Capitulo 31

247 10 0
                                    


AMY POV

El cielo era gris detrás de Tomás, se desvanecía lentamente dando paso a la noche. El aire se sentía pesado y podía oler la lluvia que caería entrada la madrugada, las nubes se movían sobre su cabeza y a lo lejos escuché el pitido de la policía.

¿Por qué estaba dando tantas vueltas con el asunto de Tomás? ¿Por qué le respondía y no le cortaba el circo de una buena vez? ¿Acaso me gustaba?

No, no lo hacía. No me sentía atraída por él en lo absoluto. Simplemente... me asombraba, me desestabilizaba que un hombre como él, ya con una vida hecha y derecha se fijase en mí. ¿Por qué lo había hecho? Eso no cambiaba el hecho de que Tomás no era un hombre feo y horrible con una panza enorme y cabellos blancos como imaginaba a los pedófilos en mi mente. Era atractivo y podía ser encantador cuando lo quería. Pero al fin de cuentas eso es lo que era. Un pedófilo.

Y tenía herramientas para ganarse a su presa.

Era tan solo una niña a quien la situación le había sobrepasado. Sé cómo se ve desde afuera, ella le está siguiendo el juego, ¿no? De algún modo, mi pobre persona acosada, es la culpable de estar en la mira de un hombre sin escrúpulos.

Esperé no haber sido la primera en quién él se habría fijado. ¿Y si no lo era? ¿Y si Tomas iba por la vida acosando a niñas? Me gustaba pensar que ya era toda una adulta, estaba cerca de serlo. Empezaría la universidad en los próximos meses. Pero eso no significaba que era una chica madura, no aún. Tenía un largo camino por delante.

—¿No deberías estar detrás de mujeres de tu edad? —continuó Max, su rostro era inexpresivo, pero algo ardía en el fondo de sus ojos negros— ¿o simplemente vas por la vida tomándote libertades con niñas menores de edad?

—No he hecho nada malo —se defendió Tomás— yo...

—¿No has acosado a nadie? —respondió Max con tranquilidad abandonando su lugar al lado de la pared— ¿Te parece que besar a una niña sin su consentimiento es normal? Estoy malditamente seguro que podría considerarse un abuso de carácter sexual y que los policías estarían encantados de oír noticias al respecto.

No me molesté en interrumpirlo. Max estaba en lo cierto. Debería de presentar una denuncia contra Tomás. Tal vez incluso ya lo tenía, quién sabe.

Tomás me lanzó una mirada como diciendo: "Defiéndeme. Niégalo", pero lo ignoré. ¿Acaso esperaba que saliera en su defensa? Las luces del porche iluminaban su cabello en un halo. Me pregunté si, en cierto modo, mi madre lo encontraría inocente. Al menos, de momento, si lo miraba bajo esta luz, lucia angelical y podría salirse con la suya.

Al igual que Lucifer.

—Mira, no nos precipitemos —Tomás introdujo la mano dentro de su bolsillo trasero y sacó su billetera—Deberíamos de tomar las cosas con calma.

¿Con calma? ¿Y hacer qué? ¿Pagar por mi silencio? ¿Qué clase de novela ridícula estaba viviendo? ¿Era esto real?

El rostro de Max seguía impasible, me tiró una mirada por encima del hombro como si leyera mis pensamientos. Lo contemple fijamente, en otro contexto yo sería una niña astuta y valiente, como las protagonistas de un libro, pero no lo era.

Era una niña realmente tonta.

—¿Qué estás haciendo? —murmuré.

—Ridículo —inquirió Max— deberías de largarte de una vez.

—No quiero problemas — respondió Tomás— solo quiero disculparme. No estuvo bien lo que hice. —me miró— espero puedas perdonarme.

—Eso depende —dije, ¿Cuántos billetes había ahí? — ¿Cuánto ofreces?

De repente todo el aire de tensión y dramatismo desapareció.

—Amy —Max soltó un regaño.

Como había dicho, podría ser estúpida cuando quería.

—¿Qué? —solté— bien me puede compensar por los malos ratos. Al fin y al cabo, me habían atropellado por su culpa.

Y porque no miré al cruzar la ruta. En parte culpa mía. Pero el hombre quería darme dinero y ya estaba todo hecho. ¿Qué más daba? Al menos tendría un beneficio por más mínimo y ridículo que fuera. No había manera de evitar lo qué pasó. Solo quedaba seguir. Y, además, ¿cómo reaccionaría mi madre ante toda esta noticia? ¿Valía la pena realmente hacerla pasar por el martirio de tener un esposo acosador?

—Bastante —dijo Tomás.

—¿Lo suficiente para comprarme un auto?

Max rodó los ojos.

—Ya tienes un auto.

—Solo quería saber si era lo suficiente para hacerlo si se me antojaba.

Me encogí de hombros. Por un instante, me veía a mí misma sobrevolando la escena y analizando la situación, ¿realmente sería tan fácil conseguir mi silencio? En el fondo lo que más me asustaba era la reacción de mi madre. ¿Qué pensaría al respecto? Tomás era su nuevo esposo y ella seguía en una luna de miel. Una falsa luna de miel, con los ojos cerrados y oídos sordos.

—No realmente —intervino Tomás— pero eso es lo que quieres? ¿Lo que necesitas para perdonarme?

—Espera un momento —levante ambas manos —no pienso perdonarte. Pero si puedes comprar mi silencio y evitar un drama con mi madre. Tú decides.

—O ir a la cárcel —continuó Max. Buen punto. —Y desaparecer.

—¿Desaparecer?

¿Acaso pensaba seguir como si nada?

—Estas de broma, ¿no? Te estoy haciendo un favor y dándote la oportunidad de desaparecer de nuestras vidas —dije— sin problemas, sin complicaciones. No es una negociación.

—Todavía pienso que Amy debería denunciarte —Max achicó los ojos. Estaba probando el límite de su paciencia. Pero la decisión era mía y sólo mía. Carraspeé y él me miró —Pero ella es la que decide.

Tomás guardó su billetera detrás de su pantalón.

—No iré a ninguna parte.

Solté una risa seca.

—Te lo dije, esto no es una negociación.

Max se movió un paso adelante y se colocó frente a Tomas, lo sobrepasaba por una cabeza de alto.

—Entonces no nos das más opción que hablar con Angélica.

—¿Acerca de qué Maximiliano?

Una nueva voz apareció detrás de Tomás. En cierto punto mi madre aparcó el coche en la entrada de vehículos y se bajó con ambas manos llena de compras del supermercado. Su cabello marrón estaba en lo alto de su cabeza en una coleta y su ropa de gimnasio lucía arrugada. Empujó a Tomas con la cadera y sonrío sin tener la más pálida idea de qué se trataba esta reunión en particular y se abrió paso dentro de la casa. Su inigualable perfume a Carolina Herrera la siguió dentro. Mi garganta picó cuando su olor me alcanzó.

—A ver si me ayudan con estas bolsas o siguen de pie allí —dijo e inmediatamente Max se movió al lado suyo y tomó las bolsas. Pasó a mi izquierda y dobló en dirección a la cocina. Sus ojos negros me encontraron en el camino y levantó ambas cejas.

La decisión era mía.

—Tal vez deberíamos sentarnos —murmuré, y esperé tomar la decisión correcta.




Hola! Así que, ha sido una espera muy larga y lo lamento, pero estoy de vuelta y esta vez intentaré continuar con EEMN y con un par de proyectos que tengo en mente que iré publicando. Muchas gracias por leer EEMN, espero poder darle el final que se merece y finalmente empezar a editar el borrador. Realmente no le tenía esperanza a EEMN, pero el interés que han demostrado en la novela a lo largo de este tiempo me ha impulsado a darle una segunda oportunidad.

Gracias por la paciencia.

Con amor, C.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Dec 05, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Él es malas noticias!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora