Capítulo 008

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—Estás loca —musitó con un cansancio en su rostro mientras el destello se iba apagando en sus ojos. Seria, y con una sonrisa cínica prosiguió:—Estás realmente loca. Deja de crear fantasías sobre algo que no existe en los planes del destino, si es que hay, y cállate de una buena vez.

Kano sólo pudo apreciar su carcajada sin humor.

«Antes de que la vida de Touka llegase a experimentar el fatídico final. Un pequeño atemorizado y a la vez enfurecido reunió todo su valor para atacar a la taheña. Un sabor amargo y metálico inundó en su cavidad bucal en Kano. En el coxis la extremidad brillante compuesto por el músculo líquido fue tan astuto para acertar la dirección el cuál se le encomendó. Fue así como los gritos de desesperación nacieron en el azabache. La esclerótica negra y sus pupilas escarlatas fueron acompañadas por unas dulces alas similares a las de su hermana, con un núcleo como la lava, y dentro del contorno con un rojizo carmesí. Se cristalizaron y unos proyectiles tan veloces como el viento realizaron varios cortes alrededor de la anatomía de Kano, quién sólo se pudo defender con la ala de su kagune su delicado rostro.

—Mejor me iré. No me apetece saborear sus sangres, no quiero volverme estúpida luego con su coherencia inútil —ladró mientras, con una velocidad increíble que incrementaba gracias a sus kagunes desapareció de aquel callejón.»

—Te estoy dando una invitación formalmente para que te unas a mi equipo, o ¿prefieres estar por ahí deambulando? Porque sin duda, si te unes podrás sentir la adrenalina en tus venas pero con seguridad en tu espalda. ¿Qué dices? ¿Te unes o no? —preguntó Kano con un semblante inexpresivo pero que relataba las memorias de sus pasados. La batalla sanguinaria que combatieron que sólo fue testigo aquel callejón oscuro, trazaba en la mente de ambas mujeres cada segundo. La juventud de aquellos tiempos y la velocidad era distinta a la actualidad; aquella ligereza disminuyó en Touka por los años, al igual que Kano. Aun que situaciones distintas causaron el hecho, pero seguían teniendo aquella escencia. La matanza de Kano disminuyó porque su clan lo impidió, rebajándole su nivel de batalla y su carácter malicioso de aquellos tiempos. Pero Kano sabía que, si quería recuperar lo perdido, debería de mejorar sus habilidades. A penas rozaba las veintena de años de existencia. Su cuerpo soportaría los pequeños daños que ocasionaría entrenar, pero eso, no le importaba.
El rostro de Touka se detuvo en su carcajada sin humor, y decidió observarla a sus ojos cetrinos. Fue entonces cuando comprendió, de que su propuesta iba seriamente.

—Está bien. Con una condición —aceptó cruzándose de brazos—. No permitiré que realices un daño sobre mí.

Kano asintió silenciosa mientras se aproximaba a la puerta y citaba:

—Acómpañame. Hay una loca científica que quizá ya completó mi encargo —comentó mientras desaparecía de la tienda. Touka se quitó aquel delantal blanquecino que llevaba y lo depositó sobre una de las mesitas de madera. Dio unas cuantas zancadas apresurada hasta que llegó a un metro a ella mientras intentaba inútilmente regular su respiración.

—Está a unas cuántas calles de aquí —agregó con un tono calmado—. Su nombre es Utano, dice ser la hermana de un tal Uta, pero no se viene nada a mi cabeza.

—Entonces ¿cómo has obtenido tu máscara? —preguntó dudosa y con cautela por si algún movimiento brusco realizara su acompañante.

—Me lo dio como dádiva ella —respondió insignificante—. Comentó que es importante cubrirse el rostro para mi identidad. A parte, venía unos cuantos días esperando su entrega para la máscara. No sé quién la fabricó, pero si lo encontrara, se lo agradecería.

La voz de Touka se detuvo para dar por finalizado la conversación. Hundida en sus pensamientos, cuando menos lo esperó, ya se encontraban en una casa muy agradable por fuera en aspecto. Kano golpeó suavemente la puerta, las zancadas golpeteaban en los oídos de las mujeres, percatándose de que estaba cerca. El sonido de algo metálico se escuchó en la cerradura, para luego abrirse la puerta por completo, dando a luz una mujer de cabello oscuro hasta la cintura mientras que una parte de su melena estaba rapada. Su esclerótica estaba totalmente negro y sus pupilas zarcas.

—Kano, un gusto verte otra vez —comentó con un toque de alegría en su voz—. Y trajiste a tu compañera esta vez, ¿se llama Toki?

—Touka —corrigió—. Toki no quería unirse a mi equipo. Así que rechazó mi invitación.

—Oh, comprendo —contestó fingiendo interés mientras cerraba la entrada detrás de ellos—. ¿Quieres té verde?

—No, pero gracias —respondió mientras la comisura de sus labios se elevaba—. ¿Te llegó el encargo?

—Síp, y las bestias han sido muy lindas —comentó con una curva en sus labios—. Pero cuando probé con mis experimentos, no funcionó. Excepto en dos amiguitos que sobrevivieron. Te lo mostraré.

Utano abrió una puerta la cuál la llevaba hacia un sótano. Cuando estaban allí, Touka apreció aquel extraño sitio enmudecida. Fue cuando decidió preguntar:

—¿Por qué su pupila es azul y no roja? —Le picó la curiosidad mientras sus ojos se guiaban hacia una pequeña jaula abierta.

—Es un lente de contacto, cuando sus pupilas se vuelven escarlatas, el color se mezcla y se forma uno morado. Es algo trasparente —musitó mientras apreciaba dos lobos jugueteando entre ellos dos—. ¿Y ellos quienes son? —gritó para que su voz llegara sus oídos a lo largo del trayecto.

—No lo sé, ponles un nombre por mí —informó mientras rebuscaba entre su escritorio cargado de papeles. Las manos de Kano impactaron contra su regazo mientras se inclinaba un poco, uno de los lobos se apresuró y se abalanzó hacia Kano, ésta explotaba en risas, y, cuando sus ojos se encontraron con los del agradable lobo, su ceño se frunció.

—¿Qué les has hecho, Utano? —cuestionó con cierto enojo, mientras apreciaba sus ojos; su esclerótica era oscura, y sus pupilas carmesí.

—Les inyecté "algo" —respondió con cierta gracia mientras reía levemente.

—¿Qué es?

—Los animales no tienen Células Rc, así que, con cautela, le fui inyectando día a día un poco a estos dos adorables amigos. Y fue cuando llegó al máximo, en donde estos dos se convirtieron en unos monstruos.

—¿Qué...? —comentó impactada—. ¿En qué los convertiste?

—¿Quieres saber la respuesta? —Kano asintió—. Bueno, ellos te lo están diciendo. "Los animales también pueden ser especiales."

Ookami «Tokyo Ghoul» (#FanficAwards)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora