Una jugada peligrosa

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Sintiéndose temblorosa empujó la puerta de su habitación, estaba sin llave, como se lo había prometido Axel. Los nervios se arremolinaban apretando su estómago, se estaba mareando de miedo, las piernas amenazaban con dejar de responderle.

Josh se había esforzado notoriamente en no dejarla ni un minuto a solas con Axel y ahora ella se estaba exponiendo voluntariamente al peligro. Axel podía pasar de un estado tranquilo, casi adormilado, a una actitud maliciosamente hostil en segundos. De hecho, había tratado de abusar de ella al principio de su cautiverio, cosa que su compañero, Josh, no había permitido.

Sin embargo, ese movimiento tan peligroso que estaba haciendo no era sin un fin, tenía un objetivo claro y rezaba para que las cosas no se salieran aun más de control.

- Axel... aquí, despierta. Estoy preparada ¡Vamos! - Susurró Tasha en voz baja, indicando su habitación.

Axel se removió del sofá desperezándose rápidamente. Sonrió lascivo cuando notó que sobre su ropa interior ella no llevaba más que una camisa grande cuyo final rozaba sus muslos cuando se movía.

- ¿Por qué no aquí dulzura? - Preguntó sin sospechar realmente, solo por contradecirla.

- Por Josh ¿Acaso no sabes cómo es? Podría escucharnos y eso acabaría con la diversión. Al menos que no seas capaz de hacerme emitir sonido, como me temo - Dijo Tasha en voz baja y seductora, provocándolo.

Axel gruñó y se puso de pie de un salto respondiendo a su reto.

- Si tienes suerte nena y no eres una mocosa frígida, como me temo - Dijo imitándola - Te haré gritar, ¡Al diablo Josh! - Resopló, sus dientes blancos relampaguearon en la oscuridad mientras la seguía.

Sintió sus manos frías deteniendo su avance, justo en el marco de la puerta abierta de su cuarto, la atrajo de espaldas impactándola con su pecho. Metió una mano debajo de la camisa, acariciando su vientre aún definido por tantos años de baile, subiendo hasta la curva baja de sus pechos.

Se estremeció y escuchó la risa ronca de Axel. El muy malnacido debía creer que era por la anticipación, cuando Tasha no sentía más que asco por su toque. Además seguía siendo virgen y para nada deseaba iniciarse en el mundo sexual con un tipo tan corrompido y enfermo como él.

"Si tuviese que elegir no serías tú", pensó tragándose la expresión de asco, encontrándose sin querer con la imagen de Josh en su mente. Negó con la cabeza disipando la ilusión, no era correcto pensar en él así, en ninguno de los dos hombres que la mantenían secuestrada. Por muy diferente y bueno que actuara Josh en comparación con el demonio al que se enfrentaba ahora, no podía ser bueno llevar sus pensamientos por esa senda.

Axel. Rubio de ojos azul claro, aunque tenía un aspecto angelical, realmente era burlón y malicioso, era como el hermano voluble y pervertido que nunca desearías tener. Pero, Josh, con su piel eternamente bronceada -por lo que sospechaba era una diluía herencia latina- y esos ojos negros que tenían un encantador brillo oscuro, como un noche ligeramente iluminada por la luz de la luna. Era cínico, perspicaz, protector y a veces incluso dulce.

Si a Tasha las cuentas no le fallaban llevaba más de un año allí. Temía que esa sería su rutina por el resto de su vida, si pasaba una semana más encerrada iba a volverse loca. Estaba empezando a olvidar quien era ella, su espíritu estaba empezando a romperse, estaba perdiendo voluntad y fuerza, estaba deseando refugiarse bajo el cuidado de Josh y desaparecer.

De eso se trataba, justo en ese momento estaba en esa situación debido a ello, se estaba exponiendo de esa forma como su última medida desesperada para cumplir su objetivo, para huir de ellos... en el fondo, de sí misma.

Pero, primero tenía que hacer que Axel mantuviese su miembro quieto -y fuera de ella- mientras ella lo excitaba lo suficiente como para que perdiera el control, para que tratara de abusar de ella. Eso sería suficiente combustible para que Josh hiciera algo realmente drástico, si tenía suerte ese sería su boleto de salida.

Se separó de Axel con esfuerzo, ya que empezaba a apretarla con demasiada fuerza.

- Axel ¿Sabes que me gustaría de ti? - Preguntó Tasha, tumbándose en la cama con la camisa extendida, aún cubriéndola.

- ¿Me importa? - Preguntó con voz ronca, quitándose la camisa, prosiguiendo con los pantalones.

- Estoy segura que lo disfrutaras tanto como yo, si ambos cooperamos puede ser tan, tan bueno - Respondió ella, inclinándose un poco hacia adelante subiéndose lentamente la camisa, dejando expuesta su ropa interior ante los ojos ávidos de Axel.

- Habla ahora, o calla mientras te follo - Gruñó él, encaramándose en la cama sobre ella.

Tasha se mordió el labio inferior, entrando en pánico, para luego notar con alivio que en medio de su calentura Axel había dejado la puerta abierta.

"Puedo hacerlo", se animó a sí misma mentalmente.

- Se rudo conmigo, no te contengas... Axel quiero que me gruñas, quiero que me pegues, quiero que me hagas daño y me hagas gritar de dolor y placer, sé sucio... Eso es lo que me excita - Mintió, moviéndose debajo de él para alentarlo.

- Nunca pensé que tú, la vez que yo traté de... - Empezó a decir, obviamente confundido. Tasha había notado que su fuerte nunca había sido detenerse a pensar las cosas. Y en esas circunstancias menos, estando así de estimulado, con su pene erguido presionando contra su abdomen.

- ¡Al contrario Axel! Me gustó. No he dejado de pensar en ello, cada noche he fantaseado contigo - Respondió con rapidez, temerosa de que desconfiara de ella. Axel lo tomó como desesperación y sonrió con perversidad - No sabes cuantas veces he sido sucia contigo en mis pensamientos, he estado mojada, necesitada y tocándome por ti - Continuó, sus mejillas tiñéndose de rosa pensando en que de hecho no estaba mintiendo del todo, había llegado a hacer algo parecido a lo que estaba relatando, aunque no de una forma tan soez. 

Sí, lo había hecho, pero no por él.

Por su otro "compañero de piso".

- Ohhh eres más putilla de lo que creía nena, ya era hora de que dejaras de ser tan estirada y te sacaras ese palo del culo para dejar que meta mi maldito pene - Dijo él, sacando su miembro del bóxer, dejándose caer sobre ella con fuerza, clavándo la prueba de su excitación contra su abdomen desnudo, mientras la manoseaba. 

Se resistió a su instinto de querer alejarlo mordiéndose la lengua. En medio de una oleada de repulsión le entró el pánico y trató de alejarlo. Al sentir su resistencia Axel la abofeteó, Tasha se volvió a tragar el grito de angustia, esperando el momento más adecuado para dejarlo salir, no quería que Axel le tapara la boca y con ello echara por tierra sus esperanzas de ser auxiliada, lo que cada vez se hacía un pensamiento más fuerte. Estaba aterrorizada ante el fracaso y sus consecuencias.

Una de sus manos removió el sostén y apretó bruscamente su seno, haciéndola chillar, no un chillido fingido, uno real amplificado por el terror que se alzaba por encima de su plan.

- Cállate zorra - Gruñó Axel, halando su cabello bruscamente, seguramente arrancándole algunos mechones en el proceso. Tasha chilló de nuevo y Axel le tapó la boca. Luego guió su pene contra la entrada de su sexo. 

Aunque Tasha aún tenía su ropa interior, sintió que iba a desmayarse.

Entonces Axel bajó la guardia, tratando de apartar su tanga. Tasha lo mordió y chilló con todas sus fuerzas, suplicando que Josh la escuchase. En ese momento todo se había desmoronado, no existía ningún objetivo en su mente, solo miedo y repudio por sí misma.

¿En qué había estado pensando? La boca de Axel la hizo callar, buscando besarla con furia, abandonando su tarea de tratar de penetrarla por el momento para mantenerla en silencio. Tasha estaba retorciéndose, forcejeando, llorando asustada, cuando escuchó la gloriosa y ronca voz de Josh.

- Maldición - Escupió Josh - Axel aléjate de ella, ahora - Escucho él gritó de advertencia de su salvador.

Protegida por mi captor (Síndrome de Estocolmo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora