un nuevo Kwami

8.9K 450 21
                                    

En su habitación, la dulce Marinette se encontraba trabajando en algunos esbozos de una nueva chaqueta negra que buscaba realizar. Sus padres están en la panadería y Tikki en su hombro apreciando el trabajo en su cuaderno de bocetos. Sabía que algo le preocupaba, pero no quería presionarla, si deseaba hablar lo haría sin dudar, con convicción. Hacía era ella.

Termino su trabajo y cerró su libreta, tomando su diario y recostándose en la cama acomodándose para comenzar a escribir. La pequeña Tikki sobrevoló su cabeza y se sentó enfrente de ella. A pesar de que tenía la pluma en la mano y una página en blanco, la chica de coletas no parecía estar en ese lugar. Estaba absorta en sus pensamientos, perdida en esa artística y gran mente que tenía. En realidad toda la tarde no había dejado de pensar en aquella sensación de haber sido observada. Pero eso era ridículo, porque era cuidadosa. Siempre tendría que serlo se deseaba seguir protegiendo a todos, si deseaba seguir siendo Lady bug.

Tikki se levantó y le acarició un brazo con sus pequeñas manitas.

-¿Está todo bien Marinette?-

-si Tikki, todo está bien- no deseaba preocupar a su amiguita con ideas absurdas. No tenía sentido decir algo de lo que no estaba completamente segura. Le sonrió tratando de que con ello sus palabras tendrían mayor fuerza. Comenzó a escribir, tal y como había planeado sin percatarse que desde su balcón, encima de su cuarto una persona se deslizaba para dejar un presente.

*******************************************************************************

La fuerza en sus piernas le sorprendió, siendo sincero consigo mismo su cuerpo jamás había sido atlético y ahora no podía creer la altura y velocidad que estaba alcanzando en aquellos momentos. Ni siquiera había pisado un tejado cuando su atención se movía hacia el segundo y así consecutivamente. Se sentía alerta, sus sentidos parecían estar más desarrollados y percibían todo a su alrededor. Nada se escaba de su vista, su olfato y su oído. Las conversaciones de las personas caminando. El zumbido de una abeja, todo parecía tener más color para él, y se sentía maravillado, extasiado hasta tal punto que le parecía de creer.

Sin darse cuenta se estaba dirigiendo hacia la panadería cerca del colegio, en otras palabras, se encaminaba hacia la casa de Marinette. Se detuvo en un jardín de azotea y robo un pequeño tulipán rojo. Estaba decidido a mostrase ante ella, a dejarle ver que sabia su secreto, revelando también el suyo. De algun modo quería acercarse a ella, dejarse ver de una manera diferente al timido chico de la clase que perdia el tiempo dibujando. Diablos, tal vez algunos de sus dibujos habrían ayudado en ese momento. Mostrar la sonriente cara de su linda musa dibujada en todas las técnicas que conocía. Oleo, acuarela, carboncillo, colores, pasteles, solo por mencionar algunos.

Tres edificios mas y se dio un gran impulso para caer con una elegancia propia de un cazador sigiloso. Sus pies aterrizando en el pequeño y hermoso balcón de Marinette se le antojaba un sueño surrealista. Su musa se encontraba acostada en su cama, y una pequeña figurita flotaba a su alrededor. La misma a la que había visto cuando ella se había trasformado ante sus ojos. Peculiar y algo linda.

Le observó por unos instantes, deleitándose con su imagen y grabándola en su memoria. Cerró el puño sobre el tallo del tulipán. Deseaba tocar el tragaluz que daba hacia el dormitorio y hablar con ella, pero en el último momento se arrepintió.

-No, todavía no es el momento adecuado- tenía que conocerle de otra forma, en otro momento, cuando lo viera por primera vez tenía que ser de una manera diferente, en un ambiente donde el pudiera demostrar su valor. Besó el tulipán y le coloco delicadamente sobre la orilla del tragaluz, de tal manera que al abrirle seria lo primero que visualizara.

Un deseo del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora