Capítulo 10

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Al llegar a casa, después de lo sucedido en el juicio y tras presenciar cómo el médico se había subido al extraño auto, aún permanecía en mí la pena y la angustia por la resolución del juez en la audiencia. Fuera como fuera la situación, James no merecía ir a la cárcel. Él era inocente y cuando fue juzgado años atrás, así fue demostrado. Yo lo acompañé en todo momento y confié ciegamente en su versión, de sobre cómo habían ocurrido los hechos, y todavía creo en ello, o al menos eso quería pensar. Pero, ¿por qué lo juzgarían otra vez? ¿Acaso era verdaderamente culpable de lo ocurrido cuatro años atrás? Eran preguntas que rondaban en mi cabeza una y otra vez. No quería dejar espacio a la duda, pero esta lentamente comenzaba a hacer su trabajo. ¿Sería posible que James me haya escondido algo sobre el accidente? ¿Sería capaz de haber omitido información relevante sobre cómo murió la chica? Comenzaba a dudar de todo lo que conocía en ese momento sobre él. Mi cabeza estaba llena de recuerdos y cosas que me confundían, más de lo que me aclaraban. Una parte de mí, se aferraba a creer que era inocente, porque viví en carne y hueso a su lado todo ese proceso, éramos novios en esa época y no cabía duda de su inocencia. Pero otra parte de mí, comenzaba a sospechar que él era culpable. Al fin y al cabo, si hubiera sido inocente, no tendría por qué estar siendo juzgado nuevamente.

Dejé las llaves sobre la mesa del living y puse mi chaqueta en el colgador tras la puerta. Todo lo acontecido durante estos días me tenía muy agotada físicamente. Me senté en el sofá y encendí la televisión tratando de buscar algo que me distrajera de todo, pero a mi pesar, en cada programa se estaba hablando sobre el juicio de James. No me pude controlar y comencé a llorar otra vez. Sentía mucha pena, como si mi corazón fuera a arrancar de su lugar. No me quedó más que apagar la televisión. Me fui a mi habitación a acostarme, me sentía extenuada, me dolía todo el cuerpo, mis pies ardían por el cansancio. Solo quería descansar, dormir y que al despertar me dijeran que todo se trataba de una cruel broma. Me tendí en la cama y lentamente todo a mí alrededor se fue desvaneciendo.

Desperté con el sonido de la alarma del despertador al día siguiente. Todo el cansancio del día anterior, se había esfumado, me sentía como nueva. Miré el reloj sobre el velador, eran las siete en punto de la mañana. Debía ir a trabajar, debía volver a mi realidad. Me levanté y me dirigí al baño para ducharme. Me tomé todo el tiempo del mundo en ello. Después de cuarenta minutos salí del baño y me vestí para desayunar. A las ocho y diez abandoné mi departamento en dirección a la oficina.

Me tomó alrededor de treinta y cinco minutos llegar al edifico de "Imperio". Estacioné el auto, y subí a la oficina. Una vez allí, todo parecía seguir su curso normal, mis colegas trabajaban como habitualmente lo hacían, y yo por mi parte, me dirigí rápidamente a mi lugar de trabajo, no quería ser interrumpida ni tenía ganas de conversar con nadie. Al llegar a mi cubículo, dejé mis cosas sobre el escritorio, me senté y quedé pegada observando el monitor del computador que tenía frente a mí, reviviendo mentalmente todo lo acontecido el día anterior. Me encontraba en un estado de ausencia, el cual se vio interrumpido por el comentario de uno de los animadores del matinal que estaba puesto en la televisión de la oficina. En el programa, se estaban mostrando imágenes de la audiencia y los panelistas comentaban la situación y hacían elucubraciones. Más triste me puse aún, pero evité ponerme a llorar en ese lugar. No quería que el resto me viese así. Quise distraerme y encendí la computadora para comenzar a trabajar. Busqué el reportaje que debía hacer sobre James, intenté comenzar a escribir, pero no podía concentrarme, aún seguía dando vueltas en mi cabeza lo que había sucedido ayer. Volví a mirar la televisión, hasta que de pronto, mi visión hacia ella, se vio bloqueada por la llegada de Esteban, genio de la informática en el departamento de prensa y quien conocía aspectos de mi historia junto a James, se acercó a mi puesto para preguntar cómo me encontraba.

Mi tiempo contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora