CAPÍTULO 22.
CATH.
Me desperté cuando los rayos de sol empezaron a colarse entre las hojas. Algunos pájaros cantaban una melodía que no había escuchado en mi vida. No recordaba lo que había soñado. Pero sí que recordaba a los monstruos. Y que Connor había venido junto a un chico que tenía una cámara. Y por un momento me pregunté si habría sido ese mi sueño que no podía recordar. Me incorporé con los codos y miré a mi alrededor algo adormilada. No podía estar más equivocada, no se trataba de un sueño, sino de una realidad. Porque Connor estaba acurrucado entre las raíces de un árbol, como yo. Y ese chico estaba dormido en el otro lado de la hoguera, en frente de Álex. O de donde debía estar Álex, porque su sitio estaba vacío. Se quejaba de dormir, pero luego era el primero en despertarse. Sonreí frotándome los ojos. Me levanté y cogí mi mochila. Luego la solté. Recordaba que no tenía sentido coger nada de lo que había ahí, así que me limité a encontrar a Álex con la mirada. Tendría que estar por alguna parte, no podría haber ido muy lejos. Además, allí estaban sus cosas, tiradas alrededor de la hoguera. Como no aparecía, miré al extraño. Cómo se decía que se llamaba. ¿Pavel? No me acuerdo con certeza, pero me parece que ese era su nombre. Parecía de mi altura. Tal vez un poco más bajito. Álex es un exagerado. Él es el segundo más alto del grupo. El primero es Connor. Y la más bajita era Mel. Pero después de verle no sabría decir quién se llevaba ese puesto.
Al segundo, él se empezó a mover y a mí me entraron nervios de repente, porque se empezó a despertar. Así que cogí mi mochila disimulando, haciendo que estaba buscando algo dentro de ella. Hizo un par de ruidos y se sentó bostezando. Miró a su alrededor y luego me miró a mí.
- Buenos días, Cath.
- Buenos días.
- ¿Has dormido bien? – Se levantó. Me equivocaba. Teníamos la misma altura. – Es que cuando llegamos Conn y yo estabas gritando.
- Ah, eso – Me mantuve en silencio durante unos instantes. – No le des importancia. ¿Nunca has tenido terrores nocturnos?
- ¿Cómo pesadillas, pero más fuertes? – Asentí. – Creo que he tenido un par.
- Ya tengo a alguien que me entiende.
Me sonrió y sacó su videocámara, limpiando un poco de tierra que estaba esparcida por ella con la mano. Luego, la encendió.
- Vaya, no se han grabado dos tomas
- ¿Eran importantes?
- No, eran extras. Ya sabes, relleno.
Pavel parecía más tranquilo ahora que anoche. Tal vez habrían tenido un día bastante movido, porque Connor seguía durmiendo a pesar de que Pavel y yo estuviésemos hablando. Guardó la cámara de nuevo y me miró sonriendo.
- Oye, solo quería decirte que adoro tus artículos.
Una sensación de orgullo y felicidad me envolvió por completo.
- ¿De verdad? – Creo que lo dije con un tono demasiado ilusionado.
- Por supuesto. Y tenías mucha razón en muchas partes. Es por eso que he querido venir aquí, ya sabes, a conocerte. – Y me volvió a sonreír. – No me tomes como un fan loco, todo lo contrario. Solo admiro vuestro trabajo profesionalmente hablando.
Le conocía desde hace unos minutos, pero en seguida me había inspirado confianza. No porque alabase mis obras, sino porque se tomaba con mucha calma todo, y estaba dispuesto a ser parte de este equipo que se acababa de formar.
- ¿Profesionalmente hablando? – Dijo de repente Connor. – ¿En serio, Pavel?
- Ah, ya estás despierto. – Le respondió.