Chris.
Dos semanas. Dos semanas han pasado desde que hablé con el amor de mi vida. Desde que me colgó. Creo que nunca he estado peor. No como, no duermo, no me levanto de la cama. Tengo muchas preguntas y ninguna respuesta. ¿Por qué me colgó? ¿Por qué no me ha vuelto a hablar? ¿Para qué me llamó si no era para decirme que me quería y me echaba de menos? ¿No sirvió de nada todo lo que le dije? ¿Estará con alguien más y por eso no le importó nada de eso? ¿Le gustará otro tío? ¿Habrá besado a alguien desde que está ahí? ¿Habrá follado con algún tío? Sacudo la cabeza rápidamente, me dan arcadas sólo de pensar en alguien que no sea yo tocándola. Ew.
Estoy totalmente perdido. La quiero y no sé qué hacer sin ella. ¿Debería pasar página? No, no puedo. Me es imposible. Pero estoy desconcertado, no entiendo absolutamente nada y necesito desesperadamente una señal de vida suya.
Dejo mis pensamientos aparte cuando mi madre abre la puerta, sonriente pero visiblemente cansada. Lo único que a hecho esta semana ha sido ir a las seis de la mañana a trabajar, venir a casa, subir a mi habitación para intentar que yo coma algo, sin siquiera haberlo hecho ella, pasar la tarde consolándome y diciéndome que todo se cura (de lo cuál yo no estoy tan seguro...) Por la noche se va a la cama y me da una pastilla para dormir, la cual no me hace efecto ninguno, ya que sobre las tres de la mañana empiezo a gritar debido al pánico que siento. Pánico que se debe a que Brooke no está conmigo y eso no me gusta nada. Me desespera. Antes de la llamada podía dormir un poco aunque fuera, pero ahora sólo tengo pesadillas en las que ella me deja, lo que hacen que mi madre venga corriendo, esté toda la noche conmigo y no duerma nada.
Lo sé, tengo una madre que no merezco.
–Hola, cariño –me dice, a lo que yo sonrío un poco, ya que, la verdad, no he estado tratándola muy bien estos días.
–Hola, mamá –digo suavemente.
–William ha llamado otra vez, quizás es algo importante, deberías llamarlo –me dice, a lo que yo suspiro.
–Lo dudo, mamá –digo– seguro que quiere que vaya a otra de sus estúpidas fiestas.
–Sabes que no me gusta que vayas a esas cosas... pero quizás te vendrá bien salir y despejarte.
–Mamá... –me quejo.
–Está bien, está bien –se rinde.
–Que tengas un buen día, mami –sonríe cuando la llamo así y se despide de mí, saliendo de la casa.
Suspiro y cojo el móvil, dispuesto a llamar a William, cuando de repente la pantalla se ilumina. Brooke.
Brooke.
Suspiro, al fin un rato sola. Mis padres están fuera este fin de semana y yo pienso ignorar a Dylan lo máximo que pueda. No se lo merece pero no me apetece estar con él en lo absoluto. Necesito hablar urgentemente con Chris y estoy prácticamente suplicando que no esté follándose a medio pueblo.
Cojo el móvil y lo busco en mi lista de contactos. Inmediatamente presiono en su nombre y la línea empieza a sonar. Lo coge al instante.
–¿Brooke? –su voz suena apagada.
–Hola, Chris –digo temblando más de lo que me gustaría.
Chris.
–¿Por qué me colgaste? –pregunto sin más, no puedo esperar a escuchar su respuesta.
–Porque vinieron mis padres, tuve que hacerlo, no fué porque quisiera, te lo juro. No tuve opción. –dice. Claro, cómo mierda no había pensado en eso.
–Pero no me llamaste luego... han pasado dos semanas.
–No me dejan respirar un segundo, no tengo la más mínima intimidad, menos ahora que han decidido arruinarme de verdad –suspira.
–¿A qué te refieres?
–Me quieren casar a la fuerza, Chris.
–¡¿Qué?! –grito. No me puedo creer que le hagan esto. La obligan a cambiar de país, de escuela, de amigos, de vida, ¡¿y encima la obligan a casarse?! Esta vez se han pasado diez pueblos.
–No sé qué hacer Chris, ayúdame... –me suplica.
–No se merecen tener una hija como tú –digo seriamente.
–Chris... –la corto.
–No, Brooke. Son unos malos padres.
–Lo sé, pero no puedo hacer nada al respecto. No me escuchan y les da absolutamente igual mi opinión, no me tienen nunca en cuenta.
–Lo sé, amor –digo suavemente.
–No sé cómo ser libre –susurra.
–Yo te liberaré –le aseguro.
–¿Cómo? No te dejan ni acercarte a mí.
–Pero a mí eso no me importa.
–Lo sé –ríe. Me encanta su risa.
–Te quiero, Brooke. Mucho –le juro.
–Y yo a ti, bobito. –sonrío.
–Voy para allá –digo decidido, colgándole seguidamente.
No pienso dejar que la alejen de mí así.
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panic » chris schistad [skam]
Short Storyel amor no tiene cura, pero es la cura para todos los males. ▹historia corta. todos los derechos reservados.