«7ma Herida»
POV. Daniel.
No fue necesario explicarle la situación a Caín, pero si a la inspectora encargada de esa hora, quien llamó a nuestra madre para corroborar el suceso y dejarnos salir del instituto, nos fuimos directamente hacia el hospital en donde estaría nuestro padre en la sala de urgencias.
Todo el camino me fui en mi mundo...la noticia me había llegado como un balde de agua fría (en el buen sentido) Pensaba en cómo sería la vida sin ese cerdo, sonreía como bobo, ya lo había dado por muerto.— Para, ¿quieres? – Dijo Zenia de pronto parando su caminar, di algunos pasos delante de ella y pare, volteándome a verla.
— ¿Qué cosa? – Pregunte.
— No te hagas el tonto, sé que estás feliz, pero eso no significa que muestre tu felicidad a todo el mundo... Menos a los que si les importa el hecho de que su padre este en el hospital y más aún si es grave. – Zenia fruncía el ceño más de lo común, y hablaba con un tono lleno de autoridad. Se me erizo la piel.
No comprendía, no lograba comprender, no lo lograba por más que trataba, solté una carcajada y me acerqué unos pasos hacia ella.
— Zenia ¿es que acaso no lo ves?... ¡Imagínalo!, con máquinas en todas partes y una que marque su pulso... su bip.bip.bip...biiiiiiiiiiip. – Imite el sonido. — ¡Sería grandioso!... No más maltratos, ¡te iras a la academia que quieres!, seremos libres – Alcé los brazos exaltados y mi cabeza comenzó a doler... Aún no estaba bien de salud, sobe mi cabeza con ambas manos haciendo una mueca adolorida.
— Eso te sucede por ser un insensible. – Hablo mientras comenzaba a caminar, pasando a mi lado con un notable desprecio.
— Oye, Zenia, ¿qué te pasa? – Pregunte. —Deberías estar más que feliz, nadie te diré insultos... Nadie nos golpeara o castigara. Comencé a caminar, tratando de seguir su ritmo.
— Ese no es el punto hermano, ¿si a mí me pasara lo mismo te reirías como lo haces ahora?
— Claro que no. – Negué con la cabeza.
— Si... Claro. – Dijo irónicamente, sacó su celular del bolsillo de su chaqueta y marcó un número de memoria. — Estamos llegando, ¿cuál es la habitación? – Preguntó con el móvil en su oído, ella susurraba, seguro hablaba con mi madre. — Está bien, comprendo. – Colgó la llamada y me miró fijo. — Sé cuánto odias a papá, pero yo pienso distinto a ti, quizás él sea el peor padre que existe... Pero si no fuera por él, ni tú ni yo estaríamos ahora vivos.
Quizás algo de razón tenía Zenia, pero ya a este punto no podía cambiar mi forma de pensar. En ese momento solo pensaba en la muerte de ese sujeto, le tenía demasiado rencor.
Llegamos al hospital en que se encontraba mi padre, era un hospital realmente grande, entramos por la zona de "urgencias", Zenia cambia delante mío, guiándome hacia la sala en donde estaba nuestro padre, al entrar, sonreí al ver la escena.
—¿A quién esperas?, ¿a Dios?, Dios nunca dice nada. – Dije al momento de ver a mi madre rezando de rodillas al lado de la camilla donde se encontraba mi padre lleno de máquinas.
Mi madre abrió los ojos y me miró enfurecida.
— ¡Sal de la habitación!, ¡si no piensas tener respeto por tu padre mejor te largas! – Grito.
Zenia apretó mi hombro y salí de la habitación mientras escuchaba el llanto de mi madre y como Zenia la consolaba.
Faltan las dos semanas siguientes a clases, no dejaría a Zenia sola en el hospital.
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«Heridas»
Roman pour AdolescentsHeridas de guerra; guerras internas. El deseo cegador de ser escuchado. El corazón humillado. Cada herida en tus brazos tiene una larga historia. El sabor de la angustia es amargo. El dolor de ser rechazado. La atención de ser escuchado. El amor nac...