CAPÍTULO 10LEV
Se acabó.
Al ver que Cath desfallecía en el suelo, le pegué un codazo a uno de los cocineros en la tripa, haciendo que este retrocediese. El otro cocinero se soltó voluntariamente. Fui hacia Cath y cogí su espalda con una mano y una muñeca con otra. Agité su cuerpo varias veces, pero no respondía. Era consciente de sus heridas, las cuales sangraban cada vez más. La cogí en brazos viendo que Álex seguía en shock.
- ¡Álex! – Le grité. Movió la cabeza como si hubiese vuelto al mundo real. – ¡Vamos! ¡Tenemos que llevarla a que el padre de Melodio la vea!
- ¿Qué? – Dijo, y se tocó la mandíbula, justo donde Joanna le había dejado esa desastrosa cicatriz. Luego miró a Cath. Pareció darse cuenta de la situación, porque reaccionó de inmediato. – Pásamela a mí. No aguantarías nada con ella en brazos.
- No es la primera vez que tengo a una chica en brazos.
- No es discutible.
Le pasé a Cath. Él la cogió sin esfuerzo alguno y echó su cabeza a su pecho.
- Vamos, Lev.
Me puse en marcha junto a Álex. Miré atrás. Connor no se movía. Estaba inmóvil. Mirando al suelo. Parecía que le daba absolutamente igual que Cath se desangrase y estuviese inconsciente. Vamos. No se llevaban lo que se podía decir excelente, pero al menos podría mostrar compasión.
- Imbécil. – Le dije, aunque él no me podía escuchar.
Decidí no mirar más a Connor. Apresuré mis pasos hasta llegar hacia Álex. El ambiente se oscureció más cuando unas gotas de lluvia comenzaron a bajar del cielo.
- ¿A qué ha venido todo esto?
- Joanna tiene malos humos. La ha tomado con nosotros dos por la noticia.
- Eso ya lo sé. Me refiero a esto. – Dije, señalando los brazos de Cath.
- Son criaturas mecánicas que ha creado la realeza. Son capaces de todo. – No pudo sonreír, pero estoy seguro de que lo hubiese hecho antes de decir esto. – Sin embargo, esto demuestra lo mala gobernadora que es Joanna. Lo mal que se toma las críticas. Lo lejos que puede llegar al no aceptarlas. Al final, Cath tenía razón. Esa arpía no merece el título que tiene.
Llegamos a la casa de Melodio al cabo de cinco minutos. La camiseta blanca de Cath estaba manchada de rojo. Golpeé la puerta todo lo fuerte que pude y grité su nombre hasta que apareció, al principio, algo molesto por vernos a estas horas. Pero la expresión le cambió al instante al ver el cuerpo inconsciente de Cath.
- Pasad de inmediato. Arriba segunda puerta a la derecha. Tumbadla en la camilla.
Álex no vaciló ni un segundo y se abrió paso por la casa de Melodio, seguido de su padre. Yo iba detrás de él, pero su perro se cruzó en mi camino y me empezó a ladrar.
- Cállate maldito bicho. – Le dije. – Así es normal que no dejes a Melodio el hombre dormir. – Le dije.
Me reí de mi propio chiste.
- ¡¿Quieres venir de una vez trozo de mierda!? – Me declaró su amor Álex.
- ¡Ya voy! – Dije, y esquivé a su perro. Aceleré el paso dando saltitos a medida que subía las escaleras.
Cuando Cath ya estaba tumbada en la camilla, Álex me miraba serio. Creo que me había oído reírme.
- ¿Qué te hacía tanta gracia?