Capítulo 015

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-¿Hay algo que confirme tu teoría? -interrogó con el ceño fruncido, mientras el moreno se inscorporaba y sujetaba su maleta.

-Sí, la ausencia de aquella persona y la actividad reciente de Lobo -respondió con su semblante inexpresivo-. Ahora iré a buscar más sobre ella. Y sé quién podrá brindarme información.

En un puñado de minutos ya se encontraban fuera del edificio del CCG mientras se dirigían al hospital. Allí, Amon le comentó al receptor sobre el nombre de Suzuya Juuzou y éste le indicó la sala número 313. Cuando llegaron, con sus nudillos golpeó levemente la puerta para luego escuchar un "pase" y entrar. Aquella escena que se adentró por los cuatro ojos de los espectadores quedaron pasmados, puesto que, no podían ni imaginarse esa imagen tan catastrófica; Suzuya estaba arropado bajo las sábanas celestes del hospital, mientras que su brazo ya no tenía existencia a comparación del otro, sus ojos permanecían cerrados pero a veces se podía visualizar sus labios separarse y murmurar algo.

-No puedo llegar a creer que esté en este estado -comentó Amon mientras sujetaba una silla y se sentaba. Había una señora en la habitación; su cabello tenía canas, con unas gafas de marco gruesas y aparentaba de unos sesenta años. Aquella mujer observó a los dos jóvenes que miraban a Suzuya impresionados, para luego apartar la vista y acomodar sus gafas con sus dedos índice y el corazón.

-¿Y ustedes quiénes son? ¿Por qué están aquí? -cuestionó la señora mientras fruncía el ceño levemente, alzando la barbilla para tener una mejor visión de la diminuta televisión implantada en la pared, que transmitía un canal de cocina.

-Somos compañeros de Suzuya -respondió el moreno-. ¿Y usted?

-Yo soy una vieja amiga de él. Lo considero como mi hijo. -Sus dedos se enredaron en el cabello blanquecino de su amigo sin causarle daño, mientras sobaba su cabeza lentamente-. Él ha sufrido mucho, y merece que descanse en paz un poco, ¿no lo cree?

En sus mentes decían que sí, pero las palabras no querían salir de sus gargantas, por lo que respondieron con un simple sí. En ese instante un sonido se pudo apreciar, y provenía de los labios del peliblanco. Era una protesta. Intentó zafarse de los cables que lo unían a él, lo cuál le fue imposible al estar de ojos cerrados. De pronto, como si fuese espontáneo abrió sus párpados de golpe y sus grandes pupilas oscuras se dirigieron a su inexistente brazo. El sonido de su corazón bombardeando sangre se escuchaba cada vez más cerca en su oído, hasta que se transformó en un zumbido. Desesperado, en un intento de arrancar todo lo que le impedía levantarse, la señora pidió ayuda a la enfermera, la cual vino apresurada mientras le inyectaba una especie de calmante; éste de pronto iba aflojando despacio, hasta que apoyó su espalda contra el colchón. Le costaba inhalar y exhalar oxígeno, se podía notar porque su pecho se elevaba y luego se desinflaba, y así sucesivamente. Cuando en un tiempo todo se relajó, y la mujer fue al baño, Amon aprovechó la tentación de realizarle un cuestionario sobre la existencia de Lobo.

-Suzuya, Suzuya... -musitó el moreno mientras Suzuya tenía sus ojos entreabiertos y sus labios separados.

-¿Qué? -indagó con una voz ronca y soñolienta; había pasado dos días desde que no había despertado, y cuando notó lo de su brazo, el impacto y la angustia cayó a la vez, lo que le ocasionó la desesperación.

-¿Conoces...? -Aclaró su garganta-. ¿Conoces a Kano? ¿Kano Taira? Es una chica de cabello carmín y de ojos verd...

-Cállate -interrumpió con cansancio-. Sé quién es. Y cuando me recupere, la encontraré.

-Creo que no hace falta. -Esta vez interfirió Akira con una curva formando una sonrisa en su rostro-. La hemos encontrado.

Y de pronto, como si jamás hubiese sucedido el catastrófico acontecimiento llevándolo en coma, sus ojos brillaron en su máximo resplandor, mientras la comisura de sus labios se elevaba y la adrenalina recorría sus venas.

-¡¿En serio?! ¡¿Encontraron a la preciosa Kano-sama?! ¡No lo puedo creer!

-¿Kano-sama? -se preguntaron al unísono Akira y Amon, mientras compartían miradas segundos después.

-Ella me lo dijo -dilucidó con su sonrisa plasmada en su cara; pero esta vez más sombría y maliciosa-. Kano-sama me lo dijo. Dijo que quería su muerte, y yo se lo prometí, se lo prometí -repetía una y otra vez-. La mataré, la mataré, ese es su preciado regalo, la mataré.

-Tranquilo Suzu...

-¡Cierra la boca de una puta vez! -interrumpió con furia en sus facciones-. Ni tú ni nadie dirá ni pío hasta que yo diga.

En ese preciso momento la señora empujó levemente la puerta mientras sostenía en su mano una botella con agua. Se acercó al peliblanco y al parecer no se había percatado de la dura contestación que exclamó éste.

-Juu-chan, ¿quieres un poco de agua? -ofreció mientras le extendía la botella y le sacaba la tapa para que bebiera; y, como si el tiempo se hubiese detenido en aquel instante, se podía apreciar cómo una explosión de color transparente salía dispersada en el aire, y la botella de plástico impactaba contra la blanca pared.

-Cállate vieja -escupió con veneno-. Desaparece de mi vista, estúpida anciana.

Aquella mujer se sorprendió por sus palabras, y le llegaron como dagas en su corazón. En sus ojos se acumularon lágrimas que se deslizaban por sus mejillas y caían en el suelo. Un dolor profundo pudo apreciar en el pecho mientras recogía sus cosas y se desvanecía del lugar, dejando como presencia un perfume de exquisito aroma, pero que para el peliblanco, le repugnaba.

-Y ustedes -se volteó en dirección a los dos presentes allí-. No la maten. Sólo yo puedo tocarla, y puedo manipularla cómo se me antoje -demandó con seriedad, para luego su semblante transformarse en uno tierno-. ¿Vale?

-Este es nuestro caso Suzuya, no tuyo. No te lo puedo permitir, lo siento -rechazó Amon con un poco de temor en lo que podía venir. El rostro de Suzuya se ensombreció, y luego se borró cualquier rastro de una sonrisa.

-¡Cállense, cállense, cállense! -gritó mientras sentía que su garganta se iba a desgarrar-. ¡Ella.... Ella es muy especial para mí! ¡Ustedes no la pueden tocar! ¡Ella fue... mi... mi...!

Y en un silencio sepulcral después de tartamudear, musitó:

-Mi amiga...

Ookami «Tokyo Ghoul» (#FanficAwards)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora