Sin salida

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Cuando llegaron al estacionamiento los nervios pudieron con Tasha, un mini ataque de pánico bloqueó su mente. Estaban por salir del ascensor y ella silenciosamente se negó a hacerlo.

- ¿A qué estás esperando? – Preguntó su amigo afuera.

- Pit, no puedo... - Dijo, empezando a temblar.

Se sentía tan tonta, si iba a actuar así debió haber llamado a Calvin.

El chico la miró parpadeando, como tratando de comprender a lo que se refería.

- ¿Qué no puedes cariño? – Le preguntó cruzándose de brazos, cualquiera se cansaría de sus locuras.

- No puedo ir allí sola. Estoy algo asustada – Admitió, sus ojos llenándose de lágrimas.

- ¿Asustada de qué? – Volvió a preguntar Pit, impacientándose.

- Lo de anoche – Soltó.

- ¿El simplísimo caso de asalto? – Preguntó cínico, era más que obvio ahora que no se había comido la historia que le había dado a tragar a todos.

- Entra de nuevo y te prometo que te lo explicaré todo – Le pidió tragando grueso – Solo necesito hacer una llamada para que vengan por mí – Agregó, estirando su brazo hacia él para que regresara con ella.

Pit soltó un sonido de resignación, pero asintió tomando su mano. Las puertas ya estaban cerrándose cuando Tasha observó aterrada la mano enguantada que estaba deteniendo el cierre automático.

Boqueó tratando de advertirle a Pit para que se girara, pero no salía ningún sonido de sus cuerdas bocales. Habían entrado en mute. Sin embargo, Pit notó su expresión y cuando estaba en medio de dar la vuelta, el cuerpo entero del intruso ya estaba dentro, balanceando el tubo en su otra mano, con fuerza, descargando el golpe en su amigo.

Tasha lo vio caer en cámara lenta, y el grito la desgarró desde adentro.

El agarre en su brazo fue de hierro, doloroso.

- Calladita te ves más bonita – Le amenazó la voz áspera que salía detrás de una oscura capucha. Tasha cubrió su boca con su mano, disminuyendo el sonido de la fuerza del sollozo que le siguió.

- Lo mataste – Balbució Tasha, tiritando.

El tipo bajó la cabeza miro el cuerpo de Pit en el piso y se encogió de hombros.

- Camina – Le gruñó, sacándola del ascensor.

- ¿A dónde? – Intentó preguntar estúpidamente.

- Cállate – Le volvió a advertir.

Tasha empezó a mirar a los lados de reojo, se suponía que habían reforzado la seguridad desde que ella había dicho que fue atacada justo saliendo de allí.

¿Dónde rayos estaban?

- No van a venir – Le advirtió el encapuchado.

- ¿Qué? – Soltó pillada.

El tipo siguió arrastrándola sin decir nada, un carro negro bloqueaba la salida del suyo.

- Por eso – Le dijo señalando hacia su carro.

Tasha miró durante un momento sin comprender, hasta que bajó la vista y vio una mano sobresaliendo debajo de él.

- Así que shhhh – Le repitió colocando un dedo enguantado sobre su boca.

Tasha asintió solícita.

Si por algún milagro ese tipo no la mataba dejaría que lo hiciera Calvin. Creía que después de todo se lo merecía.

El tipo abrió una de las puertas traseras del auto negro, invitándola a entrar.

- Después de ti – Se burló, haciendo una mofa de reverencia.

Tasha no confiaba en que pudiera escapar, se sentía sin opciones.


....---....

Calvin rompió todas las señales de tránsito, habidas y por haber, tanto que le sorprendía no tener ninguna patrulla tras él, nunca aparecía un estúpido policía cuándo lo necesitabas. Había intentado contactar con Tasha, pero el teléfono repicaba hasta llegar a la contestadora. No le extrañaría que esa mujer exasperante lo haya puesto en silencio. En una situación normal eso podría resultarle irritantemente divertido, sin embargo, ahora sólo acrecentaba el temor que estaba nublándole la cordura.

Al llegar a la academia notó -con un retorcijón en el estómago como respuesta- que la barra de seguridad del estacionamiento estaba levantada, el guardia de la casilla exterior no estaba por ningún lado.

Después de ingresar, en un instante de claridad, un fortuito presentimiento, entró a la casilla y cerró la barra automática. Intentó volver a llamar a Tasha, sin parar de buscar con la mirada al vigilante, sin dejar de estar alerta. Pero una vez más ella no contestaba. Con lo peor en mente marcó la alarma de seguridad que solía estar conectada a la estación de policía más cercana. 

Luego avanzó hacia la salida del estacionamiento interior y aparcó fuera, bloqueándolo. Era lo único que se le podía ocurrir, haría una comprobación rápida desde el otro lado y si la academia estaba vacía se dirigiría directamente hasta allí para empezar con la búsqueda externa.

La persona que había entrado, sino se había ido ya –y le suplicaba a fuerzas místicas más allá de su conocimiento que fuera así- lo había hecho en auto, eso era lo único que explicaría la puerta abierta y la ausencia del guardia.

Si todavía estaba ahí, si llegaba a tiempo a Tasha, podía morir en paz y eso bien podía terminar siendo literal, después de todo no contaba más que con una simple navaja Victorinox de usos muúltiples que le había obsequiado su socio al aceptarlo de regreso.

Sigilosamente bajó por la rampa de entrada, las puertas del ascensor cerrándose y abriéndose llamaron su atención, la mitad de un cuerpo sobresalía entre ellas.

A pesar de que a leguas se notaba que era un hombre Calvin supo que lo que había temido estaba sucediendo. Se acercó rápidamente y reconoció al amigo de Tasha. Lo comprobó, tenía pulso, no había sangre. Seguramente había sido golpeado y con lo debilucho que era no había bastado mucho para que se desvaneciera.

Se había acabado el momento de la discreción.

- ¡Tasha! – Llamó a todo pulmón, arrancando a correr para recorrer el estacionamiento.

¿Dónde estaba? ¿Había vuelto a dejarlo del otro lado? ¿Por qué no había bajado y cambiado de puesto el auto cuando la academia empezó a vaciarse de gente? ¿Había sido por ingenuidad? ¿De verdad Tasha no entendía la magnitud del peligro en el que se encontraba?

Su teléfono comenzó a sonar y sin dejar de escanear a su alrededor contestó esperando que fuera ella.

- ¿Calvin qué es lo que ha hecho mamá ahora? – Le exigió la voz de Alyson.

- No tengo tiempo para esto. La tienen, necesito encontrarla... Aly, si algo le pasa voy a confesar todo – Expuso lo que tenía en mente – Si de verdad no formas parte de esto, convéncela. Dile a tu madre que pare mientras esta a tiempo, porque pienso arrastrarlas conmigo al mismisimo infierno – Advirtió trancándole.

- ¡Tasha! – Volvió a gritar, reconociendo su auto a la distancia. Se detuvo antes de acercarse del todo, un auto estaba bloqueando su salida.

Ahora, eso era curioso.

La emoción lo recorrió ¿Había llegado a tiempo? ¿Tasha seguía allí?

Pero la desilusión también combatía por su atención ¿Si era así dónde estaba? ¿Por qué no le respondía? ¿Estaba malherida? ¿Podía ser posible que se la llevaran lejos sin un coche? ¿Estaba perdiendo el tiempo allí? ¿Debía haber llamado a su padre? ¿A las autoridades?


Protegida por mi captor (Síndrome de Estocolmo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora