Manera n° 5.

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Estás sentada en un parque, mirando hacia un punto fijo en la nada, pensando y poniéndote filosófica acerca de la vida, como siempre.

Estás tan inmersa en tus pensamientos que ni notaste que nadie se sentaba en los bancos de un color rojo vivo.

La tarde estaba preciosa, había un sol brillante y ninguna nube parecía querer aparecerce a taparlo. Los pájaros cantaban felizmente. Los bebés reían con sus mamás.

Todo iba bien, hasta que empezaste a notar que un grupo alejado de chicos de tu edad te miraban y se reían.

Notaste que uno de los chicos, el que en ningún momento se rió, empezaba a caminar hacia donde estabas y una de las chicas de su grupo intentaba frenarlo, intentando llamar su atención.

Te pusiste en modo guerrera, aun sabiendo que el chico no venía con malas intenciónes.

-¿Qué? -le preguntaste cuando llegó.

-Bueno... -dijo él, acariciando su cuello lentamente y riéndose nerviosamente -es que el banco...

-¿Qué pasa con el banco? -dijiste parándote lentamente, la persona que estaba atrás tuyo se empezó a reír.

-Recién lo habían pintado...

"No, no, no, ¿por qué a mí?

Tu cara agarró el mismo color que el banco, el color del que estaba pintado antes de que te sentaras. Miraste al banco y sí, ahí estaba tu silueta marcada.

Te quisiste morir.

-Tranquila, tranquila, a veces me pasa -dijo, se sacó la campera que tenía en su cintura y te la puso, delicadamente.

-Gracias -dijiste, más sonrojada no podías estar.

-Te acompaño a tu casa.

Fueron hasta tu casa y le devolviste su campera.

-Uy, la dejé toda pintada.

-No importa, mi mamá ya conoce cómo sacarle las manchas de pintua.

Prometieron conocerse.

Se veían casi todas las tardes en la plaza.

Se sentaron dos o tres veces más en bancos con pintura fresca.

Maneras de conocer a tu Crush.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora