Capítulo 12

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  –Y vivieron felices para siempre –susurró ____. Luego apoyó la cabeza en la almohada y lloró por lo que nunca podría ser.
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–¿Quiere comer algo? –le preguntó la camarera por segunda vez.
–Por el momento no. Estoy esperando a una persona –contestó James.
La camarera, una rubia con unos pechos que casi se salían de su escotado uniforme, sonrió coquetamente. Estaba claro que no lo había reconocido. Y era una suerte.
–A veces tenemos cosas que no están en el menú –le dijo, guiñándole un ojo mientras ponía un papelito en su mano–. Mi número de teléfono... por si acaso quiere usted pedir a la carta.
James hizo una bola con el papel. No estaba interesado. No estaba interesado en nadie salvo en ____.
Estaba tomando un sorbo de vino cuando vio a Gabe acercándose a su mesa.
–Hola, James.
–Gracias por venir.
–No sé muy bien por qué estoy aquí –le confesó Gabe–. Pero me parece que tengo una idea.
–_____ –dijo James, como si eso lo explicara todo.
Gabe asintió.
–Eso es lo que me había imaginado.
–Han pasado dos días desde la última vez que la vi o hablé con ella. He pensado que sería mejor dejarle algún tiempo para pensar.
–¿Y qué tiene eso que ver conmigo?
–Necesito ayuda –le confesó James–. Tengo que convencer a ____ de que se case conmigo, pero no sé cómo. Tú la conoces bien, dime qué tengo que hacer.
La camarera volvió a aparecer en ese momento y Gabe pidió una ensalada, pero James le devolvió la carta haciendo un gesto con la cabeza.
–No tengo apetito.
–¿No tienes apetito? –repitió Gabe–. ¿No duermes bien? ¿Tienes dificultades para concentrarte?
Él lo miró, asombrado.
–¿Cómo lo sabes?
Gabe sonrió.
–He pasado por eso, Se llama amor.
"Amor". James lo miró, maravillado. Pero claro... el amor que sentía por ____ era lo que hacía palpitar su corazón, lo que hacía que no pudiera dejar de pensar en ella. Amaba a ____ y no se había dado cuenta. Y ahora no sabía qué hacer.
–Gabe, tienes que ayudarme. Haz que se case conmigo. La necesito.
–Yo no puedo obligarla a nada –sonrió Gabe–. ¿Le has dicho lo que sientes?
–Le he dicho que no me casaría con nadie más. Y que el nuestro sería un buen matrimonio –James arrugó el ceño–. No sé qué más puedo decirle.
–¿Le has dicho que la quieres?
–No.
Le había dicho eso cien veces en el pasado a cien mujeres distintas porque sabía que eso era lo que ellas querían escuchar. Pero nunca había habido una emoción real detrás de esas palabras.
De nuevo, Gabe sonrió.
–Las mujeres son unas criaturas muy especiales. No quieren que el amor sea algo que se da por sentado, quieren escuchar esas palabras.
–Pero yo no se lo he dicho porque... no sé, quizá porque mis sentimientos por ella trascienden esas simples palabras.
De nuevo, James experimentó una sensación de descubrimiento.
Llevaba mucho tiempo buscando el amor en todas las mujeres con las que había salido, en todas sus relaciones. Pero el amor le había sido esquivo. Y cuando decidió por fin olvidarse de esa idea romántica, pensando que era una ilusión, de repente aparecía para golpearlo en plena cara.
–La quiero –dijo en voz alta, mirando a Gabe con asombro. Luego se levantó, incapaz de permanecer sentado un segundo más–. Lo siento... tengo que irme.
Gabe sonrió.
–Ya me lo imaginaba. Vamos, vete.
James salió del restaurante con paso apresurado y el corazón latiendo con fuerza dentro de su pecho. Se sentía más vivo que nunca en toda su vida, con el corazón lleno de amor por ____.
No fue hasta que estaba a medio camino de la casa de Gabe y Serena cuando se le ocurrió un pensamiento terrible. Él amaba a ____, ¿pero y si ella no lo amaba?
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–____, James está aquí –la llamó Serena desde la puerta de la habitación.
____ sintió una traicionera oleada de alegría... pero no podía ser. Ella no quería ver a James, no quería volver a tener la misma discusión sobre el matrimonio que tan a menudo había marcado los días que pasaron juntos.
–¿_____? –insistió Serena.
–Sí, hablaré con él –suspiró por fin. Al menos le debía eso, se dijo a sí misma.
Lo encontró esperándola en el salón. Cuando entró, James dio un paso hacia ella con los brazos abiertos... pero ella lo detuvo con un gesto.
–¿Por qué has venido? ¿Qué quieres, James?
Una pena que fuera tan increíblemente guapo y una pena que su mera presencia redoblase el dolor que sentía al verlo.
–Te deseo –dijo él.  

La proposición del príncipe ♥ (James Maslow) [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora