«5ta Herida»

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«5ta herida»

Por. Daniel.

Cerré la ventana de mi habitación y la puerta de esta se abrió dejando ver la figura imponente de mi padre.

— hola. – Dijo mientras inspeccionaba cada centímetro del lugar.

— ¿Qué buscas? – Pregunte.

— Busco a esa perra que tienes por hermana, no esta es su habitación, ¿dónde está? – Pregunto.

Me tomo por sorpresa aquella pregunta.

— Fue a comprar. – Respondí.

— ¿Qué cosa? – Comenzó a pasearse por mi habitación.

— Materiales para la escuela. – Me senté en mi cama y adopté una postura cómoda, no quería que el pensara que estaba nervioso.

— ¿Y con qué dinero?

— Con el que gana en su trabajo, por supuesto. – Dije como si fuese lo más obvio del mundo.

— ¿A qué tienda fue?, iré a buscarla, de seguro anda con ese idiota de novio. – Hablo con tanto odio que su lengua chocó fuertemente con sus dientes salpicando saliva en mi cara.

— Por si no sabías, el termino con ella por el escándalo que hiciste la otra vez. – Pasé mi antebrazo por mi rostro, quitando la saliva que había salpicado en él.

Río. — Se lo tenía merecido. – Dijo con gracia. – Por andar a rienda suelta conquistando hombres a su edad.

— Zenia no es una "puta". – Hice las comillas con mis dedos.

— Cállate, ¿tú qué sabes? Solo eres un marica. – Lo miré enfadado, mas no dije nada.

Mis manos solo se aferraron al cobertor de la cama apretándolo fuertemente.

— Estaré en mi habitación. – Dijo, no me molestes.

— Está bien. – Respondí lo más secamente que podía, mi padre se retiró de mi habitación dejando la puerta abierta detrás de él. Me levanté y la cerré. Me cambié de ropa y dejé el uniforme doblado sobre la cama.

Bajé las escaleras y tomé el libro que había comenzado a leer hace un tiempo y continué con la lectura recostado en el sofá, esperando a Zenia. Me debía una explicación al por qué no había llegado aún a casa.

Pasados algunos minutos se abrió la puerta de la casa y Zenia entró arrastrando su bolso desganadamente, tenía sus ojos rojizos.

— ¿Zenia? – Me levanté y me acerqué a ella. — ¿Qué te pasó?, ¿estabas llorando?

Introdujo su mano al bolsillo de su chaqueta y sacó un sobre arrugado, lo abrió y sacó un papel igualmente arrugado, lo miró durante unos segundos y me lo entregó.

Lo miré y comencé a leerlo silenciosamente. Zenia cerró la puerta.

"Señorita Zenia Isabel Tapia Bustamante: junto con saludarle le informamos que ha ganado una beca para estudiar sus dos últimos años de enseñanza media en la prestigiosa academia para niños dotados, se necesita un permiso especial para su traslado, la beca cumple con los gastos diarios, tales como comida, uso doméstico y alojamiento.

Es una oportunidad única y la debe aprovechar. Nuestra academia le encuentra un diamante en bruto que pulir, esperaremos su respuesta y el consentimiento de sus padres".

—¿Es para la academia científica humanista internacional? – Pregunte conmocionado.

—si. – Respondió ella.

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