Capítulo 9

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  ____ iba a decir algo, pero él la detuvo poniendo un dedo sobre sus labios.
–¿Sabes una cosa? Muchas mujeres pensarían que lo que yo te ofrezco es un cuento de hadas.
–Pero yo sé que no es así –replicó ella–. No es un cuento de hadas en absoluto.
–¿Por qué no? –preguntó James, curioso.
Los ojos de ____ se volvieron sombríos.
–Porque todo el mundo sabe que los cuentos hadas siempre tienen un final feliz y no habrá un final feliz para nosotros.
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–Así que hoy es tu último día como prometida del príncipe James Maslow –dijo Serena.
Estaban sentadas frente a la mesa del desayuno, tomando un café, y ____ asintió con la cabeza.
–Le di una semana y ya ha pasado. Pero aún tiene quince días antes de su cumpleaños para encontrar una esposa apropiada –mientras lo decía, intentaba no pensar en el dolor que, de repente, sentía en el corazón.
Aquella semana había sido como un sueño. James y ella habían pasado prácticamente las veinticuatro horas juntos dando largos paseos por el campo, comiendo en maravillosos restaurantes y visitando los muchos parques de Wynborough.
Y _____ había aceptado cada día un regalo nuevo, como una recompensa después de un año particularmente duro y difícil para ella. Había sido muy fácil verse enredada en aquella fantasía, pero era el momento de volver a la realidad. Y la realidad era que James no la amaba.
Con cada día que pasaba, James parecía abrirse un poco más, revelándole cosas sobre sí mismo que ____ sospechaba no había compartido nunca con nadie. Cuando le habló de su infancia tuvo la impresión de que había sido un niño malcriado y excesivamente mimado, pero muy solitario, un niño que veía más a las niñeras que a sus padres. Era comprensible que no entendiera el amor. Había tenido muchas responsabilidades, muchos deberes y mucha pompa y circunstancia en su vida, pero muy poquito amor.
–¿Y qué tienes pensado para tu canto del cisne como prometida de James? –preguntó Serena, interrumpiendo sus pensamientos.
–No estoy segura. Me dijo que estuviera lista a mediodía porque quería darme una sorpresa –____ tomó un sorbo de café y luego suspiró–. La verdad es que ha sido una semana maravillosa.
–No tendría por qué terminar –sonrió Serena.
–¿Cómo que no? –exclamó ella, levantando la mirada de nuevo–. Me temo que si no dejo de verlo... acabaré haciendo una estupidez.
–¿Cómo qué?
–Como enamorarme de él.
–¿Y eso sería tan terrible?
–Sí –de nuevo, _____ concentró la mirada en su taza de café–. James es encantador, guapo, sexy. Evidentemente es un hombre bien educado y tiene un gran sentido del humor.
–¿Pero...?
–Pero no me eligió como su prometida porque me quisiera. Ni siquiera estoy segura de que sea capaz de amar como yo quiero que me amen -____ apretó la mano de su amiga–. Yo quiero un hombre que me mire como Gabe te mira a ti –exclamó fervientemente–. Necesito un hombre que me necesite a mí, uno que comparta mis sentimientos, mi vida, mis sueños.
–¿Y qué piensas hacer? –preguntó Serena.
–Decirle adiós.
Pronunciar esas palabras hizo que el corazón de ____ se encogiera de dolor.
–James, acordamos vernos durante una semana y la semana ha terminado –dijo ____.
Estaba preciosa con un vestido de color caramelo que hacía juego con sus ojos. Llevaba unos discretos pendientes de oro y su pelo caía en suaves ondas hasta los hombros.
James desearía enredar los dedos en esa gloriosa melena. Desearía capturar una de sus orejitas con la boca y besar aquel glorioso cuello. Pero
tenía que intentar concentrarse en la conversación y no en su creciente deseo por ella.
–Yo no quiero dejar de verte –protestó, preguntándose por qué siempre se le ocurría la frase perfecta en lo que concernía a asuntos políticos, pero le resultaba tan difícil cuando se trataba de ____. Sonaba como un niño petulante y eso lo sacaba de quicio.
Estaban en el comedor privado de un caro restaurante, en una salita que parecía animar el romance con sus flores recién cortadas, las velas y la música suave.
Cuando ____ le dijo que sólo sería su prometida durante una semana, James estuvo seguro de que la haría cambiar de opinión. Ahora, por primera vez, una ola de pánico empezaba a ahogarlo. Porque se daba cuenta de que ella pensaba cumplir su palabra.
–Quiero pasar más tiempo contigo.
En cuanto lo dijo supo que era verdad, que deseaba desesperadamente estar con ella.  

La proposición del príncipe ♥ (James Maslow) [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora