Tres

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Simón

Nunca conocí a mi familia, nunca supe que tenía una, nunca me imaginé que una desconocida podría tener la misma sangre que tenía yo, pero lo que más me sorprendió fue que no estuviera arreglandome para mi boda, y en vez de eso, estar sentado tomando té con mi tía Esmeralda.

-¿Me podría contar más acerca de mi madre?-pregunté tomando un sorbo del té que había preparado, aun que para ser verdad, era el unico tipo de té que conocía.

La casa de mi tía Esmeralda no quedaba muy lejos de donde ella trabajaba, y con magía llegaba a él en cuestión de segundos. Su casa era pequeña, pero reconfortante, simple pero acogedora, me gustaba. Antes de que respondiera mi pregunta, mi celular volvio a sonar, era Baz, por décima vez. Se que me mataría cuando llegará una hora tarde a la boda, a nuestra boda, sabía perfectamente que sería capaz hasta de convertirme en sapo el resto de la fiesta.

-Bueno..- contesto mi Tía aclarandose la garganta- Tu madre era algo bruta -rió- pero amaba a tu padre, el Hechicero. El creía que combinando ambos niveles de magia, el de tu madre y el de èl, lograrian crear algo sumamente poderosos, y así fue como naciste tu... -sonrio como si un recuerdo viajara por su mente, como si le doliera recordarlo pero a la vez le hacia feliz- Tu madre no soporto mucho despues del parto... quedo sin magia, comenzo a debilitarse y finalmente... murió.

Me quede sin palabras por lo que acababa de descubrir de mi vida, un capitulo secreto del que no sabia mucho... Pensar en el hechicero como mi padre, un buen padre, no como el padre que decidio abandonar a su pequeño solo para buscarlo años despues.

-Simon, hijo, tu tienes un poder increíble ... -sonrió- eres el hijo de la mezcla de magia correcta.

Suspiré .

-Era el mejor mago...-cerre los ojos recordando mis dias en el instituto Watford, como me alababan por acabar con dragones o mantener el orden de las cosas, la gente me amaba por eso, pero ahora, no soy mas que un simple mundano- Ya no tengo magia -dije sin más.

-¿Como pasó eso?- pregunto mi tía asombrada.

-Tuve que vencer mi lado oscuro -sonríe por lo absurdo que se escuchaba eso- si tan sólo  pudiera recuperar el poder que perdí sin volver a hacer daño a la tierra...

Mi tía abrio los ojos rapidamente, el mismo gesto que yo tenía cuando se me ocurria una idea.

-Tal vez no sea imposible, Simón.-Dijo levantandose y fue directo a buscar un libro en su amplia biblioteca justo detrás de ella- La era de oro -Respondió después de unos segundos de busqueda- Es aquella fecha que puedes hacer que lo que realmente extrañas o amas, regrese... -sonrió- Simón, ¿Crees en los fantasmas?.

Esa pregunta me dejo con miles de dudas. Había visto a la madre de Baz pidiendo ayuda para poder cruzar el velo...

-Posiblemente- respondí sin saber como interpretar mi respuesta.

-Bien -dijo sonriendo- por que tendrás que ir a Watford y hablar con el fantasma del Hechicero...

Eso sin duda me saco completamente de todos mis pensamientos.

Baz me mataría, sin duda alguna.
Ya esperaba mi muerte en 10 minutos.
Baz me haría mierda llegando a la boda.
Pero no fue así, por raro que parezco no ocurrió nada de eso, por el hecho de que no había boda.

Llegue corriendo a bañarme y ponerme el costoso traje que Baz había exigido comprarme, pero mi sorpresa fue que cuando entre a la lujosa sala del departamento llena de rosas blancas (las cuales olían demasiado bien) me percaté de que dos personas estaban sentadas en los sillones que yo había comprado en la subasta benéfica de la ciudad. Fiona y Baz conversaban en silencio mientras bebían una botella de vino casi vacía.

-Vaya, el desastre a llegado. -dijo Baz cuando me vio llegando al departamento.- Pensé que nunca llegarías.

-¿Porque demonios no estás en la ceremonia esperándome? -pregunté desconcertado al notar la presencia de Baz en nuestro departamento.

-Será por qué a mí increíble novio se le olvidó poner correctamente nuestra fecha de casamiento en las invitaciones? -sus ojos se volvieron secos y sin brillo, su rostro comenzó a tener un ángulo sombrío, sin duda estaba molesto.

-Mierda... -me limité a decir- Baz... yo... -mi arrepentimiento era poco a comparación de las palabras que intentaba buscar para remediar esto.

-Yo me iré... -contesto Fiona que llevaba un vestido súper costoso y un peinado muy elegante, aunque según su maquillaje corrido, tenía horas estando así.

Salió de la habitación dejándome a mi y a Baz solos, el silencio reino entre nosotros.

-Yo no quería hacerlo... -conteste después de un rato- No sabes cuánto lo siento...

-Estoy cansado, Snow -respondió. Me dijo Snow, después de 3 años que no lo hacía.- Estoy arto de ser tu segunda opción...

-¿Segunda opción? A qué te refieres, no hay nadie más, Baz, solo tú... -me acerqué a él e intente sostener sus manos.

-Aléjate -me pidió y yo obedecí.- Estoy cansado de que siempre me pongas a mi en segunda plana, desde el instituto hasta ahora me tratas como segunda parte de tu vida, aún cuando he dado tanto por ti...

-Baz... -intente contestar pero me interrumpió.

-Aún no acabo- siguió.- Estoy cansado Snow, y tal vez Mark tenga razón... -susurró.

Mark era amigo del trabajo de Baz, ambos eran jefes de cocina de un restaurante muy importante en la ciudad y en el país, yo siempre sospeche que Mark estaba enamorado de Baz, pero siendo sincero, nunca le tome mucha importancia.

-Creo que es mejor darnos un tiempo -soltó- creo que es hora de que cada quién tome un poco de aire y que explore alternativas diferentes...

Me quede sin habla, Baz nunca había considerado la opción de separarnos, ni siquiera cuando nos mudamos a apartamentos diferentes, el siempre quiso estar conmigo.

-¿Eso es lo que quieres? -pregunté con lágrimas en los ojos. No contestó, solo se limitó a asentir con la cabeza.

Me levanté y caminé a nuestra habitación, tome mis maletas de gatitos y perros y las comencé a llenar con mis cosas. Aunque Baz y yo casi siempre compartíamos la ropa, hasta la interior. No tarde más de 10 minutos en guardar todo, mal organizado, pero dentro de las maletas. Miré al rededor, nuestra habitación, una colcha color vino la cubría, paredes oscuras de madera, todo era elegante y rústico a la vez, justo en esta cama perdí mi virginidad con Baz, hace 3 años, razón por la cual me dejo de llamar Snow...

Con lágrimas en los ojos y jalando dos maletas en cada una de mis manos, entre a la sala. Baz seguía con la mirada agachada.

-Buenos... -dije intentado que las lágrimas no nublaran mis palabras, saque de mi suéter los anillos que había comprado- Creo que al final, no hago todo mal... -deposite los anillos y mis llaves del apartamento en la mesita frente a Baz, esperando qué tal vez dijera algo para detenerme y volver a intentarlo. Pero se quedó callado.

-Adiós... -susurre, tome mis maletas y salí con lágrimas en los ojos, sin ningún lugar a donde ir.

Moriré besando a Simón SnowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora