Sólo una casa abandonada

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ÍCARO

De todos los lugares del mundo, de todas las ciudades de Europa teníamos que terminar en Florencia...  me resultaba un mal chiste. No había regresado a mi ciudad natal en siglos, de hecho, más que nada intentaba evitarla a toda costa. Además, me gustaba moverme con la tecnología, pasé gran parte de mi vida en Inglaterra hasta que Estados Unidos se convirtió en el centro de producción más grande.

Que Florencia siempre haya sido una ciudad de renombre hizo que la estructura de la ciudad se conserve casi perfectamente, incluso con los ojos cerrados era capaz de decir qué calles debías tomar para llegar a la plaza incluso utilizando un mapa de más de 500 años. Las calles empedradas estaban cuidadas, las casas pintadas todavía se pintaban de colores cálidos... quizá no encontraría los mismos almacenes o locales que conocía de niño, pero en esencia la ciudad seguía siendo la misma de siempre. No sé exactamente por qué Sandman nos trajo hasta aquí, él era el guardián de los niños, así que no dije nada. Sin embargo, entre más mirada alrededor todo se me hacía más y más familiar... como si realmente hubiese estado aquí antes.

"Será mejor que comencemos a buscar" dijo Sandman con sus símbolos. Se me hacía fácil entenderlo, muchas máquinas tenían lenguas con símbolos y me era fácil aprenderlos.

—Claro, pero... ¿Iris y Jack?

"Se sumarán cuando lleguen, no te preocupes, Jack sabe moverse solo"

Asentí y volví a mirar a mí alrededor, por alguna razón, no me sentía tan bien como esperaba estar de vuelta en casa.

"¿Fixer? ¿Estás bien?" me preguntó el hombrecito. Asentí rápidamente, tratando de restarle importancia al asunto. Él me devolvió el gesto y entonces se alejó en un viplano de arena.   

Me quedé solo con Ally,  así que dejé salir un largo suspiro y comencé a caminar, todavía sin saber qué estaba buscando y porqué habíamos decidido parar allí. 

La gente se movía a través de nosotros como si fuésemos un fantasmas, no era demasiado agradable, pero estaba acostumbrado. Nadie puede vernos, no somos espíritus conocidos como Santa Claus o el Conejo de Pascua. Caminamos a la par por varias cuadras,  esquivando grandes multitudes y tratando de detectar algo fuera de la común, como una sombra moviéndose fuera de lugar o alguna silueta extraña.

—¡Fixer! ¡Ey espera! —no sé cuando dejé atrás a Ally, ahora le llevaba casi media cuadra de distancia y ella intentaba hacerse paso a través de un café muy apretado. Me senté en el borde de una pequeña fuente seca que había sobre una casa para esperarla —¿De qué corres? ¿Soy tan mala compañera? —me preguntó cuando llegó hasta mí. Por un momento creí que estaba molesta, pero me sonreía como si todo le resultara divertido.

—Lo siento, estaba pensando en otra cosa —me excusé. Mousie salió de mi bolsillo y observó el lugar. Algo debió llamar mucho su atención porque chilló y salió disparado como si alguien le hubiese dicho que — ¡Ey Mousie!

Ni siquiera pensé en Ally o en la misión que me había llevado a la ciudad en primer lugar, antes de que Mousie se pierda entre la multitud salí detrás de él atravesando a cualquiera que se cruce en mi camino. 

—Genial, ¡Ratón en fuga! —Ally me siguió sin dudarlo entre ambos intentamos darle alcance. La gente a nuestro alrededor miraba aturdida a los lados cuando los atravesábamos, a veces tenía sus ventajas no ser visto.  

—¡Te tengo! —gritamos los dos al mismo tiempo. No salió muy bien. En lugar de atrapar a Mousie nos chocamos y caímos, para colmo, la calle por la que íbamos estaba en bajaba. Antes de darnos cuenta estábamos rodando cuesta abajo sin nada que nos detenga, lo siguiente que vi fue el cielo azul. Estaba acostado en el suelo con las piernas sobre una pared, pero, viendo el lado bueno, Mousie se había detenido. Ahora giraba frente a mí saltando y chirriando, parecía más feliz que cuando le permito sumergirse en aceite para motor. Ally estaba sobre mí, aplastándome los pulmones. No tengo idea cómo giramos para acabar así.

¿Vuelas conmigo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora