Epílogo

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Confortablemente sentadas en el sofá, hablamos de todo, de nada, de nosotras, de cada una. Solo el chisporroteo de la chimenea perturba agradablemente nuestra quietud. Nuestro pasado, su aversión por las chucherías, sus complots, su malestar, mis dudas, mi gusto por la vulgaridad, mis dolores enterrados, todo pasa. Yo la escucho, enternecida y protectora a la vez. Ella me cubre amorosamente, vendando cada una de mis debilidades con su cólera. Ella niega mis distancias y da coraje a mi pasión. Hablamos un poco de nuestras aventuras amorosas. Me entero con deleite de que nunca ha tenido a ninguna mujer antes que a mí, pero lo celos me atraviesan furtivamente cuando me enuncia todos los amantes que ha tenido. Ve mi cara enfurruñada y muerde con travesura mi labio inferior. Llega mi turno, le hablo de Neal, de nuestros pequeños hurtos, de esa complicidad forjada por la ausencia de referentes familiares. Vislumbro en los ojos de mi compañera una silenciosa rabia loca. Eso me divierte. Extrañamente, me siento segura. Sé que me pase lo que me pase, Regina estaría dispuesta a todo para salvarme o para vengarme. Sobre todo lo peor. Es lo que tiene enamorarse de la villana de la historia. Calmo rápidamente a mi alma gemela evocando la traición de mi ex compañero, de mi eterno rencor que transformó ese amor que sentía por él en simple cariño fraterno. Ella se relaja. Me pregunta sobre Garfio. Solo respondo vagamente. No hay nada que decir. No sé ni siquiera por qué lo besé. Ella se calla.

«Estás celosa, eh...»

«Sí, terriblemente...»

«Lo presentí cuando lo llamaste mi "noviecito"...»

«Me costaba contenerme...¡Lo besaste!»

Una dulce llamarada invade mi abdomen. A menudo se evoca a las mariposas para describir esa sensación. En mi caso, las mariposas no existen. Es más que eso. Es una erupción, un viento violento que enreda mis entrañas.

«¿Qué pensaste la primera vez que me viste? Y contesta con sinceridad»

Ella se queda quieta, como tomada de improviso por mi pregunta.

«Tenía...sentimientos divididos. Digamos que...te culpaba porque eras la madre biológica de mi hijo. Yo estaba terriblemente desconfiada porque sabía quién eras. Te odiaba porque representabas todo lo que temía: libre, insolente, inteligente, valiente...Y...también...Yo...te encontraba muy atractiva, pero...eso me cuide mucho de mostrarlo, y por mucho tiempo...»

Sus mejillas enrojecieron ligeramente mientras que mis labios rozaban su cuello. Le di algunos dulces besos antes de regresar mi mirada hacia ella.

«¿Cuándo admitiste realmente que tenías sentimientos hacia mí?»

Ella suspira. Se mantiene en silencio. Siento que le incomoda abrirse tanto. Yo decido tomar la delantera, para tranquilizarla y empujarla a que se abra un poco más, sin temores. La estrecho en mis brazos y deposito mis labios en su cuello, su nuca, sus mejillas, la punta de su nariz. Ella ríe ligeramente.

«No me acuerdo exactamente, pero cuando la magia apareció en Storybrooke, comencé a sentirme realmente perturbada en tu presencia. Además, tú no dejabas de querer perdonarme la vida, de salvarme, de reconciliarte conmigo. Y eso no arreglaba las cosas. Intentaba mantenerme en calma y no dejar transparentar nasa, pero era duro...»

Me acuerdo de esos momentos. La locura de la muchedumbre, el sombrero, la marca en su mano, el regreso de Bosque Encanto, el Granny's...En ese momento, yo dije que lo hacía por Henry. Pero otro sentimiento, escondido en la sombra de mi corazón, esperaba su hora.

«Tenía miedo por ti...»

Sus ojos brillaron. Me ofrece una de sus más bellas sonrisas, devastadora y emocionada.

«Es la primera vez que me dicen eso...»

«¡Y seré la única que te lo diga! Eres mía»

Ella ríe por mi comportamiento infantil y posesivo. Después, ella se para y me mira fijamente.

«Cuando estábamos en Neverland, cada conflicto que provocaba contigo tenía como único fin llamar tu atención. Necesitaba que me miraras, necesitaba existir ante tus ojos. Adoraba la manera en que te desenvolvías: intentas ser fuerte, pero yo te sentía tan vulnerable, mi ángel...Y este vacío, que solo Henry había logrado colmar...En tu presencia, él desaparecía. Me sentía finalmente...completa. Perdí totalmente el control. Cada vez que veía a Garfio y a tu ex dando vueltas a tu alrededor, me volvía loca de celos. Te culpaba por ello y estaba aterrorizada ante el hecho de no sintieras nunca lo que yo sentía por ti. Estabas ahí, me comprendías, pero se me escapaban aún muchas cosas sobre ti...La vuelta fue saludable para mi posesividad. No tenía que verte todos los días, ya no tenía que sufrir ese espectáculo de gallos rondándote. Cuando pensaba que podría olvidarte, comenzaste a venir a casa, y a querer quedarte conmigo. Te confiabas. Yo temblaba de amor y de aprensión cada que vez que el timbre sonaba. Intentaba protegerme, mi amor. Pero aquella noche, me besaste. Y ya no podía esconder mis sentimientos. Volvías cada día y la manera en la que me hacías el amor...Nunca nadie me había tocado de esa manera. Sin embargo, huías. Comencé a sentir asco por mí misma. Me sentía utilizada, como un objeto. Y eso nunca me había pasado. Te rechacé, lo siento. Después de eso, fui a ver a Archie. Porque me estaba volviendo loca. Te sentía en mí. Era terrible. Ya no podía más, sentía tal ausencia física que deseaba morir. El grillo me explicó lo que tú ya sabes. Y por eso te admiro, Emma. Al contrario que yo, no has tenido miedo de esta conexión. Yo estaba aterrorizada. No quería que sintieras mis debilidades y mi oscuridad. Quería tanto protegerte. No quería unirte a una vieja bruja malvada y rencorosa. A una asesina, a un Reina negra. Tu corazón es tan puro. De la misma manera que protegí a Henry dejándolo vivir con tus padres, deseaba ahorrarte todo esto. Tenía miedo de que me rechazaras como yo me rechazaba a mí misma. Yo no lo habría soportado. Pero no dijiste nada y comenzaste a amarme tal y como soy. Intenté mantener las distancias, pero ya no puedo. Soy tuya. Completa y desesperadamente»

Apenas acaba su monólogo, me lanzo sobre ella, perdidamente. La beso lánguidamente y dejo que los besos hablen por mí. Las lágrimas me sumergen. Me siento exaltada por estar ahí, instalada en las formas de su cuerpo, acogedoras, calurosas. Me lo juro interiormente: nuca más sufrirá por mis acciones. Porque ahí donde está su corazón es mi sitio. Ella es mi evidencia, mi vida, mi aliento y mi destino.

«Te amo tanto...Estaré aquí. Nada podrá impedirme luchar por ti»

«¿Oh, de verdad, Princesa Charming?»

Ella se burla amablemente de mi bravura amorosa.

«Hasta el fin»

«No»

«¿No?»

«No habrá fin para lo que vivimos»

«¿Entonces hasta cuándo?»

Ella no responde nada. Sonríe y me besa tiernamente. Su voz ya no es sino un dulce murmullo mimoso y suave.

«Ya veremos, mi amor...Tenemos tiempo»

FIN

¿Hasta cuándo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora