MAX POV
Sólo puedo pensar en cómo sería besarla.
Porque aún no la he besado, y me estoy preguntando seriamente cómo es eso posible. La primera vez que la conocí en aquella fiesta, y luego cuando dije frente a sus amigas que nos habíamos besado... bueno, mentí. Sólo la estaba tomando del pelo.
Es tan divertido meterse con ella que no pude con mi genio. Ella lo sabe totalmente.
Pero no hago nada. Ningún movimiento en falso, porque la realidad es, que no tengo la menor idea de qué le pasa a ella conmigo. Así que prefiero evitar cualquier tipo de situación, por echarlo a perder.
Sin embargo, la intriga me carcome por dentro.
Porque lo sé, no estoy tan ciego para no notar la forma en que ella me mira. Y estoy malditamente seguro de que ella no es ciega para no notar la forma en que yo la estoy mirando, no puedo ayudarme a mí mismo en esta.
Su rostro esta tan cerca del mío y definitivamente estoy dudando de mí mismo. Sería demasiado fácil inclinar mi rostro unos milímetros y listo. Y eso es lo que hago, lentamente, y ella no se aleja en ningún momento, nuestras narices rosándose, tentándose la una a la otra.
Un juego peligroso.
Bailamos juntos toda la noche y madrugada con mis brazos a su alrededor, sus manos sobre mis hombros hasta que el padre de Amy la viene a buscar para llevarla a casa, nunca dejaría que su hija conduzca en semejante estado.
Y no la quiero dejar ir, no aún. Más si tengo en cuenta que no me agrada Tomás, para nada. Algo me huele raro acerca de ese hombre, o tal vez sólo sea los desodorantes que dejaron de funcionar hace rato en esta fiesta. Hombre, necesito aire fresco.
—Te acompaño —me inclino y le digo a Amy al oído, ella asiente solemnemente apartando una mecha de cabello oscuro del rostro. Empezamos a movernos y a buscar salir de entre las personas, mi mano en su espalda baja mientras la guío frente mío, que no sea que algún imbécil se le ocurra hacerse del gracioso y su mano va hacia ella.
Al acercarnos hacia el frente de la casa, una espaciosa camioneta negra espera a por ella en la vereda. Ella toma un fuerte respiro, como reuniendo coraje del aroma del rocío de las flores a esta hora. Siento mi mano hormiguear mientras Amy se detiene, se gira hacia mí y mi mano cae de su espalda baja.
—Nos vemos, Maxi —dice ella inclinándose hacia mí. Y por instinto, yo también me inclino hacia ella. Sus suaves labios de color rosa vieja se posan en mi mejilla, una suave pluma sobre mi piel e inmediatamente la esquina de mi labio izquierdo sube arriba.
—Adiós, Amy.
Entonces la veo marcharse, en segundos la camioneta negra se aleja del camino de entrada.
Siento unas fuertes palmadas en el hombro, luego, el aliento asqueroso de Chad cerca de mi rostro.
—Amigo, cambia tu cara. ¿Quieres vomitar?
Arrugo las cejas. ¿Qué narices…?
—Claro que no.
Chad se encoge de hombros, empuja un pedazo de cabello fuera de sus ojos y seguidamente vuelve a palmear mi hombro.
—Entonces necesitas más cerveza, viejo. La casa invita.
Y empezamos a movernos hacia el bar. Llenamos nuevos vasos con más alcohol y disfrutamos cada segundo de ello. Qué va, es gratis. Mi mente viajando a las mil y una posibilidades acerca del hecho de qué tal vez Amy me hubiera correspondido si la besaba. Pero así también, las una y mil posibilidades de que no lo hubiera hecho.
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Él es malas noticias!
HumorMax es rebelde, indiferente, provocador y misterioso. Fuma, bebe, va a fiestas sin ser invitado... realmente puedo seguir con esta interminable lista. Pero para dejar las cosas claras, en caso de que no lo hayan notado aún, Max es todo lo que yo no...