El monstruo en la oscuridad

208 18 5
                                    

Axel dejó de besuquearla y alzó la cabeza con lentitud, con total fastidio.

- No nos interrumpas, estamos ocupados – Gruñó, aparentemente tranquilo, apretándole el seno de nuevo, casi juguetonamente. Como si la otra persona no representara el más mínimo peligro o como si Tasha fuera a respaldarlo y decirle que se largara.

- Josh – Suplicó ella, forcejeando debajo de Axel.

- ¡Callate! - Gritó Axel sintiéndose traicionado – Tú querías esto, querías que fuera brusco, querías que te marcara, querías que te diera dolor... No vas a echarte atrás ahora grandísima zorra – Gruñó, tratando de quitar de nuevo su ropa interior, ignorando por completo la interrupción de Josh.

Tasha se sentía tan desesperada y humillada que no le hubiese importado morir en ese momento.

Axel soltó un grito de frustración cuando Josh lo lanzó por la habitación. Tasha no pudo sentirse aliviada, tan solo estaba temblando incontrolablemente, su mente no podía formar ningún pensamiento coherente. Se sentó encorvandose, pero no podía más que llorar, su visión era borrosa así que gimió y se echó atrás cuando una mano caliente y áspera se posó sobre su hombro.

- Tasha. Soy... Josh. Toma ponte la camisa – Dijo con voz dulce, entregándosela en las manos. Entonces Tasha hizo algo que no planeaba hacer, se arrojó a sus brazos.

- Gracias, yo... Gracias Josh – Hipó con la cabeza en su estable y cálido pecho desnudo. Había sido horrible, no había podido anticipar cuánto cuando decidió que podía meterse en ese lío. Lo único importante en ese momento era ser consolada entre sus brazos, rendirse ante su protección.

Escuchó a Axel soltar una sarta de maldiciones, pero para su alivio el sonido y la claridad de las palabras estaban alejándose.

- Ya... ya Tasha. Lo arreglaré, Axel va a irse este fin de semana y haré lo posible para que no regrese. A pesar de todo esto, puedes confiar en mí. Solo... respira – Dijo calmándola, dándole palmadas en la espalda.

Despues de un rato Tasha se había acercado más a él y por muy traumático que había sido lo que acababa de pasarle, lo que ella misma había provocado. A pesar del horror de lo que ella misma casi se había hecho, no pudo evitar notar que Josh estaba sin camisa, estar en contacto con su piel era agradable, tenía vello pero este era ligero y se sentía uniforme contra su propia piel, era confortable.

Contra su piel. Piel a piel. Lo cierto era que los pechos de Tasha estaban estampados en contra del torso masculino, por la inclinación de ella y el agarre que mantenía él. 

"No lo planee", justificó Tasha mentalmente, como si alguien hubiese formulado una acusación.

Pero, de forma intencionada o no, su sostén estaba movido hacia abajo gracias a Axel, y estaba rosándose íntimamente con alguien a quien, lejos de repudiar, deseaba a su pesar. Ahí estaba de nuevo esa emoción sin sentido. No tenía sentido, no era normal. Acababa de estar muerta del pánico y ahora era altamente consciente de su feminidad, consciente y al mismo tiempo confundida con el erotismo del momento. 

No consciente, incluso embotada. Esta vez se restregó un poco más contra él sintiéndose febril, sintiendo que por más ilógico que fuera necesitaba eso.

Josh gimió al darse cuenta y entonces fue como si su cuerpo despertara de haber estado entumecido, perdido en su propia percepción de lo que estaba experimentando, y lo sintiera a él... de hecho estaba sintiendo el bulto que era la erección de Josh bajo sus pantalones.

Tasha dejó escapar una exhalación, sin intención de ser dramática.

- Tienes que vestirte nena – Gruñó Josh tragando grueso, empujándola sutilmente hacia atrás.

Ella saltó de pronto, apenada, asustada y horrorizada por su estado, por cómo debía verse y peor aún, por lo que estaba rondando su mente. Lo miró y tragó grueso. Josh tenía los ojos cerrados, sus labios estaban entreabiertos, su pecho subía y bajaba notoriamente. Entonces los abrió de golpe, atrapándola en esa oscuridad que resultaba tan tentadora, a pesar de estar echándose atrás también. No podía apartar la atención de su rostro, esos ojos negros brillaban con innegable hambre, sentimiento que resonaba por el cuerpo de ella, haciéndola sentir incómoda y adolorida.

- Cubrete Tasha – Murmuró él de nuevo, apartando la vista, como si no pudiera soportar hacerlo más. Durante un momento la mirada de ella se desvió al bulto que era bastante obvio bajo los pantalones de pijama y aunque creía que ya no la miraba volvió a encontrarse con sus ojos sin saber como proceder – Tasha, no me tientes a probar si tengo la suficiente fuerza de voluntad, si puedo volver a sugerirte desinteresadamente que ocultes esos maravillosos pechos – Advirtió Josh con la respiración acelerada.

Tasha se puso la camisa rápidamente y no dijo nada... No tendría nada que decir.

- No puedo evitarlo. No soy una mala persona. Soy hombre, tú eres una chica hermosa y no pareces estar consciente de mi masculinidad – Explicó él apresuradamente - ¿Sabes que nunca te lastimaría verdad? – Preguntó sonando apenado.

Tasha trató de hablar, de decirle que estaba bien, que lo sabía, que a pesar de todo, de sus circunstancias creía en él, pero las palabras no salían.

- ¿Tasha? – Preguntó acercándose, alzando su barbilla para que le mirara a la cara.

Ella logró asentir. Pero tan contradictorios como estaban resultando sus sentimientos y sus pensamientos una lágrima más se deslizó por su mejilla. Josh exhaló viéndose afectado, retiró la humedad de su rostro con el pulgar, con suavidad, con ternura.

Tasha suspiró ante su toque y esta vez con la camisa puesta se inclinó hacia él de nuevo, posando su cabeza en su hombro, sus pálidos risos rubios haciendo contraste con la piel de él.

Aún en lo que consideró un lugar seguro, poco tiempo duró la paz. Su cabeza era un remolino ¿Había conseguido lo que buscaba? O había abierto la puerta a un monstruo más grande, peligroso e impredecible de lo que representaba Axel. Y no era Josh, no era él. No había mentira en ese dicho que decía que cuando miras directamente a la oscuridad esta te de devuelve la mirada... Y qué mirada, era abrazadora y cautivante. Era una invitación al desastre.

¿Qué pasaba con ella? ¿Esto era de lo que hablaban en los programas de Discovery Channel? ¿Estaba enferma? ¿Era normal? ¿Cómo era que lo llamaban? Era un síndrome con un nombre seco, una vez se había burlado de eso. Su estómago se apretó, estaba enferma, tenía que estarlo. 

Una vez que se fuera recibiría ayuda y aprendería a odiar a Josh tanto como odiaba a Axel.

Pero, con su frente aún contra su hombro y las caricias circulares de él en su muñeca, lo vio como una locura, algo irrealizable. No, nunca así, sería imposible odiarlo... Injusto incluso. Él no merecía su odio, a su manera la había protegido.

"Te protegió de un peligro del que él forma parte", le recordó una voz en su mente.

"Sí... Así es", respondió otra vocecita, pero no sonaba tan segura de entenderlo.

"Entonces no lo odies. Pero, eso tampoco Tasha, nunca", resonó con seguridad la primera voz, haciéndole doler un poco el corazón.

"Nunca", hizo eco la otra, mucho más débil.

Protegida por mi captor (Síndrome de Estocolmo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora