Capitulo ocho

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Mis palabras le cayeron como un balde de agua fría, lo noté en la manera tan drástica en la que su sonrisa pasó a ser una mueca y su ceño fruncido se intensificó.

Pero la verdad es que si tenía ganas de regresar a mi hogar, con mi mamá. Dónde no me sentía rechazado, donde tenía mi habitación y recibía mucho amor. Dónde alguien más no decidía si yo iba a dormir en el suelo, en un sofá o en una cama.

Necesito tomar mis medicamentos y dejar de sentir está sensación tan horrible que lleva días instalada en mi pecho, mi corazón acelerado y el miedo irracional a todos los que me rodean o a cualquier cosa que tenga que hacer, incluso salir de esta habitación.

Quiero dejar de sentir las inmensas ganas de llorar y el nudo que se forma en mi garganta cuándo alguien se acerca a mi e intenta iniciar una conversación. El miedo a responder cualquier cosa porque tal vez no soy quien esperan que sea, o el temor a decir algo mal y que se burlen de mi.

Necesito dejar de sentirme un inútil.

El rizado frente a mi toma mis manos y sonríe, sonríe de verdad, la mueca que adornaba su rostro segundos atrás ha desaparecido por completo.

—Si regresando a casa eres feliz, puedes hacerlo Lou, yo quiero que seas feliz y si tú felicidad no es aquí conmigo, lo entiendo perfectamente.— El tono de su voz era bajo y aunque reflejaba un poco de tristeza, también sentía la sinceridad de sus palabras.

Al escucharlo me sentí feliz, nunca había tenido tal cercanía con nadie, ni con Zayn que a pesar de ser mi mejor amigo y que siempre ha estado para mí, incluso en los peores momentos en los que no quería que nadie me hablara. Harry ha logrado en poco tiempo llegar más allá, había logrado hacerme sentir seguro e importante para alguien, y no en forma de amistad ni de hermandad, el rizado me hacía sentir especial de una manera diferente.

—No es eso, es sólo que...— Mis palabras fueron interrumpidas de inmediato.

—Si, lo sé, este mundo de violencia en el que me veo envuelto no es para ti, somos de mundos diferentes. Somos muy diferentes. A ti te gusta expresarte dibujando, a mí me gusta drenar mis emociones golpeando.— Está vez se levantó de la cama mirando un punto fijo detrás de mi.— Quizás tengas miedo de que un día lo haga contra ti, pero te juro que no, yo no soy así. — Volvió su mirada hasta mis ojos, y ahora él tenía los ojos llenos de lágrimas, las cuales no tardarían en bajar por sus mejillas.

No me dió tiempo de decirle que yo no pensaba eso, que estaba seguro de que nunca me pondría una mano encima con malas intenciones, porque no me dejó. Desesperado continuó hablando.

—Louis yo nunca toqué a Callé con rabia, nunca. Ella era mi amiga, jamás pensé en hacerle daño, tienes que creerme por favor. — Sus ojos dejaron salir las lágrimas acumuladas. —Yo te puedo explicar todo pero por favor no me dejes sin antes hacerlo. Necesito que alguien me crea. —

Confundido por sus palabras me levanté y respiré profundo y lo abracé.

No sé que más hacer, ni que decir, no tengo ni idea de lo que me está hablando, pero está muy afectado. Su cuerpo da pequeñas sacudidas bajo mi tacto y siento sus lágrimas correr por mi cuello.

Me aparto un poco y le indico que nos acostemos en la cama.

Cuando menos lo espero su cabeza está apoyada en mi pecho y por primera vez soy yo quien intenta darle fuerzas a alguien, por primera vez me toca ser fuerte y decir que todo está bien, por primera vez no se trata de mi.

El llanto cesó y su respiración se comenzó a sentir más suave y tranquila.

—Yo no la maté.—

ángel [l.s]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora