c i n c o

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Chris.

Hago una pequeña maleta rápidamente, cogiendo todo lo imprescindible. No sé exactamente a dónde me dirijo ni qué es lo que voy a hacer cuando esté ahí.

Recapitulemos: Me voy a buscar a la chica de la cuál estoy enamorado y a la cuál han cambiado de continente para que no se acerque a mí, la abrazo, la beso, y luego... ¿luego qué? No puedo traerla así cómo así... Sus padres me meterían a la cárcel o algo por el estilo.

Vaya mierda.

Estoy ya en el avión de camino a Londres y ni siquiera sé qué es lo que voy a hacer cuándo llegue. Soy un desastre. Un verdadero desastre. Un desastres al que le quedan demasiadas horas de avión.



Brooke.

¿Acaba de decir que...? No, no puede ser, no puede venir... ¿o sí?

Sigo helada, al igual que hace cinco minutos. Vendrá, lo hará, lo conozco. Quiero que venga, estoy deseando que lo haga, necesito que lo haga. Pero me preocupa lo que pueda pasar. No pueden verlo aquí, seguro que acabaría mal. Muy mal.



******



Suspiro y termino de vestirme, es demasiado temprano, pero necesito aire puro. Iré a leer al jardín aunque sea.

Contengo la respiración en cuanto veo a Dylan en la acera, sentado. Se levanta de inmediato al verme. Parece... devastado.

–Brooke... –lo corto.

–Dylan, ya te he dicho que no voy a ir a ningún sitio.

–No, no es eso... eso ya lo había pillado. Es que... mis padres se han peleado y... no sabía a dónde ir.



Chris.

–Que sí, mamá... –suspiro, cansado. Lleva 20 minutos diciéndome que lleve cuidado por teléfono.

–Y yo a ti, mamá, adiós. –digo por octava vez.

Suspiro cuándo después de otros 6 minutos colgamos por fin.

En cuanto dejo de oír su voz, cojo un taxi y me dirijo hacia el centro de Londres.



Brooke.

Abro los ojos lentamente, despertándome. Miro hacia mi pecho, donde siento un peso. Mierda.

Es Dylan.

Recuerdo perfectamente como anoche me convenció para quedarse, ya que no quería ir a su casa. Al principio me negué, pero me dio tanta pena y me sentí tan mal por haber estado ignorándolo que tuve que aceptar.

En el mismo instante en el que suena el timbre se me viene a la cabeza Chris. Si es él voy a tener muchas cosas que explicar... no he hecho nada malo, pero eso a él no le va a importar demasiado. Es demasiado inseguro desde que me fui, según me ha dicho William, y yo debería de tener eso más en cuenta. Ruego para que Dylan no se despierte cuando lo muevo hacia el lado, apartándolo de mí, y vuelvo a rogar cuando bajo las escaleras, esperando no encontrarme al chico del que estoy tremendamente enamorada. No aún. Necesito que Dylan salga de mi casa. De mi cama, concretamente.

Suelto un suspiro en cuanto abro la puerta y me encuentro a mi vecina, la cuál me cuenta que ha hecho tarta y me trae un poco. Le sonrío y le doy las gracias, siempre se acuerda de mí y me trae de todo para que no coma tantas porquerías. Al contrario que la otra vecina, que es un dolor en el trasero.

Subo rápidamente a mi habitación tras dejar la tarta en el frigorífico y preparar un ligero desayuno para mí y para Dylan. Debo de ser más considerada con él teniendo en cuenta por lo que está pasando. Sus padres se van a divorciar y es un hecho irremediable.

Muevo a Dylan lentamente, acompañado de unos "Dylan, despierta" o algún "arriba". Seguidamente abre los ojos, acompañado de una dulce sonrisa.

–Buenos días, preciosa –me dice.

–Eh... buenos días –le digo con una sonrisa que parece más bien una mueca.

–El desayuno está listo.

–¿Me has hecho el desayuno? –noto mucha más emoción en su voz y en su mirada de la que me gustaría.

–Eh... bueno, sí, para los dos.

–Muchas gracias –me sonríe sincero.

–De nada, venga, vístete y vamos a desayunar –necesito que un máximo de media hora esté fuera de aquí.



Chris.

No me lo puedo creer. Estoy enfrente de su casa. Enfrente de la casa de la chica por la que arriesgaría mi vida mil veces.

Respiro profundamente, estiro la mano y toco el timbre. Espero que salga todo bien. 


panic » chris schistad [skam]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora