CAPÍTULO 24.
PAVEL.
Me acuerdo a la perfección de cómo me marché del poblado para buscarles.
Más bien, para buscarla.
Tal vez ella no se acuerde. Y es normal. ¿Cómo se iba a acordar de eso? Ninguna persona se habría acordado, así que no la culpo. Pero a veces me entra intriga y quiero preguntarle, por si ella también me recuerda. Pero sería imposible. Estoy completamente seguro de que sonaría muy acosador viniendo de mí. Independientemente de sus artículos, argumentos, Aleen, y todo su trabajo, Cathleen Williams y yo nos habíamos conocido tiempo atrás.
Y me acuerdo perfectamente. Era el día de las bromas. Una inocente fiesta que se celebra para los niños, que consistía en reunir a todos los niños de pueblos vecinos en una especie de bosque con un descampado en el medio de este que no estaba muy lejos de ninguno, y estos se dividían en equipos elegidos por el presidente de toda esa fiesta. Nos daban tres tipos de pistolas de juguete: De agua, de slime y de confeti. La finalidad del juego era eliminar a los demás contrincantes. ¿El premio para el equipo? Bueno, un banquete para ellos y para su familia. Lo especial de esta fiesta es que solo podías participar una vez en tu vida, ya que iba restringido por edad. Ahí solo teníamos doce años ambos, cuando nos vimos por primera vez.
Y aquí comienza la historia.
Por puro boleo nos tocó juntos en un equipo. Me acuerdo que Álex estaba en el equipo contrario que Cath, y que Connor estaba en el nuestro. Pero Connor estaba concentrado en mezclar las pistolas y sus componentes. No había ninguna regla que lo prohibiese, después de todo. Pensaba que, si mezclábamos las pistolas de confeti y de slime, el resultado iba a ser mucho más victorioso y humillante para los demás equipos, y que tendríamos muchas más posibilidades de ganar, convirtiéndose en el centro del equipo, pues todos estaban alrededor suyo viendo cómo hacía todo.
Sin embargo, Cath no estaba alrededor suyo. A ella solo se lo explicó una vez y se quedó con eso. Ella estuvo mirando a los demás equipos. A dónde iban a esconderse. Tener el terreno totalmente conocido para cuando saliésemos a por ellos. Y yo me acerqué a ella, porque, ambos estábamos solos. Mis amigos también estaban en equipos contrarios, y no tenía el mínimo interés en conocer lo que Connor estaba haciendo.
- Hola. – Le dije.
- Hola.
- Soy Pavel.
- Yo Cath.
- ¿Te gusta todo esto?
- Solo no quiero hacerme daño. – Sonrió. – No soy muy buena corriendo.
- ¿En serio? Ya somos dos.
Ella volvió a sonreír.
- ¿Qué tal si vamos juntos? – Me dijo. – Algunos se lo están tomando como si de verdad esto fuese la guerra. – Me comentó señalando a algunos contrincantes, aunque discretamente.
Miré hacia donde ella señalaba, y tenía toda la razón. Algunos estaban practicando sin apretar el gatillo. Creía que esto iba a ser solo para divertirnos. Y pensé que ese sería un buen comentario, así que se lo dije.
- Creía que esto iba a ser solo para divertirnos.
- Exacto, creías.
- Bueno, tendré que volver a casa con una marca de guerra.
Ella se volvió a reír y nos sentamos en el suelo, hablando un rato más. Ella estaba de espaldas al círculo de Connor, que se disolvió en unos minutos. Connor había distribuido las pistolas a todo el mundo, y parece que buscó a Cath con la mirada hasta que exclamó su nombre.