«epilogo»
"8 AÑOS DESPUÉS"
— Papi, papi, ¡despierta, despierta!. Gritaba un niño de no más de 4 años.
Daniel abrió los ojos lentamente, sobándose la cabeza, aquella noche había soñado algo extraño, pero como todos los sueños de últimamente los olvidaba de inmediato.
— Tomy calma, ¿qué hora es?. Daniel sacó de la almohada su celular y vio la hora a las 09:23, aunque era temprano para él, pero para su hijo era habitual levantarse a esa hora.
— ¿Quieres algo de comer pequeño?. Le dijo al menor de edad acariciando su cabeza, quien asintió vivazmente.
Daniel se levantó de la cama y se dirigió a la cocina, sacó de la alacena una leche pequeña de chocolate en caja y unas galletas.— Tomy, ven ¡ponte zapatos antes de venir a la mesa!.
Mientras su hijo se ponía los zapatos, él aprovechó de prepararse un café, él odiaba el café, el sabor insípido le desagradaba, pero solo por estar despierto lo tomaría.— ¡ya,ya!, ¡da me, da me!.
Tomó al infante en sus brazos y lo sentó en una silla adecuada para él.
— Ten. Le entrego la leche y las galletas.
Ambos comían tranquilos, el departamento en el que vivían, pese a ser pequeño, era perfecto para dos personas.Daniel ya hace 1 año que no vivía con su ex-esposa, una chica muy agraciada de cuerpo, pero una víbora de mujer, le dio un hijo y una desilusión amorosa, pues ella le había sido infiel tantas veces que no cupo perdón en sus palabras.
De pronto sonó el teléfono celular de Daniel.
— Diga. Hablo el primero.
— Hey Dan, ¿cómo estás?, ¡soy Stefy cambie de número!... Tanto tiempo del que no hablábamos. Dijo la voz un poco madura y menos chillona de la chica, algo melancólica.
— Oh, hola Stefy, ¿bien y tú?. Dijo Daniel ignorando el hecho que desde hace tiempo no hablaba con su amiga
— Bien, estupendo.... Supe lo de Katty (ex-esposa) y lo lamento tanto.
— No te preocupes por mi, Tomy es el que me preocupa más, no la ha mencionado en todo este tiempo, ¿me puedes dar algún consejo?, ¿eres psicóloga infantil?, ¿no?. Dijo algo inseguro.
— Bueno, ¿te parece que nos juntemos?. Hablo cambiando su tono a uno más animado.
— Sí, claro, ¿mi casa te parece bien?. Ofreció el padre.
— Sí, ¿puedo invitar a los chicos?.
— ¿Quiénes?. Pregunto curioso.
— Los tortolitos de Cameron y Joan, Zenia y un amigo más.
— Ok, supongo que a Tomy le vendrá bien... Supongo, dile a los Tortolitos que traigan a Damian, de seguro que Tomy se alegra.
— Ok, entonces te veo más tarde, adiós. Se despidió la rubia.
— Adiós. Se despidió de igual manera.Y así Daniel finalizó la llamada.
— Papi, ¿con quién hablabas?. Preguntó el menor con ojos ansiosos por una respuesta. — ¿Era mamá?.
Daniel no sabía como responder a tal pregunta, pero prefirió decir la verdad y no alargar más las cosas.— Era Stefy, hoy vendrá a vernos... Quizás venga Damian.
Tomy mostró una sonrisa de oreja a oreja, para un niño tan inocente le era imposible ocultar sus sentimientos.— Bien... Supongo que es hora de que vaya a trabajar. Daniel se levantó de la mesa. — Y tú, pequeño. Con su dedo índice hizo una pequeña presión en su nariz. — Por supuesto que tendrás que ir a la guardería.
Tomy se levantó de la mesa y corrió a la habitación que ambos compartían, sacó su mochila de autos y guardó en ella golosinas que escondía bajo la cama, colocó la misma en sus hombros y tomó a su osito de peluche entre sus brazos.
Daniel lavó los dientes de su hijo y ambos partieron dejando su hogar.
Bajaron hasta el estacionamiento y se subieron a un auto, que de por sí era de Daniel.
La carretera a esas horas no estaba llena, por lo que se le facilitaba el andar por allí. En el camino comenzó a hacer calor y Daniel se vio obligado a levantarse las mangas de la camisa.
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«Heridas»
Novela JuvenilHeridas de guerra; guerras internas. El deseo cegador de ser escuchado. El corazón humillado. Cada herida en tus brazos tiene una larga historia. El sabor de la angustia es amargo. El dolor de ser rechazado. La atención de ser escuchado. El amor nac...