Capítulo 4

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  Pero, si era sincera consigo misma, debía admitir que era una experiencia emocionante. Resultaba increíble que después de un año cuidando de su madre enferma, su primera cita fuera con un príncipe que le había propuesto matrimonio.
–No creo haber conocido nunca a una mujer a la que no le gustase ir de compras –dijo James.
–Pues a lo mejor es que sales con mujeres que no te convienen.
Él rió. Tenía una risa preciosa, ronca y masculina.
–Es posible que tengas razón. Aun así, me gustaría comprarte algo especial para mañana por la noche. Algo para conmemorar nuestro compromiso.
–¿Mañana por la noche?
–La fiesta en casa de los Woodtower. Tengo entendido que los Woodtower organizar unas fiestas fabulosas.
____ asintió, recordando que Gabe había mencionado algo sobre eso.
–Prefiero que no me compres nada. Sólo he aceptado tomar parte en este absurdo compromiso durante una semana. Y sólo para que puedas contarle a todo el mundo que ha sido un error porque sería totalmente inapropiada como princesa.
–Pero es que no me pareces inapropiada.
–Ya veras como sí –dijo ella, mirándolo a los ojos–. ¿Por qué te ha puesto tu padre una fecha límite para casarte?
–Porque a mi padre le gusta controlarlo todo –contestó James–. Y yo debo casarme porque es mi obligación hacia Edenbourg.
La conversación terminó cuando la limusina se detuvo frente a un mercado al aire libre. Unos minutos después, estaban paseando entre los puestos. _____ tenía la impresión de que el príncipe no era sólo guapo, sino muy obstinado también. Y era evidente que no había hecho caso de sus protestas de que encontrase otra prometida.
Ella no quería ser la responsable de que perdiera su derecho a ser algún día el rey de su país, pero no estaba dispuesta a sacrificar sus sueños.
–¡Alteza!
James y ____ se volvieron. Tras ellos había un hombre que parecía un periodista.
–¿Puedo hacerle una fotografía con su prometida?
–¡No! –exclamó ella, horrorizada. No quería que aquel falso compromiso apareciese en las noticias.
–Desde luego que sí –dijo James sin embargo–. ¿Qué tal una fotografía de nuestro primer beso?
Antes de que _____ pudiese protestar, o supiera lo que estaba pasando, los labios del príncipe se acercaron a los suyos.
La intención de James había sido darle un beso breve, amable, pero en cuanto sus labios tocaron los de _____ se vio envuelto en una tormenta de inesperado deseo. Sus labios tenían un sabor muy dulce y su perfume se le subía a la cabeza.
Se apartó a regañadientes, sin fijarse siquiera en el periodista que se alejaba. ____ tenía los ojos muy brillantes y James se preguntó cómo serían cuando
le hiciera el amor. Esa idea hizo hervir su sangre.
–No deberías haber hecho eso –murmuró ____, con las mejillas enrojecidas.
–¿No? Pues yo estaba pensando repetir la experiencia.
Ella dio un paso atrás, haciéndole un gesto de advertencia.
–No te atrevas –le advirtió–. Estás empeorando las cosas, James. No pienso casarme contigo.
Él la siguió cuando se dirigía a un puesto de flores. _____ lo intrigaba. Nunca se le había ocurrido pensar que una mujer no saltaría de alegría ante la oportunidad que le estaba ofreciendo; la oportunidad de ser algún día la reina de un país precioso.
Sabía sin la menor duda que cualquiera de las mujeres con las que había salido durante aquel año se habría casado con él sin pensarlo dos veces. ¿Qué le pasaba a _____? ¿Estaba haciéndose la difícil o de verdad pensaba rechazarlo?
James apresuró el paso para llegar a su lado, admirando su bonita figura mientras se inclinaba para oler un ramo de flores recién cortadas.
–¿Te gustan las flores? –le preguntó.
–Me encantan –la sonrisa de ____ creó una agradable calorcito en su estómago–. Y me encanta la jardinería.
Siguieron caminando, dejando el puesto de flores atrás.
–¿Qué más cosas te gustan?
–Me gustan muchas cosas: la pizza de jamón, trabajar con niños, disfrutar de un atardecer... –_____ lo miró con curiosidad–. ¿Y a ti?
James arrugó el ceño, pensativo.
–Me gusta viajar por mi país, charlar con la gente y representar sus intereses por todo el mundo –contestó, pensando en las cenas oficiales, en los bailes de gala y en las reuniones que ocupaban todo su tiempo.
Había perdido mucho de ese precioso tiempo saliendo con una variedad de mujeres y dando que hablar a las revistas del corazón porque sabía que eso enfurecía a su padre, pero era algo que nunca había disfrutado.
–Parece que no tenemos mucho en común –bromeó _____.
–No es necesario que nos gusten las mismas cosas –dijo él.
–¿Cómo que no? –____ sacudió la cabeza–. Bueno, en realidad esta conversación es una pérdida de tiempo porque no tengo intención de casarme contigo. Una semana, James, ya te lo dije. Tomaré parte en esta farsa durante una semana y luego tú le dirás a la prensa que no era una persona apropiada para ti y podrás elegir otra mujer para que sea tu esposa.
Y después de decir eso se alejó.  

La proposición del príncipe ♥ (James Maslow) [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora