Maria:
El día fue agotador. La mañana la pasamos tragando polvo y la tarde fue aún peor. Tuvimos que recoger calabacines bajo el sol, a una temperatura superior a los treinta y cinco grados.
Cuando acabó la jornada laboral, cenamos y nos fuimos a las habitaciones.
Yo necesitaba dormir. Y mucho.
Me metí entre las sábanas, cerré los ojos y...
—«Me asomo a la ventana, eres la chica de ayer» —me incitó Leo desde su habitación.
—«Jugando con las flores en mi jardín» —Nos había dado por cantar.
Aparecí de inmediato y celebré que no hubiera perdido la costumbre de recibirme medio desnudo. La luz de la luna le dibujaba sombras en el definido abdomen.
—¿Ibas a sobar ya?
—Pues sí. ¿Tú no estás cansado? Yo estoy más mareada que los chavales de mi barrio cuando salían de un submarino.
—¿Un submarino?
—Un burbujón.
—No lo pillo, Maria.
Tiré la toalla:
—Queda claro que venimos de culturas muy diferentes.
Se mofó:
—Ni que fueras de otro planeta.
No entré al trapo porque había dado con un juego:
—¡Eh! Si tu compi, o sea yo, tuviese que ser de otro país —Coqueta, me apoyé contra el marco—, ¿de cuál te gustaría que fuese?
Él se rascó la sien, confuso.
Lo simplifiqué:
—Cuando ves las olimpiadas, ¿en quiénes sueles fijarte? Yo, en los brasileños. Esos sí que tienen una buena pértiga.
—Nunca antes lo había pensado.
—Nunca antes habías conocido a una pensadora como yo.
—Y menos mal.
Se lo puse aún más fácil:
—A ver, ¿qué acento te pone más?
—Maria, qué preguntas.
—¡No repliques!
Exhaló y, como solía hacer, lanzó la pelota mi campo:
—¿A ti? —pegó el raquetazo.
—El francés. Sin lugar a dudas.
—¿El francés?
—Oui. Me conviejte en peja.
—Y a mí, en manzana.
—Eres imbécil.
Su carcajada produjo eco en el callejón que formaba la separación entre las dos casas. Se inclinó clavando los codos y, en aquella postura tan sexi, escupió:
—¿Y por qué el francés?
Observé las estrellas dándome un aire enigmático.
—Ni idea. —Lo tanteé—: ¿No hay cosas que te excitan así porque sí? Me ocurre con los jacuzzis, los baños de los centros comerciales, los edificios en construcción, los asientos de cuero de los coches caros, la nata montada...
—Terminaríamos antes si enumerases con lo que no.
—¡Ah! Y tengo un amigo en la ciudad al que le molan los ascensores. —Tras hacer memoria, pegué el raquetazo—: Bueno, ahora te toca a ti.
—Yo no soy como tú.
—Eres humano. Aunque tu antena me haga dudar.
—¡Maria!
—Tiene que haber algo que te dé morbo.
—Lo hay. Me refería a que no quiero compartirlo contigo.
Dramática me empujé lejos de la ventana.
—¿¡¿Qué?!? ¡Traidor!
—Es que es un secreto.
—¿A quién se lo voy a contar? ¡Si no salgo! Soy Rapunzel y la granja es mi torre.
—No vayas de víctima.
—Realmente, me has decepcionado.
—Maria...
—Por favor, Leo —rogué.
No se fiaba nada de mí:
—¿Me prometes estar callada?
Simulé cerrar una cremallera en mi boca.
Él se peinó en un gesto de desconfianza pero aceptó:
—Va, voy. Desde que llegué aquí, me gustan... —Masculló algo imperceptible para mi tímpano.
Me estiré en su dirección todo lo que puede.
—¿Qué?
—Que me gustan las...
—¡Dilo!
—¡Las ruedas de tractor!
—No jodas. —Parpadeé repetidamente—. ¿Te molan los neumáticos?
—No tendría que habértelo contado —se arrepintió.
—Joder. El muñeco Michelín debe de ser tu mayor crush.
—¡Maria, no! Lo que quiero es montármelo en una rueda de tractor, no con ella, sino sobre ella. Como escenario.
—Qué pedrada —flipé.
—Oye, si te vas de la lengua te mato —amenazó.
—Que no. Si apenas socializo.
Me echó en cara:
—¡Porque no quieres!
—Tampoco hay muchas opciones aquí.
—Sí que las hay. Mañana irás tú a por el pan. Así conoces a la gente del pueblo.
Puse los brazos en jarras.
—Buena manera de quitarte una labor de encima, compi.
—No seas desconfiada.
—Me lo dice el que casi me pide un juramento de sangre...
—Venga. De verdad, ve a la panadería y me lo agradecerás.
—Ah. —Me intrigó—. ¿Y eso?
—Tu excujsión sejá una gjan espejiensia.
—¡Oh! Acaso...
—Bonne nuit, Majia —se despidió.
Se dispuso a cerrar la ventana y le grité:
—¡Tú! ¡Ahora no! ¡Espera!
Lo retuve, aunque sabía que no por mucho tiempo.
—Dime.
—¿Seguro que la salida por el pueblo irá bien? —fingí estar nerviosa.
—Tranquila, Maria.
No me pude resistir:
—¿Sí? Todo irá, ¿sobre ruedas?
—Que te jodan.
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SIGUIENTES ACTUALIZACIONES: en otro rato... jeje
INSTAGRAM/TIKTOK/TWITTER autor: jonazkueta
INSTAGRAM novela: huyendodelvicio
WATTPAD: jonazkueta
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HUYENDO DEL VICIO (EN LIBRERÍAS Y WATTPAD)
Teen FictionCOMPLETA. En librerías y Wattpad. Premio Wattys 2017. MARIA necesita escapar de su intensa vida dominada por el vicio, por lo que acepta una oferta de trabajo en un perdido pueblo, donde cree que logrará evadirse de las tentaciones que la rodean en...