Ataque inesperado

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Tasha estaba saliendo tarde de su academia, se había quedado más tiempo de lo esperado porque se acercaba la celebración de un concurso en el que había planeado salir triunfante. Estaba decidida, había estado practicando desde que regresó a casa. En cierta forma, bailar era lo único que la estaba manteniendo cuerda entre el deseo atropellado que sentía por Josh/Calvin y la frustración de no poder poner en su sitio a su tía y a su ridícula hija, que no hacía más que perseguirlo como una zorra en época de apareamiento.

Era tan patético que quería quejarse en voz alta delante de todos.

No es que Tasha no deseara hacer lo mismo, es que era inapropiado, además de ridículo... porque deberían, ella y él deberían repelerse. Tasha por haber sido retenida y él por que ella se había escapado. Claro que, después de la conversación del otro día, tenía serias dudas de que haya sido un escape.

De ser así ¿Por qué la habría dejado escapar si tenía segundas intenciones? ¡Eso no tenía sentido! Para meterse en sus pantalones solo tenía que esperar un poco más y colarse en su habitación. Su seducción era tan natural, la química era innegable, sin duda hubiese caído.

Sin embargo, la protegió incluso de él mismo. 

¡Era tan contradictorio! Le daba dolor de cabeza tratar de descifrarlo.

- Pero mira que tenemos aquí – Dijo una voz que envió escalofríos por su columna vertebral. El portador de esa voz estaba cómodamente recostado en su carro. 

Tasha se timbró al verlo, no pudo evitar el jadeo de pánico que salió de su boca.

- ¿Qué? ¿Qué haces aquí? – Exhaló ella, llevándose la mano al cuello en un gesto protector.

- ¿No te alegras de verme? – Preguntó el hombre, con una voz hipócritamente melosa.

- ¿Qué quieres? ¿Por qué estás aquí? – Repitió Tasha, esta vez con la voz más firme. Una actuación formidable, porque estaba temblando y su pecho dolía ante lo acelerado de sus latidos.

- ¿Yo? Nada... Solo estaba de paso, se me ocurrió que podía saludar a una vieja amiga y agradecerle por darle una descripción tan detallada de mi persona a la policía. No te imaginas lo divertido que ha sido esconderme como una rata – Profirió con tono rencoroso.

Tasha dio un paso atrás, su mente ya estaba corriendo a kilómetros, rogando y lloriqueando por ayuda.

- Sobre todo fue aún más divertido cuando vi los retratos hablados de ¿Lyn?... Mi compañero asiático. Lástima que no lo recuerde, pudimos habernos cuidado las espaldas – Continuó enderezándose, su voz destilaba veneno y amenaza.

Tasha dio otro paso hacia atrás, su garganta estaba tan seca que tuvo que hacer un esfuerzo, que se le hizo inhumano, para tragar.

- Oh... ¿Qué haces? No te estás portando bien Tasha ¿Es esta la manera de recibir a un amigo? A un amigo al que por cierto has perjudicado tan gravemente – Cuestionó distorsionando su rostro con una mueca de rabia - ¡¿No eres una selecta putilla de mierda?! - Vociferó - La pregunta es ¿Por qué el chico moreno y no yo? ¿Qué es lo que más te calienta? Quizás pueda recrearlo para ti Tasha – La provocó, dando un paso hacia ella.

Cuando Tasha lo vio moverse todo se desarrolló en cámara lenta, giró sin rechistar y corrió. Por el rabillo del ojo lo vio arrancar tras ella, desviándose a la izquierda, en el resguardo de las sombras. Miró hacia atrás, Axel no estaba a la vista, pero ella sabía que la estaba siguiendo. Lo más inteligente sería ir también hacia las sombras, ir hacia la derecha, sería más difícil de localizar así. Estaba siendo un blanco fácil , pero le daba terror, la oscuridad siempre la había asustado y era él quien había reforzado sus miedos.

Estando secuestrada la bombilla del baño se había quemado y él la había encerrado allí, castigándola por haber sido grosera con él tras haberlo cuando intentó ponerse "mano suelta", disfrutando de sus gritos aterrados mientras la amenazaba con desfigurarle la cara para que guardara silencio.

- ¡Esto es lo que pasa cuando la cerdita se queda hasta tarde fuera de casa ¿No te han enseñado nada sobre el lobo malvado?! – Canturrió con burla mientras la seguía, la voz resonó de manera fantasmal en el estacionamiento y la hizo soltar un sollozo que le cortó la respiración.

Trastabilló tratando de ubicarlo en vano y cayó al pisar en falso por un desnivel en el piso, se raspó el brazo derecho y la barbilla, cuando trató de levantarse ya era tarde. Axel ya estaba encima de ella. Quizás no era competencia para Josh, pero sí para una aterrada Tasha. Con un agarre de acero la volteó sin esfuerzo, fijándola de frente debajo de él. Y entonces lo notó, estaba empalmado sobre sus caderas.

Sus ojos se humedecieron por la mezcla de sensaciones, dolor, pánico, asco. Axel llevaba la locura grabada en esos ojos azules cristalinos. Estaba tan demente que le excitaba el estado lamentable en el que ella se encontraba.

- Hermosa, hermosa Tasha ¿No creerás que vas a manipularme con tus lagrimitas de cocodrilo como a él no? – Preguntó y su fuerte aliento a menta se coló en su nariz, lo peor es que a pesar de que estaba podrido por dentro ni siquiera olía mal – Todavía no puedo olvidar esa última noche que nos vimos, de verdad que deseaba que disfrutáramos en grande, quería hacerte chillar como un cerdo mientras te penetraba, también planeaba joderte por el culo – Confesó con una sonrisa complacida, como si ahora creyera que sí tenía la oportunidad de terminar lo que empezaron. 

Luego bajó la cabeza y pasó la lengua, con fuerza, en donde ella se había raspado la barbilla, lamiendo la sangre. Se sintió como la lengua de un gato, haciendo daño.

Tasha reprimió otro sollozo. No quiso llorar abiertamente ni patalear como loca, después de todo era eso lo que más disfrutaban los depravados desquiciados como Axel.

- Pudimos habernos llevado bien Tasha... Pero tenías que ponerte toda arisca y no olvidemos lo selectiva. Lo dejé pasar, pero luego me provocaste y me hiciste caer en tu trampa, como a un imbécil ¡No quieras que te trate como la zorra inocente que no eres! – Gritó, elevándole un poco la cabeza al halarla por el cabello para luego golpeársela contra el piso.

La idea de que él volviera a atacarla así y le hiciera perder el conocimiento le provocaba nauseas. Él temor de quedar indefensa a su merced le ganó y gritó pidiendo auxilio, la cabeza le palpitaba con fuerza por el golpe, sus músculos se agarrotaron. Entonces Axel la abofeteó duro, desorientandola, el sonido tuvo que haber hecho eco en todo el estacionamiento.

Tasha podía probar el sabor cobrizo de su sangre inundando su lengua.

Axel no dijo nada, solo sonrió con malicia y le tocó los senos por encima de la camiseta. Primero con habilidad, tratando excitarla, como si en el fondo creyera que ella no podría resistirse a él. Pero Tasha no podía quitar la expresión de asco y rechazo de su cara, así que la caricia dejó de ser destinada a complacer, se tornó brusca. Su apretón la hizo chillar, inevitablemente regresándola a la noche en que ella trató de seducirlo en su plan por escapar.

Axel, deleitándose de su lamento, empezó a reírse como un maniático, aflojando la fuerza de su mano derecha que sostenía las suyas. El sabor de la sangre en la boca de Tasha estaba generando una reacción inesperada dentro de ella, inyectándole adrenalina. 

Instintos de supervivencia afilándose ante el peligro.

Tasha vio la oportunidad perfecta para escapar cuando sintió aligerar la presión en sus muñecas, la única oportunidad que podía llegar a tener.


Protegida por mi captor (Síndrome de Estocolmo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora