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Chris.

–Cariño, es Brooke   –me dice entregándome el móvil, sonriéndome y haciendo que me quede helado, de nuevo–.

Me quedo petrificado en el sofá, mirando en dirección al teléfono. No puede ser ella. No podía ser ella. ¿Por qué llamaba ahora? Mi novia no podía llamarme. No lo tenía permitido. Bueno, "novia" ya que técnicamente no lo es... no puede serlo, es un placer prohibido. Aunque yo sigo diciendo que lo es... no pienso aceptar que lo más probable es que jamás pueda volver a casa de mi abuela con ella y que cuando esté distraída me diga lo guapa que es y la suerte que tengo de tenerla conmigo. Me niego rotundamente a que mi madre deje de decir que es su nuera o a que mi padre me diga que estaría encantado de pagarnos la boda. Me niego.

Respiro profundamente y estiro la mano hacia el móvil, tembloroso. Mi madre me mira tristemente, me guiña el ojo con una sonrisa algo forzada y se va. Cojo el móvil y hago el amago de hablar, pero no puedo. No me creo que después de tres meses vaya ha hablar con ella de nuevo.

Sé que está al otro lado de la línea porque la oigo respirar, lo que me tranquiliza y me da el valor para decir algo.

–Hola, Brooke  –mi intento de sonar confiado falla irremediablemente.

Brooke.

–Hola, Chris –digo nerviosa.

–Bueno... ¿cómo estás? –me dice. ¿Qué cómo estoy? Bueno, sin el amor de mi vida en un sitio en el que no quiero estar, nada más. Todo genial.

–Pues aquí, ya sabes –respondo sin más. –¿Y tú?

–Deseando que estuvieras aquí –me susurra.

–Chris... yo...

–No importa –me corta. –Lo único que quiero saber ahora mismo es lo que pasa. Quiero que me aclares un par de cosas sobre ti y William.

–Por eso te llamaba –digo. –William me llamó anoche y... –me corta al instante.

–¿Te llamó? ¿Por qué? –dice empezando a ponerse nervioso.

–Si me dejas terminar lo sabrás, Christoffer.

–Perdona, amor –noto su voz tensarse, a la vez que también mi piel se eriza, de una manera bastante exagerada. –Brooke   –se corrige.

–William me llamo ayer para contarme lo que había pasado contigo –lo oigo gruñir a través de la línea pero continúo. –La única razón por la que me llama es por ti. Lo llamo semanalmente para preguntarle cómo estás, qué necesitas, para saber si te pasa o te deja de pasar algo –se queda en silencio unos segundos, los cuales se me hacen eternos, hasta que al final, oigo un suspiro seguido de su voz.

–¿De verdad? –me dice algo dudoso, pero en su voz de nota alivio.

–Por supuesto que sí, Chris.



Chris.

–Entonces... ¿no te has...? Bueno, ¿no has...? –No puedo decirlo. Me repugna la simple idea de ella estando en la cama con otra persona que no sea yo.

–No Chris, no ha pasado nada entre William y yo. Absolutamente nada. Por Dios, ¿cómo puedes pensar en algo así? Él es tu mejor amigo y yo... yo no podría hacerte eso, lo sabes. Ninguno de nosotros te haríamos eso.

–Lo sé pero... –suspiro aliviado– simplemente no sabía qué pensar... no sabía porqué hablabas con él y no conmigo, ni porqué ni siquiera me habías contestado a una simple carta y... –me corta.–

–¿Carta? –me dice algo confusa. –¿Me has escrito cartas?

–Cientos y cientos de cartas,  Brooke.

–Yo no he recibido ninguna carta, Chris...

De repente algo hizo click en mi cabeza. Era la dirección de su casa. Ella no vivía sola. Esa era la casa donde estaban sus padres.

–Mierda, no pensé... No importa.

–Yo... siento que sean así –su respuesta me hizo entender que sabía a lo que me refería.

–No es tu culpa, solo que... esto me está matando, Brooke. Yo... estoy volviendo a ser el mismo imbécil que he sido durante toda mi vida. No quería que eso pasase. El alcohol y las drogas me hacen ser algo que no soy, y lo odio. Odio cómo me dejo llevar y cómo me importa todo una mierda. Especialmente cuando se trata de mujeres. Odio cómo no me importa en absoluto cómo se sienten cuándo las echo de casa. Odio cómo algunas van a por mí porque saben que estoy sólo y odio cómo el resto me mira con cara de pena cuándo empiezo a gritar tu nombre.

–Chris... –la corto.–

–No aguanto más tiempo sin ti, Brooke. Me rindo. Estoy enamorado de ti y ni tus padres ni nadie va a conseguir cambiar eso. Ni obligándote a perder todo tipo de contacto conmigo, ni llevándote a la fuerza a otro país. Eso no va a cambiar, amor.

–Yo... tengo que colgar –dice rápidamente, para después cortar la comunicación.–

Me quedo con el teléfono en la mano, petrificado. Me ha colgado. Y no entiendo porqué lo ha hecho. ¿No me quiere ya? 

panic » chris schistad [skam]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora