CREDITOS E INTRODUCCION

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Dedicado a Fátima y Karen... por ser la inspiración de mi vida. 

Agradecimientos a JQ y HR, por haberme brindado un mes vital para la creación de esta obra.



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"A mitad del camino de la vida, en una selva oscura me encontraba, porque mi ruta había extraviado"

Dante Alighieri – La Divina Comedia.

"Lo escribí hace tiempo. Cuando lo hice, Dios y yo sabíamos lo que significaba. Ahora, sólo Dios lo sabe"

Robert Browning


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El anciano de traje gris estaba a punto de tomar otro café de la máquina expendedora  cuando se percató que su cliente se acercaba, con parsimonia se dirigió a la mujer, mientras decía con voz suave:

— ¡Déjeme reiterarle mis condolencias por lo ocurrido, señora!...Aquí está la dirección del bufete para que pase en el transcurso de la semana a firmar los papeles...

Acto seguido le ofreció su tarjeta de presentación la cual sacó de uno de sus bolsillos. La recién llegada la tomó, y a continuación estrechó la mano del viejo, con una expresión compungida. Luego el sujeto se retiró haciendo una leve reverencia.

Ella observó de reojo el trozo de cartulina que mostraba la ubicación de aquella oficina en letras de color dorado. Sintió una leve opresión en el centro del pecho que la hizo querer sollozar y darle rienda suelta a su dolor, pero entonces suspiró con lentitud para tratar de calmarse. Sabía que a partir de ese momento debía ser fuerte. Por lo que le hizo señas a una niña que estaba sentada a unos metros, sobre unos sillones, en el área de espera. La nena volvió a ver y sonrió. 

Sin esperar más, ambas salieron tomadas de la mano por la ancha puerta del hospital que daba a la calle principal. El tráfico de la ciudad era lento a esa hora. Las nubes de tormenta se disipaban dando espacio a los rayos de sol que se asomaban como los tímidos brotes de las plantas al inicio de la primavera. El ambiente era frío debido a las lluvias de las últimas semanas, pero el clima estaba mejorando. El cielo parecía querer desembarazarse de aquel manto gris que lo asfixiaba.

La joven mujer tenía un semblante triste viendo el ir y venir de la gente. Mientras la niña la observaba con una expresión curiosa, en su pequeña cabecita se formó una preocupación.

— ¿Al fin vamos a ver los animales? – preguntó sin ambages la pequeña, y al mismo tiempo le apretaba la mano.

— ¿Cómo? — dijo la madre saliendo de sus recuerdos.

— ¡Los gatos grandes! — respondió con vehemencia la infante.

— ¡Ahh! ¡El zoológico! — recordó ella, pensando que a su hija no se le olvidaba ningún detalle.

— Sí. Eso. ¡Solótico! ¡Tú me lo prometiste!

— ¡OK! Vamos entonces. Y después iremos a la casa para que juegues con tu abuelito.

— ¡¡Sí!! — exclamó la chiquilla con una sonrisa de oreja a oreja.

Bajaron los escalones y luego se perdieron en la marea humana que se agitaba en las calles de la ciudad. La madre suspiraba mientras recordaba todo lo que había pasado; y estaba a la expectativa acerca de lo que les depararía el futuro a partir de ese momento.

 La madre suspiraba mientras recordaba todo lo que había pasado; y estaba a la expectativa acerca de lo que les depararía el futuro a partir de ese momento

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LOS DONES DE LA SERPIENTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora