DE MAL EN PEOR

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La partida del anciano sumió al niño en una depresión profunda. A lo anterior se sumaba la ausencia de su madre, cuyo trabajo le exigía viajar a las ciudades cercanas, por lo que Salvador pasaba la mayor parte de su tiempo en soledad. Llenaba sus horas con sus tareas y lecturas de textos diversos. En las clases, se encerraba en silencio taciturno, donde sólo se dedicaba a permanecer sentado, sin establecer ningún contacto o vínculos con sus compañeros.

Su rendimiento académico no era tan destacado como antes, pero pasaba sin dificultad las pruebas y exámenes. El problema era que se había convertido en la víctima perfecta del "bullying" de un grupo de alumnos abusivos.

No era raro el día donde no sufriera algún tipo de vejación como zancadillas, robo de dinero, ocultamiento de libros de texto o agresiones llanas y simples. El grupito de abusadores tenía como líder a un niño que con el tiempo se convertiría en un delincuente juvenil muy famoso. Su nombre era Roberto Serrano, su principal diversión consistía en quitarle la golosina a la víctima de turno durante el recreo, tirarla al piso, si era necesario aplastarla con el zapato, y luego obligar al tembloroso alumno a comérsela frente a él. Si sus órdenes eran desobedecidas, una andanada de golpes era la consecuencia inmediata.

Era el alumno más alto de la clase, por la acción hormonal parecía que la pubertad le había llegado con anticipación. Ese año había decidido hacer de Salvador su acosado preferido. Cada tarde el chico regresaba a casa con algún golpe, magullón o con la dignidad por los suelos debido a las bromas crueles que le eran inflingidas.

En clase de educación física siempre terminaba con alguna caída aparatosa. Y un par de veces tuvo que ir a la enfermería con la nariz sangrante porque Roberto lo golpeaba durante las prácticas de basquetbol.

Un día el chico intentó defenderse, pero como consecuencia de ello fue arrojado a una charca cercana a la salida de clases, porque Roberto y su pacotilla de amigos lo esperaron con paciencia de sabuesos. No les bastó dejarlo empapado, sino que lo golpearon y arrastraron por el lodo.

Salvador se llenaba de frustración y odio por la situación, pero de alguna manera sentía que no podía hacer nada o más bien que era un castigo merecido por las acciones que derivaron en la muerte de su abuelo.

La culpabilidad lo consumía día a día, llenando de miseria cada minuto de su existencia. Sufría de insomnio y cuando conseguía dormir, las pesadillas lo acosaban.

Cuando cumplió los doce años, el muchacho comenzó a añadir un nuevo componente a sus angustias diarias. Su escuela solo era para varones por lo que de algunas conversaciones que escuchó en el baño, supo que había una forma de usar sus genitales para hacer algo que sonaba interesante. Él no era del tipo que se guiaba por rumores vagos en algún baño colegial, debía corroborar la información en alguna fuente fiable.

Un día de esos le pidió a su madre que lo llevara a la biblioteca de su abuelo, que estaba en la casa antigua al oeste de la ciudad. El hombre que arrendaba la casa era un amigo del fallecido. Además le debía su vida porque lo había salvado de morir durante la guerra. Tenía el trato de conservar los libros de aquel cuarto, y darle acceso al chico cuantas veces quisiera.

En uno de los anaqueles había un libro titulado, "Manual Sexual - Kama Sutra Ilustrado", que el chico recordaba haber hojeado alguna vez, pero sin mucho interés porque las láminas solo enseñaba a pura gente desnuda.

Salvador logró sacar el libro a escondidas de aquel lugar, y llevarlo a su casa. Esta fue una lectura obligada a partir de aquel momento, donde se enteró de un sinfín de hechos de la vida. En uno de sus capítulos se mostraba como darse placer en solitario, y esto le ayudó a poder liberar la tensión que lo atenazaba desde que empezó a salirle vello en regiones insospechadas.

Aquellas primeras experiencias estaban anotadas en su diario, el cual tuvo la mala suerte de dejar sobre su mesita de noche, un día que su madre no fue a trabajar. A ella le llamó la atención aquel cuaderno de tapas negras y procedió a su lectura. Todo lo escrito por su hijo terminó escandalizándola.

Ella sentía vergüenza en hablar con el chico respecto a las funciones y cambios que él experimentaba, por lo que procedió a consultar con el psicólogo escolar, para que él lidiara con aquel problema.

Durante la entrevista posterior a la que fue citado Salvador, el tema de la masturbación salió a la luz, y el orientador comentó que la señora estaba preocupada por este hecho. El chico dedujo de inmediato que su progenitora había leído su diario. Se sintió avergonzado y traicionado, porque sus pensamientos más profundos estaban plasmados ahí, algo que era lo más secreto y privado para él, había sido leído y quizá sacado de contexto por su madre. Cuando regresó a casa ese día, procedió a quemar el cuaderno, y a partir de ese momento, no volvió a confiar más en ella.


LOS DONES DE LA SERPIENTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora