Capítulo 26

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MAX POV

Estoy orgulloso de mí mismo.

Malditamente orgulloso.

Así es, mi ingenioso plan salió de maravillas. Aunque al final de la noche, Amy preguntó si en realidad creíamos que ella se había comprado todo el tema de "qué coincidencia, no?".Sin embargo, apreciaba todo el trabajo hecho y por habernos tomado la molestia.

Así que no era tan ingenioso que digamos. Pero oye, los resultados fueron satisfactorios y eso es lo que cuenta aquí.

Ella me había recordado.

Pero no saltes de felicidad aún porque Amy no tiene la menor idea de soy su novio. (¿Puede uno considerarse novio cuando tu novia no te recuerda? No estoy seguro...) En el transcurso de la noche, Chad y yo habíamos invitado a las chicas unos tragos. Su madre, viendo que estaba con nosotros, se despidió y pidió que acercáramos su hija a casa. Pensé que ese era un movimiento bastante audaz por parte de ella y en el fondo, le di las gracias. No estoy seguro de qué fue lo que ella vio cuando miró hacia nosotros. Cuatro jóvenes hablando de cosas al azar, sentados en una mesa, bebida en mano.

Y más aún si tenemos en cuenta que dos jóvenes eran del sexo masculino.

Muchas veces mordí mi lengua, tratando de suprimir el sarcasmo que sabía que correría fuera de mí. Y tal vez, hasta ciertas bromas inadecuadas. Honestamente, no quería generar una mala impresión.

Pero claro, rápidamente me olvidé de ello y como es costumbre, solté unas que otras bromas. Ante esto, Amy echó la cabeza hacia atrás y empezó a reír hasta que le saltaron unas cuantas lágrimas de los ojos. Aparentemente, el hecho de reír de tal forma hizo que tuviera un flashback de mí diciendo algo y de ella riendo de lo que yo había dicho.

Entonces preguntó si ya nos habíamos conocido antes.

Y en ese momento mis manos empezaron a sudar y estuve tentado a dejar salir todo por la borda. No lo hice. Pero sí admití que éramos amigos, ella pareció sorprendida por unos segundos y al siguiente, creí notar un deje de tristeza en sus ojos pero rápidamente parpadeó y preguntó:

—¿Lo eres?

Asentí en respuesta.

—Tiene sentido... —murmuró, fue todo lo que dijo y no pregunté a qué se refería. Lo sabía de antemano.

Acompañado de Chad, dejamos a las chicas a las doce de la noche. Se nos pasó la hora en el bar, hablando y riendo. Sólo compartiendo entre amigos. Así que fuimos directo sin perder el tiempo, no queriendo hacer llegar a las chicas realmente tarde a casa, puesto que Angélica había confiado lo suficiente en nosotros para dejarnos con ellas. No quería perder ese derecho tan rápido.

Kiara se quedó con Amy a dormir, por lo que sólo tuvimos que hacer un recorrido. Al llegar a casa, me siento eufórico. Habíamos quedado con las chicas a ver una película en la casa de Amy al día siguiente.

Esto se está dirigiendo por un muy buen camino.

Rápidamente tiro de mi remera de los Ramones sobre mis hombros y la arrojo dentro del lavarropas. No seguro de cómo hacerlo funcionar. Definitivamente usaría la misma remera al día siguiente. Apreté distintos botones, tratando de descifrar a la máquina. Lo encendí. Obvio, esa era bastante fácil. Pero... luego qué botón apretaba? ¿Había uno que hiciera el trabajo súper rápido? Pasaron unos cuantos minutos y yo me quedé allí de pie. Con el torso desnudo, los pantalones colgando de la cadera, mirando atentamente a la máquina. Esperando. No sabía qué esperaba pues realmente aún no hice funcionar el aparato. ¿Cómo mierda uno hace funcionar esta cosa?

Él es malas noticias!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora