CAPÍTULO 15
ÁLEX.
Había quedado con Cath en una de las fronteras del pueblo que daba al exterior del mismo. El exterior. Tal vez solo hubiese ido fuera del pueblo para ir a la ciudad. Pero he salido muy pocas veces. Tampoco es que fuese de mi prioridad salir de aquí a toda costa. Yo en verdad me quería quedar viviendo aquí por el resto de mis días. La aldea era tranquila. Y acogedora. Pero me sorprendió cómo puede cambiar todo de un día para otro. El tiempo se me hacía eterno durante varios años. Sin embargo, estos últimos días han sido todo lo contrario. Han pasado como una ráfaga de viento.
¿Eso es bueno o tal vez malo?
Es una salida de la monotonía. Pero yo estaba a gusto con esa normalidad. Me gustaba vivir tranquilo. Tal vez con alguna preocupación de la que me pudiese preocupar el día siguiente. Pero todo era calmado. Y yo adoraba esa paz. No me gusta pensar que a partir de hoy estaré arriesgando mi vida cada vez que paso por una esquina.
Me apoyé en un poste de madera. El típico anunciando la bienvenida al pueblo. Me quité la mochila para asegurarme una vez más si tenía todo lo necesario. Había metido ropa de cambio. Cerillas. Agua. Comida para algunos días, y una bolsa con dinero el cual había estado ahorrando durante los últimos tres meses. Tal vez fuese poco. ¿Qué haríamos si el dinero se agota pronto? Supongo que ambos nos tendremos que apañar para coger un trabajo en el cual cobremos por horas y a su mismo tiempo conseguir matar a todos esos monstruos.
Y ese era otro punto: Nunca me había imaginado que tuviese que matar monstruos de las afueras de las ciudades para mantener con vida a los que quiero.
Me toqué las cicatrices. Se sentían como hendiduras en la cara. Me pregunto qué pensaría Cath al ver que no podía ayudarme. Lo único que me pregunto es de qué habrían hecho ese objeto. Por qué no me salió sangre. Simplemente eran hendiduras en la piel. Era extraño. Cerré la mochila y me la volví a colgar al hombro. Di unas patadas al suelo haciendo que un poco de tierra saltase. Lo hice varias veces.
Estaba esperando a Cath, aunque creía que los demás vendrían a despedirnos. Pero llevo media hora solo. Suspiré. Dónde se habría metido esa chica.
Vi que alguien se estaba acercando. Pensaba que sería Cath, así que me aparté del poste para verla mejor. Pero no se trataba de Cath, ni mucho menos. Era Lev, que estaba corriendo hacia mí y parecía totalmente cansado. Dio un último esfuerzo hasta llegar hacia donde yo estaba y tomó aire. Antes de que ninguno pudiese decir nada, Lev se echó a mis brazos. Parecía que las palabras no hacían falta. Yo le devolví el abrazo. Permanecimos así durante un tiempo. Al menos, hasta que Lev recuperó todo su aliento y se separó de mí.
- Te echaré de menos. – Dijo Lev. – Ahora no voy a tener a nadie con quien ir.
- Tienes a Mel.
- ¿Acaso no es lo mismo que no tener a nadie? – Sonreí. – Tienes que volver, Álex.
Hubo un instante de silencio en el que yo tomaba aire y solo se oía el sonido de nuestras respiraciones.
- Escucha Lev... no es tan fácil.
Y me di cuenta de que estaba diciendo las palabras que Connor no paraba de repetirme el día anterior. Pero es que tenía razón. Por una vez, me di cuenta de que coincidía con Connor en una sola opinión. No era tan fácil. Simplemente no lo era.
- No. – Se negaba. – No puedes, tienes que volver. No puede pasar todo de nuevo... No puedo perder a otro amigo. – Sabía muy bien que se refería a Jacob. – Vas a volver te guste o no.
- Me gustaría prometerlo Lev. Pero no quiero hacerlo, porque si no vuelvo, estaría incumpliendo una promesa. Y odio no cumplirlas.
Al poco rato, aparecieron Mel y Cath. Mel tenía cara de haber llorado y Cath intentaba sonreír. Primero le di un abrazo a Cath. Luego fui a Mel. Si hubiese sido una situación normal, me había resignado a dárselo. Pero sé que quizás sería la última vez que pudiese hacerlo.