dudas disipadas

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Adrien no pudo concentrarse en la clase, en realidad, no pudo concentrarse en nada más en todo el día.

En todo lo que pudo pensar fue en la mirada que Natanael le dirigió a Marinette en cuanto la vio. Idéntica a la que el zorrito había dirigido a su lady en varias ocasiones. No era posible, simplemente esto no debía de ser así. Pero entre más lo pensaba, más obvias las cosas eran para él. ¿Por qué diablos no lo había notado antes?

La misma hermosa mirada, el cabello, sus manos, su bondad, sus labios, su estatura. Cada pedazo de su cabeza repetía las similitudes, las imágenes que aparecían en su cabeza, comparando todo, haciendo teorías, colocando ideas.

Lo cierto era que su cabeza parecía un mar de confusión.

Pero era la única forma, es decir, no era posible que un chico como Natanael estuviera enamorado de dos personas... bueno es que conociera mucho a su compañero, pero esa confianza que había demostrado cuando reveló su identidad la pasada noche...

Y si pensaba en otras cosas, Natanael había mostrado su interés por la chica de coletas cuando fue akumatizado. El pelirrojo buscó revancha por las burlas de Chloe, cosa por la que no lo culpaba, pero fuera de ello, no hizo nada para lastimar a otras personas, al contrario, se vio como un caballero tratando de regalarle a una chica una linda velada en París.

Ladybug le habia dicho en esa ocasión que ella tenía una misión ultra secreta, pero le había enviado a cuidar a Marinette, en cada ocasión que aparecía la chica, la heroína desaparecía y viceversa.

Pero luego recordaba la aparición de ladybug y Marinette cuando se enfrentaron ante timebreak, sin embargo, en aquella ocasión habían sido dos Ladybugs en lugar de una....

-awwwwwww!- no pudo evitar que un grito de frustración saliera de su boca justo cuando el salón estaba en completo silencio. Todos, incluido la profesora de ciencias se voltearon a verle, esta última con una ceja levantada y una mueca que prometía un gran escarmiento.

-¿Algo que quiera compartir con la clase, señor Agreste?- su tono fue algo afilado. Era obvio que no le había gustado que su clase hubiera sido interrumpida tan abruptamente.

-necesito salir un momento, por favor- sus mejillas estaban tornándose rojas, a causa de la vergüenza de que todas las miradas estuvieran sobre de él. En especial, de las personas que estaban a solo algunos lugares por encima de donde se encontraban.

La profesora, con un suspiro de fastidio, señaló la puerta mientras regresaba al pizarrón. Adrien tomó su mochila y caminó con pesadumbre, los demás poco a poco regresaron a sus labores, y cuando alzó la vista, justo cuando su mano estaba sobre la manija de la puerta, la vista le perturbó de formas que él mismo no supo cómo interpretarlo.

Marinette miraba con atención algo que había en el cuaderno del pelirrojo, lo cual había aprovechado el muy sinvergüenza para estar más cerca de ella, sus rostros demasiado juntos, aunque la chica no se percatara. Y cuando Natanael subió su mirada y se topó con la de Adrien, la suavidad y el brilló de sus ojos se borró, dejando paso a una mirada dura, fuerte y retadora. Dirigida a él.

Salió echando humo, sin mirar atrás, faltaban menos de una hora para que la escuela acabará, y sinceramente no tenía el humor para regresar a la clase, así que opto por encerrarse en un cubículo del baño y esperar.

Aventó la mochila y se sentó sobre él retrete, alzando sus piernas. De inmediato Plagg salió de su escondrijo para hacer cara a su portador.

-sabes, podrías ser mucho más amable con tu mochila, no soy un juguete que aguanta los golpes- decía mientras se sobaba un lado de la cabeza. Adrien miró molestó hacia otro lado, no queriendo decir nada. Esa imagen lo afectó de alguna extraña forma.

Un deseo del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora