Capitulo 17: Mi nombres es Muerte y el final está aquí

27 5 0
                                    


Bastet

Era muy tarde y lo supe desde que desperté, algo que quizás si mi cuerpo hubiese despertado antes lo hubiese detenido, sin embargo, ahora era tarde podía sentirla, en mi piel, en el lugar. Podía sentirla rodando la atmosfera, podía sentir al mundo reconociéndola, sentir como se había detenido momentáneamente la rotación de la tierra, como los pájaros alrededor de la caballa se habían enmudecido con un silencio más propio de respeto que de temor, no le temían, la respetaban. Al igual que la tierra, al igual que las plantas, el lugar en sí.

Nadie podría odiarla nunca, temerle... tal vez... muchos le temías, muchos le admiraban, otros idolatraban, la adoraban, considerada dios para algunos, esclava para otros y descanso para unos pocos.

Pero algo era cierto, podía sentir a la muerte rondar de pie.

Había fallado.

Los arcángeles no pudieron cuidarla mientras despertaba, había tardado mucho y ahora, la muerte estaba aquí.

Una ventisca helada cubrió la biblioteca y yo me encontraba todavía aquí sin moverme desperdiciando minutos preciosos. Sin mis armas, sin mis libros, en algún lugar de este mundo.

-Miguel. -susurré.

-¿Bastet? -preguntó, apareciendo justo detrás mío.

-Ella está aquí.

***

El clima, se transformó, el hielo tomo parte del lugar. No la buscamos en el cuarto, no la buscamos en la sala donde la vimos por ultimas vez recostada junto a Gabriel, no estaría ahí.

Yo sabía lo que buscaba, había muerto buscándolo, había enloquecido amándolo y ya sabía cómo encontrarlo. Solo necesitaba las llaves...

Estaba afuera de la caballa en el jardín, el que había sido transformado en un bosque ártico, sus pies no tocaban el suelo, le gustaba así, la había conocido por tantos siglos, sabía que amaba como el frío se colaba por sus pies sin necesidad de mojarse, le gustaba el hormigueo que este la causaba a las puntas de sus dedos y su piel en general.

A donde vieras, solo el blanco y el frío prevalecían. Habían consumido el sonido y la vida del lugar. Tal como le gustaba.

Piel morena, contra sábanas blancas, era en lo que pensaba cuando la veía levitar en aquellos paisajes.

Sin embargo, esta no era ella y lo era. Su piel un blanco que acompañaba el lugar, en la misma bata en la que la había cambiado por la mañana cuando la bañe.

Pero sus ojos carecían de aquel amor con el que me miraba mi mejor amiga cuando nos escapamos, carecía del tierno afecto con el que me miró cuando pensó que los arcángeles no destruirían, ya tampoco existía en sus ojos aquel dolor con el que me miró en la mañana en esos pocos instantes de lucidez.

El hielo, la neblina y la nieve se habían tragado todas aquellas emociones.

Ahora, ahora su mirada no reflejaba nada, como mirarse a uno mismo en un espejo estaban vacíos, pero su sonrisa en los labios rojos remarcaba la locura que la caracterizaba donde quiera que fuera. Esa sonrisa recordaba memorias distintas, historias pasadas, todos con finales diferentes pero iguales en una sola cosa.

Dolor.

No hablaría, lo sabía, la conocía. El momento trascendió como un concurso de miradas.

Miguel hervía de ira en su interior podía sentirlo, un rojo errático resaltaba por todos lados.

Por otro lado Death, parecía calmada, no le afectaba... Nada lo haría.

Le gustaba el silencio que causaba la muerte, le gustaba el silencio que ocasionaba.

Dead Is Not deadWhere stories live. Discover now