Me encontraba recostado en la litera de mi celda, leyendo un libro, cuando a lo lejos escuché que alguien caminaba por el pasillo. Los pasos se oían cada vez más fuertes. ¿Aquella persona se dirigiría a mi celda? En aquel pasillo había más detenidos, pero yo me encontraba prisionero en la última celda de ese módulo. Los pasos se podían escuchar cada vez más fuertes, no había duda que aquella persona se dirigía hasta donde yo me encontraba. De pronto, apareció un gendarme frente a ella, éste me miró fijamente y dijo:
– ¡Levántate! Tienes visita.
– No estoy de ánimo para bromas –, señalé molesto, aún recostado en la litera.
En todas estas semanas en prisión preventiva, no había recibido más visitas que la de Ángela y mi abogada, quien me informó, que no habían aceptado nuestro recurso de nulidad. Ahora, solo debíamos esperar la fecha, para la audiencia final. Mis padres evitaban ir a ese lugar y solo se comunicaban conmigo por medio de mi abogada, y al parecer mis amigos no eran de los que estaban "en las malas". ¿Por qué tendría que ser distinto esta vez? Me ofusqué y tomé de muy mala forma lo que estaba diciendo el hombre. Sumado a que desde mi arribo a ese lugar, muchos de ellos, habían estado burlándose de mí constantemente solo por ser un músico reconocido. Este guardia, Guzmán era su nombre, acomodó su gorra y dijo:
– Al parecer, los milagros existen, muchacho –, reflexionó con sarcasmo. – Te vinieron a ver, de verdad, así que no te hagas el rockstar conmigo. Levántate de una buena vez, porque no creo que te esperen todo el día. Las personas normales no tenemos el privilegio de contar con todo el tiempo del mundo, como tú.
Me puse de pie y le di la espalda al uniformado, para que me colocara las esposas. Me di vuelta para mirarlo y retrocedí unos pasos, mientras él giraba la llave en la cerradura. Al abrir la puerta, el guardia guardó las llaves en su bolsillo y se paró en la entrada de la celda.
– Andando.
Salimos de ahí y caminamos por el pasillo en dirección a la sala de visitas. Al llegar al sitio vi que había una mujer en la sala, de espaldas a mí. Mi corazón se agitó. No estaba seguro si era quien creía. Al caminar hacia donde se encontraba y sentarme frente a ella, pude corroborar quien era esa persona, me estremecí de emoción. En ese instante, me albergó una gran felicidad por verla allí.
– No pensé que vendrías –, dije con una gran sonrisa en mi rostro.
– ¿Cómo has estado? –, preguntó Melanie.
– Bien. No puedo hacer muchas cosas, pero me las arreglo para pasar el tiempo en este lugar, ¿y tú, como has estado? –, le pregunté un tanto ansioso. Quería saber cómo había estado, las cosas que había hecho, en definitiva, saber lo que había sido de su vida durante estos años.
– Bien también. Con bastante trabajo –, respondió.
Al escuchar su respuesta un tanto cortante, me contuve de volver a preguntar algo más y solo atiné a mirarla. Nos quedamos en silencio. Ella se frotaba sus manos en señal inequívoca de que se encontraba un tanto nerviosa. La contemplaba de la misma manera, en que lo había hecho, la primera vez que la vi, cuando la conocí en aquella entrevista. Aún mantenía esa mezcla de belleza y elegancia que tanto me encantaba.
– Ha pasado bastante tiempo desde la última vez que hablamos, no estaba segura de si venir o no.
– Tres años –, dije.
– Lamento que estés encerrado aquí.
– Confío en que todo se aclarará y saldré en libertad –, respondí optimista.
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Mi tiempo contigo
RomanceJames Green es una estrella de rock, quien tras protagonizar un bullado escándalo en un conocido bar Neoyorkino, es detenido en el aeropuerto al regresar a Chile. Pronto descubrirá que ese no es el motivo de su detención. Melanie Gómez es una joven...