¿Vuelas conmigo?

La inocencia llama a la guerra

               ALAIA

En los accidentes, suele haber unos instantes en donde no comprendes qué es lo que acaba de pasar. Un pitido insoportable te zumba en los oídos, no logras enfocar... las voces te llegan distorsionadas. Te duele la cabeza y el cuerpo y ni siquiera logras procesar que estuviste en un accidente, que probablemente tienes algo roto... Eso fue lo que sentí cuando abrí los ojos. 

La explosión nos había empujado al jardín, disolviendo la nube a nuestros pies y haciéndome caer unos siete metros. El polvo y los escombros cubrieron todo alrededor, entorpeciendo la vista y sofocando mis pulmones. Me incorporé tosiendo, cada vez que parpadeaba veía ese destello violaseo pasando justo a mi lado. Ignoré el dolor en mi espalda, todo era silencio. Junto a mi, Jack gruñia mientras intentaba levantarse, un poco más atrás Sandman se tocaba la cabeza perturbado. Frente a nosotros el polvo comenzó a disiparse, revelando ante nosotros una escena terrorífica. 

El cielorrazo había caído destrozándose en miles de pedazos y ahora solamente quedaba una frágil estructura sostenida por paredes resquebrajadas y columnas rajadas. Me quedé helada, contemplando ese silencio sepulcral. Junto a mi, Jack estaba inmóvil, le temblaban las manos y tenía los ojos bien abiertos por la sorpresa. Nosotros tres éramos los únicos en aire. Cupido y Hada se había quedado a la altura del suelo... los guardianes... mis amigos... Después de la explosión todo fue silencio.

El viento había parado, los rayos, incluso las nubes dejaron de ser tan oscuras. Ahora un gris plateado cubría el cielo dejándonos ver esa horrible catástrofe. 

—No...

Apenas di un paso cuando las primeras voces comenzaron a surgir. 

—¡Ayuda!

—Auxilio.

—¡Sáquenme de aquí!

Sentí que alguien me tomó por la muñeca y cuando me giré me encontré con Thomas; Estaba cubierto de polvo y tenía la ropa bastante deteriorada, pero no parecía herido.

—¿Estás bien? —me preguntó.

—Si, yo... ¿Los demás?

—No tengo idea, logre salir pero no vi a nadie más... espera un momento.

Miró el cielo, todo parecía haber vuelto a la normalidad. Sus ojos azules brillaron por su segundo como si relampaguearan y de pronto una ráfaga de viento pasó por mis oídos. El aire se arremolinó a nuestro alrededor, pero no como un viento demente y sin control. En pocos segundos, todo estaba despejado, la nube de polvo se elevó y disipó en un tornado veloz. Sin embargo, lo que vi me dejó sin aliento. De entre los escombros salían los invitados. Los que parecían estar mejor ayudaban a los caídos.

Corrí a ayudar a Madre Naturaleza, que intentaba liberar a unas ninfas que había quedado atrapadas. Use mi bastón como palanca y logramos liberarlas sin derrumbar nada más, ella corrieron a llorar junto a Madre Naturaleza, demasiado asustadas para pensar en otra cosa.  Thomas se apareció sosteniendo a Nate, que cojeaba de una pierna. 

—Una piedra del tamaño de una Galápagos me cayó encima... al menos fue solamente la pierna —dijo tratando de hacer una sonrisa, pero ni siquiera su tono tranquilo disfrazaba su voz ahogada por el dolor.

—¡Iris! —una vocesita chilló junto a mí. Pic revoloteaba frente a mí de forma frenética— ¿Estás bien? ¿Te lastimaste? ¿Dónde están los demás? ¿Estarán bien? ¿Qué demonios fue eso? ¡Nate!

Y entonces se fue a ver al rubio. La cabeza me dio vueltas mientras el pánico se apoderaba de mí, por donde mirase aparecían rostros conocidos pidiendo ayuda, eran tantos que no sabía a dónde ir. Daba un paso decidida a ir por alguien cuando escuchaba a otro pedir por ayuda, además quería encontrar a los que faltaban... ¡Y Pic no se callaba!