos del auto, y nos dispusimos a caminar al museo, él arreglando su camisa que ahora estaba más arrugada que antes, y yo luchando por acomodar mi cabello y mi maquillaje, que en el calor del auto comenzó a desordenarse.

Ese día, después de ir por mí, nos besamos, solo nos besamos, pero entre esos besos conocimos el uno al otro de una manera diferente. 

10 Things I Never Told You | Shawn M. |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora